Acobijada por la mañana
ella estaba,
mi inquietante corazón
la brisa y mis entrañas,
se desvisten
con su mirada limpia
su piel y sus ojos
viajaban como trozos de flor,
dormía
en la brisa del invierno.
Se tornó la noche
de inverosimil melodía,
senderos de lluvia
recorriendo el asfalto
el alma y sus pupilas.