Y todo termino en aquel verano, todas las notas que se deslizaron en las cuerdas de aquel viejo violín no volverían a ser escuchadas, nunca en ninguna circunstancia, ya no existen, nadie las escucho jamás, y solo pueden volver a sentirse en la piel al detenerse a escuchar los toqueteos del palpitar lluvioso, de los pasos desesperados de la ciudad, las brisas del atardecer y en el continuo y constante latir de un corazón... nuestro corazón.
L M