CAPÍTULO 15. Un secreto.

El día había sido largo para Enzo. Diseños, pruebas, ajustes y reuniones que parecían eternas. Cuando por fin llegó a casa, lo único que quería era tirarse en el sofá con Nimsu en su regazo… pero la casa estaba inquietantemente silenciosa.

—¿Nimsu? —llamó, mientras dejaba las llaves sobre la mesa.
Nada. Ni un maullido.

Revisó cada habitación, incluso detrás de las cortinas y bajo la cama, pero no había rastro del gato. Lo primero que pensó fue que tal vez se había colado en la casa de Jules otra vez. Así que cruzó la calle y llamó a la puerta del veterinario.

—¿Está Nimsu contigo? —preguntó, con una mezcla de esperanza y ansiedad.
—No, no lo he visto desde esta mañana —respondió Jules, frunciendo el ceño.

Una punzada de preocupación le recorrió el pecho. ¿Y si se había perdido? ¿Y si estaba herido? Pasaron minutos que parecieron horas mientras Enzo caminaba de un lado a otro, incapaz de quedarse quieto. Jules, que había vuelto para comprobar cómo estaba, lo encontró así: con las manos en el cabello y los ojos buscando en cada rincón como si pudiera invocar al gato con la mirada.

—Enzo, tranquilo. Lo encontraremos.

No pasaron ni diez minutos más cuando un maullido familiar sonó desde el jardín. Enzo salió corriendo y ahí estaba: Nimsu, con la cola en alto, acompañado de una gata de pelaje gris y barriga notablemente redondeada.

—¿Pero qué…? —Enzo se arrodilló para acariciarlo, el alivio pintado en su rostro.

Jules se agachó junto a él y, con la experiencia de veterinario, acarició suavemente a la gata.
—Está embarazada —dijo, con una mezcla de sorpresa y diversión—. Creo que Nimsu quería presentarte a la madre de sus futuros hijos.

Enzo lo miró boquiabierto.
—¿Me estás diciendo que…?
—Exacto —sonrió Jules, conteniendo la risa—. Felicidades, vas a ser abuelo.

Ambos se quedaron observando a la pareja felina, que parecía completamente ajena al pequeño drama que había causado su escapada. Y aunque Enzo aún sentía un leve eco de preocupación, la sensación dominante era alivio y, curiosamente, calidez al compartir el momento con Jules.