El miedo no es lo que me impide matarte. De haberlo sido, ya lo hubiera hecho. Te preguntarás entonces, qué me impide matar una persona: ¿Compasión?,¿Empatía? Tal vez, ¿Admiración? Sabemos que son simples necedades. Lo único que me hace vacilar para hacerlo, es el deleite. Sí, el deleite de hacerlo, de disfrutarlo. El gozo puro. El sentido de la existencia en la palma de tu mano. Por eso matarte sería autodestructivo.
La simple idea de que me gustaría hacerlo, eso me detiene. Me conozco muy bien. Sé que la exaltación sería tal, que mi cuerpo haría una metamorfosis instantánea. Nunca volvería estar sobrio de nuevo. Nunca podría parar.