Fría inocencia

Capítulo 0: El despertar

Durante toda mi vida siempre fui alguien especial, pero, ser especial no siempre es algo bueno y menos cuando nadie lo comprende. Los humanos no son muy tolerantes con lo nuevo, le temen al cambio, y por más mínimo que sea… les causa temor. Debido a ello siempre estuve solo, a veces porque yo quería y otras veces por nadie quería, era como si fuera la sombra que oculta al monstruo que está debajo de la cama. Durante muchos años viví de esa forma hasta que un día, decidí que una vida de soledad no es vida. Tuve que cambiar mi forma de ser y mi forma de pensar, en un comienzo fue duro, pero al final tuve éxito, me convertí en uno más del montón y dejé de estar solo. Aunque, al pasar los días y los meses, me di cuenta de que había dejado de ser especial

Después de un extraño desperté con una fuerte respiración, como si hubiera tenido una pesadilla, me encontraba sobre una banca de madera al costado de un viejo poste de luz artesanal. Con una considerable migraña que solo me confundía más, debido a ello miré a mi alrededor como si buscara algo o alguien, pero lo único que encontré fueron oscuros árboles secos, muchas hojas blancas, e infinitos copos de nieve.

Un gran bosque blanco.

No sabía en dónde estaba o cómo había llegado, y casabes que intentaba recordar el dolor se hacía más intenso. Era como si un pájaro me perforara la cabeza en busca de gusanos, que carcomen el interior. Debido al dolor deje de pensar y mire el cielo, hay pude ver la nieve caer, pero por alguna razón no llega a mí, era como si desapareciera en el cielo, o tal vez se desintegraba. Pero eso poco o nada me importo, me encontraba en un lugar desconocido y por eso quería salir lo más pronto posible, así que me levanté de la banca y luego de estirarme un poco comencé mi camino.

Di unos pocos pasos lejos y la nieve por fin me tocó.

No caí mucho y por ello no le preste atención.

No había peligro.

Al caminar sin rumbo entre los árboles, me di cuenta que el bosque era muy agradable, a pesar de estar en infierno el frío era muy equilibrado y como todo era blanco el ambiente se veía muy puro. Parresia una escena saca de algún cuento de hadas. Seguí caminando por los alrededores hasta que, como si fuera una alucinación, a los lejos vi una pequeña silueta negra que no parecía ser una sombra. Se veía muy real. Sin perder tiempo caminé hacia la silueta y me di cuenta de que no era una sombra si no una espalda de una niña, cubierta por un sedoso cabello oscuro que chocaba contra el suelo.

Parecía seda negra, pero no lo era.

Los humanos no producen seda, solo los gusanos y las arañas.

Me acerqué más y más, disimulando tranquilidad, ella estaba agachada apoyándose en sus rodillas y parecía estar buscando algo, cuando por fin estuve lo suficientemente cerca le dije.

“hola”

“...”

No respondió.

“he… lamento molestarla, pero me encuentro perdido ¿podría decirme en donde estoy y cómo salir de aquí?”

“...”

Siguió sin responder.

“oye niña, es de muy mala educación ignorar a tus mayores”

“...”

Esto empieza a irritarme.

“okey ya me cansé”

Agarre unos de sus pequeños hombros y la empuje hacia atrás revelando a la niña que me estaba ignorando, al verla me sorprendí, aunque no se si era un sentimiento positivo o negativo.  Ella vestía un elegante vestido que parecía de la realeza, pero al mismo tiempo la hacían ver muy delgada, como si sufriera de desnutrición, su piel era muy clara, aunque solo se veían sus manos y su rostro, pero lo más destacable de todo y lo que me sorprendió fueron sus oscuros ojos, como si la cuenca de sus ojos solo sean pura pupila y nada más.

Piedras negras, brillantes como un diamante, pero oscuros como el vacío. Nunca había visto algo así, parecía salido de alguna leyenda urbana de Asia o una historia de terror del internet, pero por más terrorífico que sueñe, no lo es. Solo es inquietantes

Al verme ella me sonrió y me respondió, un poco melancólica.

“oh, asique no lo estaba imaginando”

Se puso de pie y se limpió la suciedad de su ropa.

“lamento haberte ignorado, mi nombre es Lala, es un gusto volverte a ver”

Qué presentación más extraña, volverte a ver, ¿acaso nos hemos visto antes?

“no te preocupes, Lala, estabas ocupada no es así”

“sí, estaba buscando bellotas”

“¿bellotas?

“si, hay muchos encerrados en la nieve y algunos que todavía no han caído. Mira, estas son las que encontré”

Ella levantó sus manos y me mostró un pequeño grupo de bellotas, había cinco bellotas de diferentes tamaños, también pude observar que las puntas de sus dedos estaban un poco maltratadas, quizás por buscar dichas bellotas.

“Mmm, son muy pocas”

“lo sé, pero hay está lo divertido. Nunca se sabe lo que podrías encontrar”

“¿y qué es lo que se puede encontrar?”

“piedras, bichos, hongo, hasta caca seca…”




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