Punto de vista de Markus Fleming
Le mentí….
La risa de Kaito, grave y estruendosa, llenó fácilmente el pequeño puesto de vigilancia en el que estábamos, en el segundo carromato de vigilancia que tenía el deber de cuidar el bienestar de todas las personas a nuestro cargo.
A mi lado, Drake, tras escuchar una más de las historias de Kaito, se contagió y soltó una carcajada, una de esas risas honestas y despreocupadas que no le había escuchado en estos últimos días.
Al verlo de reojo, sentí una punzada de culpa, por las mentiras que le había dicho al amigo del amor fallido que tuve en mi juventud.
A pesar de que no dije mentiras en mi historia, aun siento una extraña culpa por lo que pasó esa noche….
Con esos pensamientos en mi mente, mantuve una sonrisa en mi rostro, siguiendo la broma de Kaito sobre por qué no era buena idea espiar a las chicas.
Habían pasado unas semanas desde que tuve problemas con Drake, pero por suerte, había logrado tocar una fibra sensible en él en aquella ocasión, así que desde esa noche nos habíamos hecho más cercanos.
Al voltear a un lado, mis ojos se posaron en el Cronómetro de Arena que indicaba el final de mi turno. Poniéndome de pie, me estiré ruidosamente para llamar de cierta forma su atención del alegre ambiente.
“Bueno, caballeros, mi turno ha terminado.” Anuncié con un tono casual y alegre.
Con ambas miradas puestas en mí, miré directamente a Drake. “Drake, bajaré para ver cómo está Zoe, si te parece bien.”
Drake, aún con el humor de las bromas de Kaito, asintió. “Claro, ve. Seguramente ya está despierta.”
Me despedí de Kaito con un gesto y bajé por las escaleras, mientras la preocupación por Zoe y su secreto que guardaba volvía a mi mente.
¿Qué piensas hacer ahora, Zoe? Me pregunté. Drake ya sospecha, y no podrás ocultarle la verdad para siempre. Dije en mi mente, seguro de mis palabras por la verdad que sabía de ella.
Al conocernos, habíamos congeniado muy bien, y tras hablar varias veces en el primer viaje que tuvimos, logramos establecer una gran amistad. Amistad que se fue estructurando, ya que ambos nos dimos cuenta de que cargábamos con arrepentimientos del pasado. Al escucharla contar su historia noté ciertos vacíos y, sobre todo, contradicciones en la forma en que la relataba. Con la habilidad para leer a las personas que fui desarrollando con los años, sospeché que había algo más. Así que, entre preguntas casuales y bromas para medir su reacción, fui presionando poco a poco. Hasta que una noche, se sinceró y terminó contándome todo.
Sé que no son pareja y, más importante aún, sé que ni siquiera son hermanos. Y sé que ella daría lo que fuera porque eso último no fuera un impedimento para estar con Drake.
Llegando a la puerta de su habitación, toqué un par de veces antes de escuchar su voz del otro lado de la puerta.
“Adelante.”
Al entrar, la encontré recostada en su cama, con una expresión en el rostro que reflejaba la preocupación que venía a discutir con ella. Apoyada sobre unas almohadas, me dedicó una pequeña y cansada sonrisa al ver que era yo.
“Qué bueno verte, Markus, tengo algunas cosas que contarte.”
Cerrando la puerta detrás de mí, observé su expresión, dándome a entender lo que pasaba. Esa mirada... es la misma que pone cuando no sabe qué decisión tomar.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro.
“Déjame adivinar.” Dije, mi tono casual y un poco burlón. “Estás debatiéndote entre contarle la verdad a Drake de que no son hermanos o seguir fingiendo que no pasa nada.”
Zoe, sorprendida por mi precisión, infló los cachetes con una expresión de pura frustración antes de agarrar la almohada más cercana y lanzármela a la cabeza.
“¿En serio soy tan obvia?” Preguntó con una voz mezclada entre fastidio y diversión.
Esquivando la almohada con facilidad, solté una carcajada. “Para mí, sí.”
Mis ojos se posaron en la pequeña cafetera que había en una esquina de la habitación, un artefacto estándar en los carromatos de lujo. Caminando hacia ella, empecé a hablar para calmar de cierta forma a Zoe.
“Sabes, no deberías pensarlo tanto.” Dije, dándole la espalda mientras empezaba a preparar dos tazas.
“Tarde o temprano, él tendrá que saberlo, eso… y lo que realmente sientes por él.”
El suave impacto de otra almohada en mi espalda me confirmó que había tocado una fibra sensible.
“¡Ahh… no tienes que decirlo de esa manera!” Respondió, su voz sonando claramente avergonzada.
Sonriendo para mis adentros, me giré con las dos tazas humeantes en la mano y las llevé hasta ponerlas sobre su mesa de noche. “Jaja, ten, para que nuestra conversación sea más llevadera.”
Después de recoger las almohadas del suelo y sentarme en una silla cercana, la miré más seriamente. “Mira, si quieres que te ayude, necesito que me digas la verdad de lo que pasó ayer, porque Drake solo nos dijo que te desmayaste al enterarte de algo. Así que habla ahora, porque nos tenías bastante preocupados.”
La sonrisa de Zoe se desvaneció, siendo reemplazada por una mueca triste mientras bajaba la mirada a las sábanas que cubrían sus piernas.
“Perdona… no era mi intención preocuparlos.” Dijo antes de desviar la mirada mientras recordaba. “La verdad, colapsé por tonta, Markus. Por una tontería mía.”
Me miró, su expresión ahora grave. “Pero lo que te voy a contar no puede saberlo nadie más. ¿Entendido?”
Asentí, sintiendo cómo mi curiosidad iba aumentando como fuego al chocar contra un material explosivo.
“Ayer, mientras intentábamos abrir un Cristal Rúnico, Drake….” “Espera, ¿qué? ¿Un Cristal Rúnico?” Interrumpí, al escuchar el nombre de un objeto tan raro que solo sabía de él por los libros confidenciales que la realeza entregaba a los nobles.
“Ehh… sí, uno que teníamos…” “¿¡Pe-Pero cómo es que tienen un objeto como ese!?” Pregunté alterado, antes de calmarme al darme cuenta de que había perdido la compostura.