Punto de vista de Drake Helkar
Llegamos… por fin llegamos al lugar de mis sueños, al lugar por el que empecé este viaje. Pensé conflictivamente por los sentimientos que me invadían, ya que, por un lado, me sentía emocionado por el lugar en el que estaba y por saber si ese sueño también se haría realidad, pero, por otro, sentía una clara preocupación por las últimas palabras que escuché en aquel sueño, de hace ya varios años… Unas palabras que me provocaban un escalofrío por todo el cuerpo. “Nos veremos luego, nuevo Dios Dragón.”
A pesar de mis pensamientos, no pude evitar contagiarme un poco de la alegría del resto del grupo, ya que, después de todo, todos estamos en el puesto de vigilancia, observando con la boca abierta la increíble y majestuosa metrópolis construida en un gigantesco acantilado que caía a plomo sobre el mar, con cientos de miles de estructuras y puentes de madera y piedra que conectaban las distintas partes de la ciudad, desafiando la gravedad misma. El ambiente festivo era palpable incluso desde la distancia, gracias a las incontables decoraciones coloridas que colgaban desde cada edificio, que, por cierto, se parecían un poco a los de la parte oriental de mi anterior vida. Las calles estaban inundadas de gente, algo que no había visto ni en los desfiles que había cada cierto tiempo en el centro de Birton.
Una vez que la caravana se detuvo en la estación principal, todos bajamos, estirando las piernas después de tantos días de viaje. Casi de inmediato, Zoe, Markus y Kaito se dirigieron a una de las oficinas para arreglar los asuntos de nuestro contrato como guardias, ya que este sería el último viaje que haríamos juntos, porque Kaito y Jael se irían para el continente central.
Quedándome a solas con Jael, la inquietud que sentía iba creciendo cada vez más por el ambiente que nos rodeaba, ya que, como hablé con Zoe temprano, esta era la ciudad.
Ahh… ¡En serio me gustaría salir a investigar! Para así descubrir qué pasa exactamente en ese estúpido sueño que tuve… pero, por otro lado, no puedo dejar a solas a Jael… Maldita sea, ¿qué hago? Me pregunté, mirándola de reojo.
Durante la mayor parte del viaje, Jael se había mostrado muy tímida con todo el grupo de guardias, menos con Kaito y últimamente con Zoe y conmigo.
“Jael, ¿quieres dar una vuelta por aquí cerca mientras esperamos?” Le dije, buscando cualquier cosa que me permitiera moverme por la ciudad lo antes posible.
Ella dudó por un segundo, con una mirada desviándose hacia el edificio de madera en el que se habían metido los demás.
Adivinando lo que pensaba, me adelanté, diciendo. “No te preocupes, no nos alejaremos demasiado. Además, Zoe les dirá dónde estamos si salen y no nos encuentran en este lugar.” Y así será seguramente, ya que, conociéndola, ni bien vea que no estamos nos buscará con Perception.
Más calmada por mis palabras, Jael finalmente asintió con una pequeña sonrisa tímida en el rostro.
Empezamos a caminar sin muchas complicaciones a un nivel más alto, mezclándonos fácilmente con la enorme multitud.
Al pasar unos minutos buscando el lugar perfecto para ver un panorama de la ciudad, noté que empezábamos a separarnos por la timidez de Jael, ya que, al haber tantas personas, estas la empujaban cada vez más atrás. Por su parte, ella, sin poder decir nada, solamente se resignaba mientras intentaba seguir mi rastro.
Viéndola en ese estado, boté un suspiro antes de agarrarla de la mano y salir por un lado de esa gran calle, para después subir por unas escaleras de piedra talladas en la roca que vi a un costado. En silencio, seguimos subiendo hasta que llegamos a una zona más abierta, un lugar en donde había muchas personas comiendo platillos marinos que no había visto en mi vida. Asombrado, giré mi visión hasta encontrar a lo lejos una esquina en una plataforma de madera que parecía un poco más abierta que el resto, siendo este el lugar perfecto para ver una gran parte de la ciudad, o eso pensaba yo.
“Mira, ahí. Vayamos.” Le dije, aun estando agarrados de la mano hasta que, al verla un poco incómoda con la cara sonrojada, la solté. Mierda, creo que debí soltarla antes…
Una vez llegamos, me apoyé sobre los barandales de madera que separaban la plataforma del abismo, solo para quedarme sin aliento ante la increíble vista que se alzaba enfrente de nosotros, ya que, tal como lo había imaginado, esta era una gran ciudad, porque solo pude ver una fracción de la ciudad, antes de que se perdiera por una curva que tomaba el acantilado.
“Wow…” Grité, con una sonrisa genuina extendiéndose por mi rostro por primera vez en días. Queriendo compartir esa alegría con alguien, giré hacia ella. “Jael, ¿no te parece increíble esta vista?”
Ella, sonriendo también, se acercó para mirar, antes de responder en voz baja. “Sí, es hermosa.”
¿Eh? ¿Solo eso? ¡Pero si es increíble! Pensé mientras seguía viendo cómo el sol brillaba con fuerza gracias al cielo despejado que tenía la ciudad en ese momento, además, el mar azul chocaba contra las rocas del acantilado cientos de metros más abajo, creando una espuma blanca al lado de las rocas que había, dando a entender que en verdad este era el mar.
Viendo con más detalle, pude ver a cientos de miles de personas moviéndose por los puentes y las plataformas, un mar de cabezas que se perdía en el horizonte. La ciudad completa estaba decorada con pancartas de colores, y en cada esquina del centro había miles de comerciantes vendiendo souvenirs y comida del festival, todo con temática de la tormenta y de los caminantes de la tormenta.