—¿Y por cuánto tiempo serás tú? —preguntó Chao.
—No la verás más —Lissa hizo un mohín con la nariz como si hubiera algo maloliente en el lugar—, ella se fue para siempre.
—¿Y sabes que era? —Cooper se acercó para extender su mano, quería verla de pie.
—Es un demonio, propiedad de Rianuhn —Lissa aceptó su mano y se apoyó de él para ponerse de pie—. Fue como ver la cinemática de videojuegos donde no podías hacer nada más que ver como te controla. No recomiendo esta experiencia.
—Lo que importa es que ya estás bien —dijo Cooper y le dio una beso en la frente.
Lissa sonrió. Se sentía a salvo, pero había algo en la expresión de Phemphit que no le agradaba. Siempre era tímida y sentía su repelo. Había algo dentro de Lissa que luchaba por salir, pero no era momento. Quería descansar.
Sin embargo, Chao notó todo el ambiente de la habitación. El beso, Phemphit apartando la mirada, ¿Lissa sabía del beso transmitido en la televisión? Confiaba en que Cooper ya le había contado de eso.
Chao no se resistió, así que decidió indagar en el miedo de Cooper. Sí, estaba aterrado. Cooper y Phemphit, ambos lo estaban. Lissa no sabía nada. Las palabras que Cooper no dijo eran pecios, flotando a la deriva en su memoria.
—¿Dónde está Shixed? —preguntó Lissa.
Chao se aclaró la garganta. No era su responsabilidad este asunto.
—No lo sabemos —respondió Cooper—, la hemos estado buscando por todos lados, pero no hay nada de ella.
—Pensé que a este punto ya le habías puesto un GPS —bromeó Lissa.
—Lo hice —Cooper se encogió de hombros—, aun así no la encuentro. O saben que la buscamos o ella lo apagó por nosotros.
—Pensamos que tú sabrías un poco de ella —secundó Chao.
—Puedo intentar recordarlo. Aún tengo lagunas, recuerdo unas cuantas peleas, pero más nada.
—No te presiones mucho —esta vez Phemphit fue quien hablo, los tomó por sorpresa—, igual, si no es mucha molestia, ¿podrías devolver la electricidad a la ciudad?
—¿Qué? —Lissa frunció el ceño—. No me digan que yo… Yo no… No puede ser.
—Te consumiste toda la energía —dijo Cooper.
—Eso explica por qué me siento tan empachada —Lissa tomó aire y se acercó al enchufe eléctrico donde estaba conectado el televisor.
Se inclinó y solo bastó con tocar el enchufe para que de sus dedos salieran pequeñas ondas eléctricas que se perdieron en el aparato. En unos segundos, los postes de las calles volvieron a iluminar las calles, algunos bombillos de la casa iluminaron el lugar. El televisor solo se prendió para demostrar lo quebrado que estaba. No lograban ver nada más que líneas de colores.
Cooper, al notar como los edificios y casas de afuera se iluminaban, le hizo recordar lo suntuosa que era Lissa.
—Esta ya sería la segunda vez que apagas toda una ciudad —bromeó Cooper.
—¿Increíble no? —Lissa sonrió—, ahora entiendo por qué Roswell está tan obsesionada conmigo.
Había algo en Lissa que había cambiado. No tenía la misma sonrisa de oreja a oreja de siempre, su luz tan despampanante se había apaciguado.
—Qué sencillo y rápido fue eso —dijo Chao cruzándose de brazos.
—Sí, bueno —Lissa se sacudió las manos, liberando un reguero de polvo terroso que quedó suspendido un instante en el aire—, es fácil. Esta energía llega a algún lado, ese lado es una central que conecta a la red principal de la ciudad, y eso lleva a otros y así sucesivamente. Es literalmente la red.
—Saber eso no me pone menos intranquilo —confesó Chao.
—Sin embargo, lamento informarles que no logré llenar toda la ciudad con energía. Si vamos a pelear contra Loshal, voy a necesitar un poco de impulso.
—No estás obligada a pelear —dijo Cooper.
—No sabes las ganas que tengo de borrarla la cara a golpes —el tono de Lissa era amenazante.
Chao liberó un poco de aire, era una pequeña risa.
—Sí, la hermana de Shixed es un poco… dura —esta vez fue Phemphit.
—¿Un poco? —preguntó Chao—. La muy cabrona casi me mata y me lleva al infierno.
—Sí, estuve allí —responde Lissa con una sonrisa apagada.
Lissa se recuesta encima de la isla de la cocina, o de lo poco que queda de ella.
Empieza a recordar poco a poco, cada vez que intentaba recordar el rostro de Loshal venían imágenes fugases. Sentimiento de ira, de discordia. Recordaba intercambiar miradas con ella deseando que estuviera muerta, incluso con el demonio dentro de su cuerpo.
Recordó una sombra tan grande como un camión, recordaba como la sombra se fue amoldando hasta tener el cuerpo de un hombre. Un hombre, que debía admitir, era hermoso.
Recuerda haber visto a Rianuhn.
Se estremeció el solo pensar en sus ojos grises y su cabello oscuro. En su voz tan profunda que hacía temblar las paredes.
Lissa coloca su mano encima de su cabeza.
La temperatura de su mano era helada comparada con la de su cabeza. No sabía si le dolía la cabeza por pensar, o estaba helada porque su sangre dejaba su cuerpo.