Grayson
Creo que será una tradición que al despertarme tenga el cabello de Jade por toda la cara, y bueno, no me quejo. Al quitármelo, me quedo embobado viendo a mi hermosa novia.
Si te paras a pensarlo, es dura por fuera, pero una vez que pasas su barrera es la persona más dulce que puedas conocer. Me encargaré de que nada, ni nadie, la lastime.
Anoche fue la mejor noche de mi vida hasta ahora, y digo hasta ahora porque espero se repitan muchas noches como esa.
Podría ver a Jade dormir por horas, lástima que mi estúpido teléfono comienza a sonar. Me levanto con cuidado de la cama para no despertar a Jade, me coloco la ropa interior y el pantalón de chándal. Cuando observo la pantalla de mi teléfono veo que se trata de Sam.
—Más vale que tengas una buena razón para que me despiertes a esta hora—le advierto antes de que diga la primera palabra.
— ¿Si quiera sabes qué hora es? ¿Qué estuviste haciendo que estabas dormido? —lo último lo dice con un tono de insinuación.
—Eso no es tu maldito problema—susurro para no despertar a Jade, pero eso no impide que se lo diga con tono amenazante.
—Tienes razón, no es mi problema, pero gracias a tu tono ya sé la respuesta—ruedo los ojos, Sam es un caso perdido—. En fin. Te llamo para decirte que Angie, Lily y yo vamos para allá. Te recomiendo que si no están vestidos, se vistan.
Y sin más, Sam finalizó la llamada. Mierda.
Me giro hacia la cama. Jade parece una diosa, yaciendo desnuda, con los rayos del sol cubriendo su piel. Tengo más ganas de tumbarme en la cama con Jade y mandar a freír espárragos a Sam. Pero viene Lily y no tengo opción.
—Jade…—le susurro al oído, pero nada. No mueve ni un dedo—Vamos, nena, es hora de levantarse.
—Uhm…—Jade comienza a revolverse en la cama y se tapa la cabeza con las sabanas para que el sol no la moleste— Cinco minutos más, por fis.
—Ok, ya entendí, no te gusta levantarte temprano.
—Grayson, a nadie le gusta levantarse temprano. Al parecer eres el único anormal—replica aún con tono somnoliento.
—Ok, pero espero que no te sorprendas si de repente ves a Angie, a Lily y a Sam entrar por esa puerta.
— ¿Qué hiciste, Grayson? —Jade baja poco a poco la sábana de su cara y me mira interrogante.
—Yo no hice nada. Sam me llamo y me notificó que ya están llegando, así que vístete, dormilona—antes de tomar mi camiseta, le pego una nalgada. No puedo evitarlo. Estaba tentado desde anoche.
—Pero que dem…—no termino de escucharla protestar, pues salgo pirado del cuarto. Tal vez si me quedaba sería hombre muerto, aunque eso no evita que me vaya riendo por la expresión en su cara.
No he terminado de bajar las escaleras cuando el timbre de la casa suena.
— ¡Graysonnnnnn! ¡Quiero hacer pis! ¡Abre la puerta!—sip, definitivamente andan con Lily, esa manera de gritar solo la tiene ella.
Al abrir la puerta me encuentro a Lily saltando de un pie a otro. Es muy gracioso.
—Hola, pinki.
—No estoy para tu saludo, ¿dónde está el baño?
—La puerta al lado de las escaleras.
Y más rápido que un rayo, Lily sale disparada a vaciar su vejiga.
—Hola, hermano—me saluda Sam—. ¿Me hiciste sentir orgulloso anoche?
— ¿Podrías cerrar la boca? Eres insoportable. Hola, Angie.
—Hola, ¿dónde está Jade?
—Arriba. No demora en bajar. ¿Podríamos hablar un segundo a solas?—Sam me mira con el ceño fruncido—Luego te cuento de que se trata. Espera a Lily en la sala.
— ¿Vamos a la cocina? —pregunta Angie. —Podemos hablar allá.
—Claro. Te sigo.
No hemos terminado de llegar a la cocina cuando Angie se da media vuelta y me enfrenta.
— ¿Mi hermana está bien? —dice con preocupación.
Esto es algo que me gusta. Angie y Jade son tan unidas como Sam y yo. No hay nada que no haría por el idiota que está en la sala. Nuestros padres son amigos desde la adolescencia y nosotros no criamos juntos, como hermanos. Es bueno saber que, aunque ellas no tienen la misma sangre, darían la vida por la otra.
—Sí, no te preocupes. Anoche tuvo una de sus pesadillas.
—Oh, ¿te contó sobre ellas?
—Sí. Me contó absolutamente todo.
—Wow. Sí que debe quererte. Jade es muy reservada con respecto a ese tema—comenta, y yo siento una chispa de orgullo al saber cuánta confianza ha puesto Jade en mí—. En fin, ¿qué querías hablar conmigo?
—Me gustaría organizarle a Jade una fiesta sorpresa por su cumpleaños, ¿me ayudas?
—Ehm… ¿Jade no te comentó que odia celebrar su cumpleaños?
—Sí, lo hizo, pero han pasado casi cuatro años desde aquello. Creo que sería bueno darle un empujón para que supere ese terror que le tiene a su cumpleaños. Nada de lo que ocurrió esa noche es su culpa.