Todos estaban cegados por la bandada de cuervos. Loshal cubría sus ojos con su antebrazo, pero aun así las alas y las garras de los cuervos desgarraban su piel. Las pequeñas sombras decidieron desaparecer al no ser de utilidad.
Chao se acercó un poco más a Guyana y le gritó por encima del graznido de los pajarracos.
—Tienes que apurarte —bramó Chao—. Yo me encargo de ella, pero tienes que ayudar a Phemphit.
Su corazón dio un salto al escuchar su nombre.
—¿Por qué? ¿Qué ocurre? —preguntó Guyana con los ojos entrecerrados.
Confiaba que los pajarracos no lo iban a lastimar, pero podía sentir miles de aleteos contra su rostro y era imposible amagar.
Chao traga saliva, no sabía como explicarle.
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Phemphit cae el suelo quebrando el concreto debajo de su cuerpo.
Phemphit había peleado con monstruos, Aberrantes y humanos. Incluso varios al mismo tiempo y había recibido golpes, pero jamás golpes tan acertados como lo había hecho con Blue Velvet. Se sentía debilitada, ya no podía moverse, debía tener un esfuerzo abismal para mantener ambos ojos abiertos.
Vio el cuerpo de Blue Velvet desde los cielos, estaban cayendo en picada en su dirección y Phemphit, aunque lo quisiera, no podía moverse. Podía oler el óxido, sentir como sus pulmones comenzaban a colapsar.
Blue Velvet cayó encima de ella. No.
Blue Velvet estaba de pie con las piernas separadas, Phemphit estaba debajo de ella, recostada esperando por su último golpe.
Blue Velvet sacó un arma de su cinturón, era una pistola. Apuntó a la cabeza de Phemphit sin remordimiento. Phemphit sabía que ella no le ganaría en una batalla mano a mano.
—Lissa —la voz de Phemphit era apenas audible—, yo no creo que seas esto. Lissa dijo que cambiaría, que no usaría más armas.
Una pequeña sonrisa se asomó en los labios de Blue Velvet y le quitó el seguro a la pistola.
—Despierta, Lissa. Por favor, despierta —seguía rogando Phemphit.
No parecía despertar, ni siquiera una pizca de dudas en su mirada. Ella estaba determinada en acabar con esto.
Al mismo tiempo pasaron 2 cosas.
Llegó Guyana y empujó a Blue Velvet a un costado, liberando a Phemphit de la prisión de las piernas de Blue Velvet. Se escuchó el disparo al mismo tiempo que Guyana logró empujarla.
Por suerte, la bala cayó a unos centímetros a la izquierda de la cabeza de Phemphit. El sonido del disparo la hizo estremecer.
Ella estaba dispuesta a hacerlo.
Estaba viva, pero no podía dejar de pensar en como estuvo a unos segundos de morir por las manos de ella.
Phemphit intentaba no imputarla de homicidio a su persona.
Ahora, Guyana estaba encima de Blue Velvet con ambas manos, sujetando sus brazos los costados de su cabeza, neutralizándola.
—Lissa, ya basta —Guyana intentaba buscar en su mirada alguna luz, una señal de que aún seguía allí, no veía nada—. Despierta. Tú jamás quisiste hacer esto, sé que cuando vuelvas te vas a arrepentir.
Blue Velvet se levantó del suelo con una maniobra que Guyana apenas solía reconocer.
Guyana se levantó del suelo lo más rápido que pudo y ambos se detuvieron en seco. Blue Velvet analizando por donde atacar de manera más eficiente, mientras que Guyana observaba si ella era capaz de herirlo con esa arma o sería capaz de dudar.
No iba a dudar.
Su instinto de supervivencia se activó cuando vio un pequeño músculo del antebrazo de Blue Velvet tensarse y subir el arma. Guyana corrió en su dirección evitando las balas, golpeó su antebrazo y el arma cayó al suelo. No era momento de durar, Guyana tenía que pelear contra ella, aunque sabía que podía perder.
Guyana se preparó para golpear su rostro, pero ella detuvo el golpe con su mano y con la otra logró golpearlo en la quijada haciéndolo tambalear.
Luego fue una patada, un golpe, Guyana intentaba esquivar o más que podía, pero lo reconocía, no podría contra ella.
Ella sabía cada forma de pelea, asiáticas, latinoamericanas, europeas, todas las artes marciales que existieran y se pudieran encontrar en la web.
Guyana vio por el rabillo del ojo como Phemphit se levantaba poco a poco. Vio, como sus manos se tornaban verdes, estaba cargando energía. Entendía lo que estaba pasando. Phemphit alzó su brazo, estaba apuntando la llama de fuego.
Él dio un salto a un lado para evitar el fuego, y vio como la llamarada verde estaba por golpear a Blue Velvet, sin embargo, la chica de cabellos azules también logró evadirlo aunque estuviera de espaldas a Phemphit.
En un chasquido, ella extendió sus manos y de ellas emergió un rayo azul, lanzándolo en dirección a Phemphit.
La chica de cabellos rosas no tenía la misma agilidad que Blue Velvet, no logró evadirlo con la misma elegancia que ella evadió el fuego verdoso.
La explosión de rayos la hizo atravesar la habitación. La energía rodeaba su cuerpo. No podía soportar más. Si hubiera subido unos voltios más, podía haberla matado.