-Pequeño, escúchame lo que te voy a decir.
-Escucho, padre.
-Te daré el mejor consejo que un pescador pueda darte.
-Sí, señor.
-El pescar para el pescador, es una simple conciencia del estar perdido.
Hace ya 10 años que se fue mi padre, y tengo el mismo sueño todas las noches. Sueño con el último consejo que pudo darme. Pero nunca pude entenderlo. Hoy cumplo dos días de estar a la deriva y solo pienso en lo que me dijo. Ni siquiera pienso que estoy perdido. Me preocupa muy poco el morir, creo que a fin de cuentas, el destino del pescador es estar perdido.
Una vez escuché, que para conseguir el mejor pez debes de ir lo más lejos que puedas, lejos de los demás. En la calma absoluta. Solo ahí se encuentran los grandes peces. La ambición por el pez más grande hace que nos perdamos, sin embargo, aun en la serenidad de la soledad, no nos garantiza encontrar el gran pez, también requiere de paciencia y disciplina.
Hoy cumplo cinco días de estar a la deriva, ya casi se me acaba el agua, no podré sobrevivir muchos días más. Aún así, no tengo la más mínima preocupación al respecto. Morir no me da miedo. Me da miedo no encontrar el pez por el cual me he perdido. Que mi viaje no haya valido la pena. La voz de mi padre me atormenta todas las noches, y no entiendo por qué. Estaré todo el día en la proa con mi caña al mar.
Hoy cumplo una semana a la deriva, creo que moriré pronto. Mi cuerpo ya está muy débil. Estoy feliz de morir, creo que entendí lo que me dijo mi padre ese día. El perderse del pescador, solo tiene sentido cuando se hace por las verdaderas razones. El pez más grande soy yo.
No sé si estoy alucinando, pero veo un bote a lo lejos...