Grayson
Me siento en el limbo, no sé si estoy vivo o si estoy muerto. Tal vez no sea ninguna de esas dos anteriores.
No estoy vivo, porque trato de darle órdenes a mi cuerpo y este sencillamente no responde, le pido mover una mano, una pierna, o por lo menos abrir los ojos, pero sencillamente me ignora, no hace nada de lo que le ordeno y yo no puedo hacer nada para remediarlo. Y no estoy muerto, porque sencillamente no lo creo así, no me siento así. No creo que el estar muerto se sienta como si tu cuerpo y alma se dividieran en dos, y que cada uno hiciera lo que le plazca. Creo que al morir se debe sentir una paz plena. Completamente diferente a lo que siento.
En cambio, estoy inquieto. Inquieto por no poder moverme, por no saber qué es lo que tengo y él porqué estoy en este estado. Y, sobre todo, por no saber de Jade.
El limbo es un lugar al cual no deseo que nadie venga. Es frustrante no poder conectar tu cuerpo con tu alma, como si estuvieras en una oscuridad eterna y la luz fuera algo inalcanzable.
Y el dolor, Dios, ese maldito dolor va a matarme. Todo me pesa y todo me duele, en especial el lado izquierdo. Mi cabeza, mi pecho, mi brazo, el costado. El dolor es tan grande que quema, y lo peor es que, por más que intento aliviarlo, no puedo.
Entonces, escucho susurros, lejanos al principio, pero que poco a poco se van aclarando, siendo para mí como una luz entre tanta oscuridad. Un faro que me guía en las tinieblas.
—Va a estar bien, Sam. No te preocupes. —¿Ese es Ben?
—Eso no me alivia, Ben. No sabes el dolor que se siente al ver a tu hermano inconsciente—¿estoy inconsciente?— Grayson es… es el hermano que nunca tuve, y lo amo con todo mi ser. Ya sé que suena muy cursi y ridículo, pero él es parte de mí, no hay un yo sin un él. Estaría dispuesto a tomar su lugar con tal de que él estuviera bien.
—No creo que Grayson esté contento escuchándote decir eso. Muchas personas en estado de inconsciencia pueden oír lo que los rodea. Además, dudo que a Angie le agrade la idea.
—Me vale poco si está contento o no. Él tiene que despertar, todos lo necesitamos. Grayson siempre ha sido el más fuerte de los dos y no soporto verlo así. Y con respecto a Angie, tal vez tengas razón, y me odiaría por decir que tomaría el lugar de Grayson, pero sé que me entendería porque ella haría exactamente lo mismo por Jade.
—Supongo que tienes razón. Te voy a dejar a solas con él. Recuerda que puede escucharte, aprovecha y háblale, tal vez puedas ayudarlo a volver. Estaré fuera, por si me necesitas.
Pasa un tiempo y no escucho nada, pero sé que Sam está allí, tiene mi mano entre las suyas y la aprieta de vez en cuando.
—Mamá está preocupada por ti. Todos lo estamos—Sam solo le dice mamá a mi mamá cuando esta emocionalmente decaído. Que este de ese modo no es bueno—. Yo…—por un momento se le quiebra la voz. —Dios, Grayson, nunca esperé verte así. Vamos, hermano, sé que eres fuerte, levántate de esa cama, todos te esperan. Jade te espera.
Jade. Solo escuchar su nombre hace que mi corazón se dispare, supongo que Sam lo nota porque el monitor comienza a sonar más rápido, mostrando que mi ritmo cardíaco ha aumentado.
—Descuida, Jade está bien. Con unos cuantos rasguños, pero nada grave—escuchar eso me calma un poco y mi ritmo cardíaco disminuye—. Pensé que te habías alterado por otra cosa, te juro que iba a llamar a Ben, pero algo me dijo que fue por Jade.
Mi dulce y hermosa Jade, gracias a Dios que estás bien.
—Debes despertar. Si no, ¿quién me reprenderá cuando comenta un error? ¿Quién será el padrino de mi boda? Nadie. Sólo tú, hermano. Así que deja de ser tan dramático y párate de allí. Sé que estas bien, debes estarlo.
Sam, lo intento, hago todo lo que puedo, pero toda esta oscuridad que me rodea me tiene atrapado. Tengo una red de oscuridad encima de mí y no sé cómo deshacerme de ella, no sé cómo escapar. Desearía poder darte una señal, pero simplemente no puedo, por más que intento dar un paso hacia adelante, la oscuridad me jala dos hacia atrás.
—No te vas a librar tan fácilmente de mí, así que espero despiertes…
—¿Puedo pasar?— y allí está la voz de una de las mujeres que más amo, de la mujer que me dio la vida.
—Claro, mamá. Pasa—puedo notar como Sam cambia el tono de su voz a uno menos afectado para que mamá no se dé cuenta de cuán preocupado está.
—¿Cómo crees que está? ¿Cómo estás tú?
—Estamos bien—Sam siempre fue un pésimo mentiroso.
—No me mientas, te conozco como si te hubiera traído al mundo. Dime la verdad.
—¿Cómo crees que estoy, mamá?
—Mal, supongo. Ustedes son tan unidos que probablemente sientes el mismo desespero que él debe sentir por no despertar. Además, me estas llamando mamá y eso sólo lo haces cuando estas a punto de derrumbarte. Hijo, los amo a los dos por igual y lo sabes, pero no soporto verte así, tu hermano saldrá de esto. Tienes que ser fuerte por él.
—¿Cómo lo sabes?
—Soy su madre. Todas las madres tenemos un sexto sentido para saber sobre el bienestar de nuestros hijos, y el mío está bien. Sólo hay que esperar.