EXTRA 4. El ramo y la sorpresa.

La ceremonia de Clara y Leo estaba en pleno apogeo. La iglesia olía a flores frescas y cera de vela, con rayos de sol entrando por los vitrales, iluminando los rostros de los invitados. Nimsu y Hari observaban curiosos desde los brazos de algunos niños, como si intuyeran que algo especial estaba por ocurrir.

Clara, radiante con su vestido sencillo pero elegante, se preparaba para lanzar el ramo. Leo le tomó la mano con ternura:

—Todo saldrá perfecto —susurró, sonriendo.

—Gracias, y gracias por acompañarme siempre —contestó ella, con una sonrisa nerviosa y emocionada al mismo tiempo.

Cuando llegó el momento de lanzar el ramo, Clara hizo algo inesperado. En lugar de lanzarlo al aire, se acercó discretamente a Jules y le puso el ramo en las manos. Jules, sorprendido, lo sostuvo como si no pudiera creer lo que estaba pasando.

—¿Qué…? —susurró, mirando a Clara con desconcierto.

—Confía en mí —dijo ella, guiñándole un ojo—. Tú solo mira.

Jules se giró justo a tiempo para ver a Enzo de rodillas, con un anillo brillante entre los dedos. Los invitados contenían la respiración. Nimsu maullaba curioso y Hari movía la cola, como si comprendiera la importancia del momento.

—Jules… —dijo Enzo, con la voz temblorosa pero firme—. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Quieres casarte conmigo?

Jules sintió un calor recorrer su pecho. La sorpresa, la emoción, todo lo que había sentido durante semanas de silencios y miradas finalmente se condensó en ese instante.

—Sí, Enzo —respondió, con lágrimas brillando en los ojos—. Sí, quiero.

Los aplausos resonaron por toda la iglesia mientras Enzo se levantaba y lo abrazaba, los gatitos observando desde el regazo de algunos invitados. Clara y Leo sonrieron, felices de haber sido parte de aquel momento mágico, mientras los niños reían y acariciaban a los gatos.

—No puedo creerlo… —susurró Jules, aún abrazado a Enzo—. Esto es… increíble.

—Lo es —contestó Enzo, apoyando la frente contra la de él—. Y es solo el comienzo.

Los invitados continuaron celebrando mientras los gatos corrían y se escondían entre las sillas, provocando risas. Era un momento que todos recordarían para siempre, lleno de magia, emoción y ternura.