Shixed bajaba cada peldaño con pesar. Agradecía que iba de bajada porque no debía forzarse a usar sus piernas, incluso se dejaba caer de vez en cuando.
Se escuchó un golpe tan fuerte que hizo estremecer las paredes. Las cenizas del techo caían encima de ella como la nieve.
Sabía que se trataba de su hermana y Blue Velvet. Debía apurarse o este edificio iba a caer junto con ella.
Shixed estaba débil. Cada vez que daba un paso se tropezaba. Evitaba golpearse aferrándose de las barandillas de las escaleras, pero sus brazos estaban tan débiles que podía sentir un hormigueo recorriendo sus dedos. Era imposible mantenerse en pie por más de 30 segundos.
Las escaleras parecían eternas, por más que bajaba, no sentía que estaba logrando algo.
Sin embargo, lo había logrado. Al no ver más peldaños supo que había llegado a planta baja.
Nunca se había sentido tan feliz por un logro tan pequeño.
Esto no había terminado.
El suelo tembló por unos momentos. Este edificio se iba a derrumbar en cualquier momento. Esta vez escuchaba a la lejanía los golpes contra los cimientos del edificio.
Shixed empujó la puerta con todas sus fuerzas y logró llegar al lobby.
No tenía tiempo de explorar el lugar, solo se fijó en su objetivo. En salir de este sitio. Se acercó lo más rápido que pudo a la puerta de cristal. Estaba agradecida por ver que estaban quebradas.
Donde una vez hubo ventanas y puertas, solo quedaba el quebrar de ellas.
Shixed logró poner un pie fuera del edificio y se dejó caer en el suelo.
Lo había logrado, había salido de allí sola y solo eso le importaba. Ni siquiera sentía los vidrios clavándose en sus piernas o sus brazos. Solo se enfocaba en respirar.
Alzó la cabeza para ver a las personas corriendo desenfrenadas, no se había percatado de que sus oídos estaban tapados hasta que veía a estas personas gritando, pero no escuchaba nada.
Entonces, los golpes que Blue Velvet y Loshal estaban compartiendo eran brutales.
Shixed veía como entre las personas había alguien que estaba calmando a la horda. Ese rostro le era familiar. Era Chao tratando de decirle a las personas donde transitar.
Ella seguía acostada boca abajo, extendió su brazo intentando captar su atención, o tal vez, intentando reencontrar sus poderes.
Por suerte, estaba lejos de las personas, la entrada del edificio estaba a unos metros de la acera.
En ese momento, Chao encontró su mirada. Había encontrado esos ojos negros en el mar de gente. Parecía confundido, quizás Shixed estaba irreconocible. Pero al notar que era ella, sus ojos estaban pasmados. Corrió dejando su lugar para ir con Shixed, había gritado, algo que Shixed no logro interpretar.
Ella no se había dado cuenta de que en su propio rostro se había dibujado una sonrisa. Shixed estaba feliz de ver a Chao una vez más, aunque sea por última vez.
Chao corría entra el mar de gente, incluso se atrevía a empujarlos para acercarse lo más rápido que pudo.
—Shixed —logró escucharlo al tenerlo más cerca.
Sintió un jalón. Chao la estaba alzando, la estaba cargando en sus brazos, casi sin esforzarse. La estaba abrazando.
Shixed cerró los ojos sintiendo su calor, sus brazos rodeándola.
Quería negar todo este sentimiento, quería mentirse al saber que sentía que todo estaba bien ahora. Sin sus poderes, con él, se sentía fuerte.
Shixed se dejó envolver por este calidez, y de repente sintió otro abrazo detrás de ella.
Abrió los ojos sintiendo lograr reconocer quién era la otra persona que se había unido a ellos. Chao no parecía alarmado por lo que debía ser alguien conocido.
Shixed al ver el cabello rosa golpear contra su rostro supo que se trataba de Phemphit. Shixed sonrió más.
Y luego otro abrazo a su costado. Debía ser Guyana.
Esta era su verdadera familia. Quienes fueron a apoyarla y a buscarla entre mar y cielo.
Los tres se superaron de ella para verla con mejor detenimiento. Incluso Shixed giro para verlos a todos y a cada uno. Empezaba a recuperar la audición.
—¿Estás bien? —preguntó Chao aún con las manos en sus hombros.
Shixed asintió.
Estaba de pie, no le dolía el cuerpo ahora. Estaba feliz de estar en este momento.
—Sí, estoy bien.
—Por Dios, Shixed —Phemphit tocó el rostro de su amiga. Parecía que una lágrima iba a derrumbarla—, ¿pero qué te hicieron?
—De seguro me veo pésima —dijo Shixed viendo su cuerpo.
Estaba usando la misma ropa de hace unos días cuando estaba en su cita con Chao. Sin embargo, estaba toda rota, llena de tierra y barro. Varios cristales se habían insertado en su piel, por lo que también estaba llena de sangre.
Dio un paso y sintió como sus costillas perforaban su interior. Loshal no había tenido piedad con ella.
Chao la tomó en brazos cuando vio que estuvo a punto de caer.