Fria como el hielo

Capítulo 7: ¡Maldita sea!

Jade

¡Maldita sea!

Mi coche no quiere encender. He intentado meter la llave y hacerla girar unas quinientas mil veces ¿y qué creen? Exacto. No sucede absolutamente nada. Claro probablemente esto sea mi culpa, y es que mi sabelotodo cuñado-hermano-mejor amigo Benjamín, es decir, el novio de mi hermana; me dijo hace dos días que debía llevar mi coche al mecánico, ya que vio que estaba teniendo problemas con el arranque. Claro yo la mayoría de las veces le llevo la contraria, y muchas veces cuando lo hago acierto, pero hoy no fue una de esas veces. Pero qué iba a saber yo que se dañaría el coche justo hoy.

—Jade el coche no prende, mejor deja de intentar y dime qué piensas hacer—Angie al parecer tiene mucha prisa, porque tiene los brazos cruzados y golpeaba, repetidas veces, el piso del estacionamiento con el pie.

—No lo sé. Liv está de turno en el hospital, así que no puedo llamarla a ella para que nos dé el aventón a la universidad—le respondo mientras miro a ambos lados a ver que se me ocurre.

— ¡Ya sé!—Chilla— ¿Por qué no llamas a Benjamín? Él no dirá que no a sus pobres e indefensas hermanitas—dice con un falso puchero.

—Buena idea. Déjame marcarle a ver si contesta—abro mi coche. Agarro mi mochila y busco mi teléfono. Cuando lo encuentro comienzo a llamar a Ben—. Cruza los dedos para que no esté ocupado—al quinto tono contesta.

—Hola peque, ¿Cómo estás?

—Hola Ben, estoy bien pero podría estar mejor si mi hermano, cuñadito, mejor amigo favorito, me hace un GRAN favor—hago mucho énfasis en el «gran».

—Bueno para eso estoy ¿no? Dime ¿Qué favor?

—Exacto. Para eso estas. Y verás, mi coche no enciende, entonces…—no he terminado de hablar, cuando Ben me interrumpe.

—Ahhh... tu coche no enciende. ¿Y por qué será eso? ¿Qué te había dicho yo hace dos días, Jade Ann Thompson?—No sé por qué, pero normalmente cuando mi querido Ben—nótese el sarcasmo—, me dice que algo es cierto, y yo le llevo la contraria, pero a la final resulta que tiene razón, él se encarga de hacérmelo saber. Muchas veces.

—Ok, ok. Me dijiste que debía llevar el coche al mecánico porque el arranque estaba fallando y en algún momento no iba a encender, y blah, blah, blah… pero se me olvido, Ben. Lo juro. A, por cierto, no digas mi nombre completo de nuevo. Sabes que no me gusta.

—Pues para la próxima ocasión, escúchame por una vez en tu vida ¿quieres?—Ahora se oía exasperado.

—Está bien. Lo haré. Lo que importa ahora es si me harás el favor o no.

—Supongo que el favor es si puedo llevarte a ti y a Angie a la universidad ¿o me equivoco?

—No, no te equivocas, ese es exactamente el favor.

—Está bien. Súbanse. —dice eso y corta la llamada.

Miro extrañada mi teléfono, sin comprender lo último que dijo. Aunque lo comprendo todo en cuanto escucho su bocina. Me giro y allí está, una camioneta Nissan X-Trail 2016 plateada, con la ventana del copiloto abajo y un Ben sonriente asomado por ella. El muy idiota de seguro sabía que mi coche no encendería hoy. Porque, de no ser así ¿cómo supo que lo necesitaría hoy para llevarnos a la universidad?

— ¿Suben o no?—grita Ben, sonriente.

Angie y yo salimos trotando, casi corriendo, hacia la camioneta. Angie se sube atrás y yo en asiento del copiloto.

—Sabías que mi coche no encendería hoy, por eso estabas cerca, ¿verdad?—le reprochó a Ben.

—Ja. Por supuesto. Y eso te pasa porque no me haces caso. Quizás en el futuro, lo que te diga no te entre por un oído y te salga por el otro.

—Dios, que pesadito te pones cuando sabes que tienes la razón.

—Cállate y ámame—yo por supuesto ruedo los ojos.

Ben pone en marcha el automóvil y yo me quedo viendo mi pobre coche, muerto en el aparcamiento. Ya sé que he nombrado mucho a mi auto pero es que es mi único bebé. Un hermoso Audi A6 negro. Simplemente, quien lo ve se enamora.

— ¿Y tú enana? No has dicho nada desde que entraste en la camioneta, y eso es raro en ti—dice Ben mientras mira por el retrovisor hacía donde está sentada Angie.

—Ehm…—dice ella, ruborizándose. Agacha la cara para que no lo notemos, pero lo hizo muy tarde—. Yo solo… pensaba.

— ¿De verdad?—Ben la mira arqueando una ceja— ¿Y en que pensabas? O debería de decir ¿en quién? —Estrecha sus ojos—Déjame adivinar, es en ese chico que te trae loquita, el que, por supuesto; debe ser aprobado por mí para que pueda ser llamado tu novio. Porque déjame decirte que si no me lo presentas, en lo que a mí respecta, sigues siendo soltera.

—Sam aún no me pide que sea su novia—susurra, con pesar, pero Ben y yo la escuchamos perfectamente.

— ¿Cómo que aún no te lo pide? —Ahora Ben está frunciendo el ceño—. Es que acaso te estás enamorando de un idiota, digo, porque solo un idiota no se fijaría en alguien tan especial con tu enana. Además, si no lo hace pronto, tendré una seria conversación con ese tipo, sobre como NUNCA debe hacer sufrir a una de mis hermanitas.

—Pues la verdad es que ni yo sé por qué aún no me lo ha pedido, no quiero sonar desesperada, pero no sé qué tanto espera.




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