Fria como el hielo

Capítulo 33: Eso quiere decir…

Jade

—Dios, Jade, ¿podrías dejar de ir y venir? Me estas mareando—dice Angie de repente, sacándome de mis pensamientos—. Para de una vez.

Y es que desde que llegamos a mi casa he estado caminando desde el sofá individual, en el cual nunca me senté, hasta la ventana que está al lado de la puerta principal. Todo con la esperanza que en una de esas tantas vueltas pudiera ver a Grayson llegar a mi casa.

Pero no pasa nada. ¿Será que Sam no le pudo entregar la nota?

—Es fácil para ti decirme que pare, nunca tienes problemas con Sam, son perfectos—le riño, pero aun así le hago caso y me siento de una vez en el sofá.

—Claro que no somos perfectos, Jade, ninguna pareja lo eso—dice, poniendo los ojos en blanco—. El punto de una pareja esa conocer la imperfecciones del otro y aun así amarse. Con esto no estoy diciendo que debas apoyarlo en todo incluso si hace algo mal, pero conociéndose el uno al otro y teniendo una buena comunicación, pueden resolver cualquier contratiempo que se les presente. Lo que pasó entre Grayson y tú es que no tienen una buena comunicación y ambos son orgullosos. Tu más que él.

Pongo los ojos en blanco, aunque sé que todo lo que dice es verdad. Si yo me hubiera quedado con Grayson en el hospital cuando el despertó, nada de esto estaría pasando.

Pero no se puede volver el tiempo atrás. A veces, hay que asumir las consecuencias que se tomaron en el pasado y ahora afectan nuestro futuro. A veces, debemos dejar nuestro orgullo a un lado, para recuperar a ese alguien a quien amamos antes de que sea demasiado tarde.

—Sé que tienes razón y… supongo que fui una idiota al no entenderlo antes—me encojo de hombros—. Pero ahora, lo que más quiero, es saber que no es demasiado tarde para Grayson y para mí.

—Ven aquí—dice Angie, mientras palmea el lugar vacío junto a ella en el sofá.

Y yo hago caso como una niña pequeña. Me tumbo en ese lugar vacío y coloco mi cabeza en su regazo. Ella, como siempre, sabe lo que necesito, así que comienza a acariciar mi cabello.

Angie es tan maternal a veces que me cuesta creer que nuestra diferencia de edad es mínima, pues al igual que Olivia, puede ser muy sabia y muy buena consejera cuando se lo propone.

—Grayson y tú se aman de una manera tan intensa, que dudo mucho que sea tarde para ustedes. Cuando estabas sufriendo tu ataque de pánico y Grayson te vio… Dios, era como si él estuviera sintiendo tú mismo dolor, pude verlo en sus ojos. Y ni mencionemos cuando le impedí que viniera con nosotros, eso sí fue la gota que derramó el vaso para él.

—¡¿Qué tú le impediste que?!—grito, sentándome como un resorte en el sofá y viéndola con una mirada asesina.

—¡Ah no! No me mires así. No me vas a hacer sentir ni culpable ni responsable de esto. Grayson tampoco es que fue de mucha ayuda cuando Sarah te enfrentó, solo se quedó allí parado como un idiota sin hacer nada. Además, si la situación fuera al contrario, y fuera yo la que estuviera en tu posición, estoy segura que hubieras hecho lo mismo con Sam, ¿o lo vas a negar?

Suspiro enormemente antes de responder.

—No, no lo voy a negar, hubiera hecho lo mismo. Tienes razón.

—Siempre la tengo.

—Controla tu ego, hermana—digo rondando los ojos, porque sé que pedirle eso a Angie y que esta lo cumpla, es casi imposible.

—No, soy perfecta así, gracias—sonríe con superioridad, pero no me engaña sé que está haciendo esto para distraer mi mente.

Me levantó del sofá para dirigirme nuevamente a la ventana. No lo puedo evitar.

—Jade, no vayas a comenzar con tu ir y venir de nuevo, porque…

Pero ya no puedo escuchar la voz de Angie, todo a mi alrededor se paraliza, hasta mi respiración se ve interrumpida. Allí, al frente de mi casa, se estaciona mi auto y no es nadie más que Grayson el que baja de él. Creo que Angie sigue hablando, pero su voz se apaga poco a poco en cuento se acerca a la ventana a ver que me tiene tan hipnotizada.

De repente, salgo de mi asombro cuando me veo siendo empujada por Angie hacia la puerta de entrada.

—No te quedes allí parada como estatua, ve a encontrarte con tu chico.

—Ok, ok. Solo quédate aquí—digo antes de abrir la puerta y salir.

—No veo porque sal…—corto su voz cerrando la puerta. A veces habla mucho.

Tomo un gran bocado de aire para llenar mis pulmones antes de atreverme a girar y enfrentar a Grayson. Claro que no esperaba tenerlo a centímetros de mí en cuanto doy media vuelta.

—Yo… Hola—¿en serio? ¿Es lo único bueno que se me ocurrió decir?

—Hola—dice Grayson, mirando mis ojos fijamente.

Dicho eso, un gran silencio cae sobre nosotros. Yo simplemente no puedo hablar, mi cerebro y mi boca no se ponen de acuerdo.

Tenerlo frente a mí después de todo lo que ha pasado me deja paralizada. Sin embargo, el si logra romper el silencio en el que nos encontramos envueltos.

—¿Por qué no me dijiste la verdad?

—¿De… de que me hablas? —tartamudeando o no, por lo menos es un progreso que pudiera decir algo coherente.




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