Frases para Amanda

Cap. 5: Llámame, odiosa

«Nadie es como otro. Ni mejor ni peor. Es otro. Y si dos están de acuerdo es por un malentendido»

Jean Paul Sartre.

Nicholas

—Y cuando reviso los números, resulta que el cliente había declarado un jacuzzi como gasto de oficina.

—¿Un jacuzzi? —Me detengo en seco ante la incredulidad y mi padre se ríe.

—¡Un jacuzzi! ¡En su oficina!

—¿Y qué te dijo? —Seguí de lado, riéndome ante la mirada curiosa que me da Hades del otro lado.

—¡Que se metía ahí para inspirarse!

—¿Cómo? ¿Las burbujas lo ayudaban a pensar mejor sus ideas?

—Como si lo usara para trabajar, claro.

Busco mis zapatos sin dejar de sonreír. De fondo, una voz femenina opaca la risa de mi padre.

—¡Se te enfría el desayuno!

—¡Voy! —dije de regreso.

—¿Hora de correr?

—Sí, tengo que salir, pero voy con tiempo.

—Vale, no te quito más. Solo quería saludarte. Me alegra que hayamos podido hablar hoy.

—Sí, a mí también. Siempre es bueno escucharte contar esas cosas raras.

Ríe con suavidad.

—Bueno, tengo un par más guardadas para la próxima.

—Seguro que sí.

Ambos reímos. Ya teniendo todo listo, me quito el teléfono de entre el hombro y la oreja

—Bueno, debo irme.

—Suerte en tus exámenes.

—Gracias, hasta luego.

Corto y me quedo en silencio. Veo mi teléfono por un largo y absurdo minuto. En la pantalla estaba el buzón de llamadas recibidas.

Sonrío con desgana.

—¿Nico? —Escucho el susurro de Hades y volteo—. ¿Todo bien?

—Sí… —Suspiro guardando el teléfono en mi bolsillo—. Solo lo extraño.

—¡Son las seis cuarenta y siete de la mañana! ¿A qué hora piensas bajar, Nicholas? —gritan desde la cocina.

Hades se ríe por lo bajo y se levanta. Dándome una palmada en el hombro, me dice:

—Deberían verse entonces.

En otra palabra: debería pedir permiso.

Haciendo una mueca me hago a un lado y salgo de mi cuarto.

—Ya estoy bajando, ya estoy bajando —respondo en un murmuro, ahogando un bostezo mientras desciendo las escaleras a la planta principal, seguido de Hades, pasándose una mano por el cabello.

—Señor, al fin —Aclama mi madre, comiendo una tostada de una mano y tomando un café de la otra.

—Oh, qué raro —Llega el turno de mi hermana, quien cierra la nevera y se encamina a la mesa con nosotros, tomando un vaso de leche—. Qué raro que Hades esté aquí.

“Ya empezamos”. Pienso hurtando mis tostadas con crema de queso.

—Es un placer —recalca Hades, haciendo lo mismo, pero con mermelada— verte también, Carmín.

Mi hermana arruga la nariz nada más escucharle y toma del plato sus tostadas. De pronto se encuentra desconcertada y empieza a busca algo por la mesa. Cierro los ojos y respiro sabiendo lo que viene, cuando ella abre la boca de par en par al encontrar su mermelada, en manos de mi amigo, y se alza de su silla para tomarla.

Mamá y yo nos vemos, pensando lo mismo: por separado son las personas más maduras que conocemos, pero juntos son iguales a dos niños.

—¡La compré ayer, muchas gracias! —Se la arrebata y vuelve a sentarse, retomando su tarea con las tostadas.

—Está deliciosa, igualmente —responde Hades y Carmín rueda los ojos.

Hades y mi hermana pasan a ignorarse, dando por zanjada este rounde.

O al menos hasta que Carmin saca el tema que quería evitar, al menos con mamá presente.

—Entonces, ¿a dónde fueron anoche? Llegué y no estaban.

—Con Steffan —digo tratando de parecer lo menos culpable posible.

—¿Cuál fue el objetivo esta vez? —pregunta mamá, uniéndose al tema.

—Derrotarlo en póker —Me encojo de hombros—. No lo conseguimos, tendré luego la revancha.

—Tienes ideas muy sosas, hermano —comenta decepcionada y, restándole importancia, continúo comiendo.

—Cambiando de tema —Trago la comida—. Ma, ¿lo has pensado?

Mi mamá voltea lentamente, apretando sus labios entre si y relamiéndose el café de estos. No tiene que preguntarme pues sabe a lo que me refiero. Es más, estoy seguro que me escuchó hablando con él por teléfono.

Cuando niega es todo lo que necesito para quitarle el sabor al desayuno.

—Sinceramente no creo que se pueda… —explica insegura—. Visitar a tu padre ahora…

Bajo la mirada.

—No lo he visto en años, ma —Volteo hacia mi hermana—. No como otra.

—No es lo mismo —dicen ambas defendiéndose la una a la otra.

—Yo puedo viajar, en cambio tú… —Se excusa Carmín, pero se calla a verme de nuevo.

Odio cuando sacan esa carta.

—Entiendo cómo te sientes, pero…

—Comprendo —Trago de mi jugo para pasar la comida y me levanto de la silla, cortando con el tema.

Le hago una señal a Hades y ambos vamos por nuestras cosas y salimos de la casa.

. . .

—Tomo este. Este otro se queda… Oh no, verdad, debo acabar el informe que mandaron de ayer para mañana. Leer este libro para literatura y…

Me quedo en blanco y veo en mis manos los libros que tengo y cual otro debería llevarme. “Qué fastidio”, pienso. Dejo de hablar con la tapa del casillero y simplemente meto todo de nuevo en mi bolso, dejando, una vez más, el rectángulo de metal vacío.

Tengo muchos trabajos retrasados.

Veo el bolso y compruebo su peso, es demasiado. Recuerdo lo que dice mi madre, y me recuerda hasta el cansancio Hades, y empiezo a vaciar de nuevo, sacando al menos los cuadernos que no necesitaré por ahora. Me monto el bolso al hombro para comprobar y sonrío satisfecho, mejor.

—Ahí estás —dicen detrás de mí y antes de poder reaccionar alguien me cierra el casillero en mi nariz.

Maldigo por lo bajo al ver al responsable.

—Albert, ¿era necesario? —Le recrimino, cruzándome de brazos mientras se acerca a mí hasta quedar, como siempre, a medio metro de distancia de su estilizada figura.



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En el texto hay: #friendzone , #amorimposible, #friendstolovers

Editado: 17.09.2025

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