Gran imperio de Fiore.
Ciudad de Magnolia.
7:10 de la mañana.
Una larga hora había transcurrido desde que el joven de intenso cabello rosa decidió dejar a sus queridos amigos en las tierras del brillante bosque de Fiore para continuar con la ardua búsqueda de los tres pequeños e inocentes infantes reales, siendo al final solo cuestión de poco tiempo para que aquél mismo espíritu guardián portador del gran elemento fuego lograra dejar la inmensa zona boscosa detrás y volviera a introducirse de una forma cautelosa en la ciudad de Magnolia, lastimado individuo que además todavía se podía visualizar en ese preciso momento cargando de una manera sumamente cuidadosa entre sus fuertes brazos a su inconsciente esposa de bellísimos ojos azules como el mar del sur.
Joven pelirosa que una vez que logró introducirse por completo en las profundidades de aquélla gigantesca e impresionante ciudad llamada Magnolia, fue capaz de apreciar con demasiada notoriedad la inmensa cantidad de devastación que había sido resultado de aquél terrible combate entre dos poderosos espíritus elementales rivales.
Natsu: Quién...quién sería el causante de todo este terrible y lamentable desastre.
Decía el joven portador del ardiente elemento fuego con una notoria seriedad en sus palabras mientras se encontraba desplazándose a una impresionante velocidad a través de las ligeramente iluminadas calles de aquélla ciudad de Magnolia, mismo escenario urbano que todavía se podía visualizar en ese preciso instante en un absoluto abandono debido a la terrible confrontación que durante casi toda la noche se desarrolló entre dos de los seres más poderosos del planeta.
Juvia: Na...Natsu...Natsu.
Llamó la hermosa peliazul con un tono ligeramente entrecortado en su casi inaudible tono de voz al momento de estar despertando poco a poco de aquélla profunda inconsciencia en la que había permanecido durante un largo tiempo, tratándose de un hecho que a su vez parecía haber provocado que aquél joven espíritu guardián de Althohalla detuviera de una forma sumamente abrupta su veloz recorrido a través de las numerosas y solitarias calles de la ciudad de Fiore.
Natsu: Ju...Juvia.
Dijo el joven pelirosa con una inmensa alegría reflejada en su mirada al estar observando cómo su amada esposa se encontraba abriendo de una forma lenta sus bellísimos ojos azules como el mágico mar del sur, misma fémina que una vez que logró despertar por completo solo procedió a colocar una de sus suaves manos sobre la lastimada mejilla de aquél gran espíritu guardián portador del fuego.
Natsu: Me alegro muchísimo de que hayas despertado mi amor, me tuviste preocupado por demasiado tiempo.
Dijo el joven de cabello rosa con una notoria alegría en sus palabras al estar sintiendo como aquélla hermosa mujer continuaba acariciando de una forma suave una de sus lastimadas mejillas, tratándose a su vez de una amorosa acción que además parecía estar inundando completamente el corazón de aquél mismo espíritu guardián de la misteriosa región de Althohalla de una enorme tranquilidad y paz emocional.
Al final, pocos minutos transcurrieron para que aquélla hermosa fémina portadora del devastador elemento agua decidiera ponerse nuevamente de pié después de haber sido curada de sus terribles heridas por la gran energía demoníaca proveniente de aquél monarca del reino de Romalia, de esta manera la flamante fémina de intenso cabello azul como el cálido mar del sur logrando estar frente a frente del hombre que más amaba en el mundo quién a su vez no había podido evitar abrazar con todas sus fuerzas a la mujer que con todo gusto regresó el cariñoso y gentil gesto.
Juvia: Qué...qué fue lo que sucedió, en...en donde está Erza...la derrotaste?.
Preguntó la espíritu portadora del elemento agua con una notoria duda reflejada en su dulce tono de voz mientras continuaba siendo abrazada de una forma cariñosa por su amada pareja sentimental, mismo consejero real perteneciente a la nevada región de Arendelle que después de escuchar las palabras por parte de su esposa solo había procedido a observarla de una manera cariñosa a los ojos.
Natsu: Sucedieron demasiadas cosas.
Respondió el joven pelirosa con una suma tranquilidad reflejada en su intimidante mirada al momento de continuar observando aquéllos bellísimos ojos azules pertenecientes a su amada esposa, misma fémina de intensa y larga cabellera azul que todavía se podía visualizar en ese preciso instante siendo abrazada de una forma sumamente suave por el hombre portador del ardiente elemento fuego.
Durante los siguientes minutos, el gran espíritu guardián del fuego se encargó de contarle todo lo sucedido con demasiada anterioridad a su pareja sentimental, desde la inesperada aparición temporal de aquélla hermosa fémina de intenso cabello rubio como el sol llamada Lucy, continuando después con la increíble e impresionante redención de la poderosa mujer de larga cabellera roja escarlata, hasta finalizar con el fortuito reencuentro con los dos actuales y flamantes monarcas originarios del reino de Romalia.
Siendo más específicamente aquél joven de marcas zorrunas en las mejillas el que se había encargado de curar todas las terribles heridas que aquella espíritu guardián del agua portaba en su cuerpo, tratándose a su vez de un noble acontecimiento que la hermosa fémina de intenso cabello azul se encargaría de agradecer después de que todo esté gran conflicto terminará en su totalidad.
Juvia: Lamento mucho haber quedado inconsciente, prácticamente yo perdí la batalla y te deje combatiendo solo.
Se disculpó la hermosa peliazul con una notoria tristeza reflejada en sus palabras mientras todavía podía sentir como su amada pareja sentimental continuaba abrazándola desde la zona de la cintura, mismo joven portador de aquél elemento fuego que simplemente decidió besar con demasiado cariño a la mujer que en ese instante se lamentaba por no haberlo podido ayudar más en contra de la poderosa espíritu oscuro llamada Erza.