Domingo 9 de Enero.
Gran reino de Arendelle.
11:00 de la mañana.
Actualmente, el gigantesco ser llamado sol se encontraba en ese preciso momento posicionándose sobre su punto más alto en aquél pueblo de Arendelle, mismo pueblo repleto de viviendas y comercios que en ese instante se podía visualizar siendo transitado por una inmensa cantidad de buenas personas, las cuáles sólo se apreciaban realizando sus respectivos deberes del día mientras un notable número de niños se distinguían jugueteando a la vista de sus padres.
Por su parte, en las majestuosas instalaciones del gran castillo de la región, cuatro jóvenes y un simpático muñeco formado de nieve se podían visualizar en ese momento ubicados todos juntos en la bellísima zona del enorme jardín trasero, mismos héroes del flamante reino lleno de abundante nieve nombrado Arendelle que sólamente se apreciaban conviviendo de una manera un tanto sería entre ellos.
Todo esto sin saber en lo más mínimo que un gigantesco barco se encontraba en ese instante acercándose poco a poco al muelle perteneciente a la nevada región, misma embarcación que actualmente transportaba en su interior a los poderosos salvadores del inigualable y misterioso planeta repleto de humanos.
Anna: No hemos recibido ninguna sola información de ellos, estoy empezando a preocuparme...y si algo salió mal.
Comentó la hermosa pelirojiza con una notable preocupación reflejada en sus palabras al estar sentada en una de las tantas bancas ubicadas en aquél jardín, tratándose de unas palabras que a su vez habían dejado totalmente pensativos tanto a los tres jóvenes hombres como al simpático muñeco formado de nieve.
Sting: Por el momento no nos queda nada más que esperar su regresó, eso es lo único que podemos hacer ahora.
Dijo el joven poseedor de la brillante luz elemental con una ligera seriedad en su voz al estar ubicado de pié justo a un costado de donde se encontraba sentada aquélla flamante princesa de Arendelle, mismo individuo de intenso cabello rubio platinado y de intimidantes orbes color azul oscuro que además se podía visualizar en aquél preciso instante cruzado completamente de brazos.
Rogue: Esto es un poco desesperante.
Habló el individuo de cabello negro con una notable seriedad reflejada en su mirada al estar observando el despejado cielo azul del gran reino de Arendelle, siendo una expresión qué se podía visualizar también en las respectivas miradas de todos los presentes en aquél jardín perteneciente al enorme castillo.
Kristoff: Tenemos que seguir confiando en ellos, son los espíritus guardianes, no pueden ser derrotados tan fácilmente.
Decía el flamante pelirubio con un inmenso entusiasmo reflejado en sus palabras mientras se apreciaba sentado en la misma banca qué su amada pareja, la cuál simplemente había decidido apoyar su cabeza contra uno de los hombros de aquél valiente joven que más amaba en todo el majestuoso mundo humano.
Olaf: Kristoff tiene razón, debemos tener toda nuestra confianza en ellos.
Exclamó el simpático muñeco de nieve con una notable esperanza reflejada en su voz al momento de estar mostrando una radiante sonrisa en su rostro, misma sonrisa que a su vez había dejado todavía mucho más pensativos a los cuatro jóvenes héroes del reino llamado Arendelle.
Anna: Lo siento, pero no...no aguantó más, daré la orden para que alisten un barco, ya que iré al imperio de Fiore a buscar a mis amigos...eso está decidido.
Decretó la fémina de intenso cabello rojizo con una tremenda decisión reflejada en sus bellísimos orbes color azul turquesa, mujer portadora de la legendaria espada formada de magia elemental que a continuación procedió a levantarse de aquélla banca construida de concreto, siendo un inesperado acontecimiento que además logró sorprender de una manera gigantesca a sus compañeros de equipo.
Sting: Estás demente?, si vas a ese lugar, los espíritus oscuros acabaran contigo fácilmente, no tendrás oportunidad.
Declaró el pelirubio con una expresión sumamente seria adornando su mirada al estar observando fijamente a la reina momentánea de la región de Arendelle, fémina de larga cabellera rojiza que sólamente pudo apretar sus dos puños con demasiada fuerza contenida debido a las palabras por parte de su compañero, misma mujer que sabía a la perfección que únicamente iría a estorbarle a sus demás amigos en la descomunal batalla en contra de los terribles espíritus oscuros.
Aunque justo antes de que la princesa de Arendelle pudiera decir algo más, los cuatro jóvenes héroes de la región fueron completamente interrumpidos cuándo un hombre de color llegó al enorme jardín con mucha agitación reflejada en su mirada, mismo antiguo guardia real que de una manera sumamente inmediata logró captar la absoluta atención de todos los presentes en esa zona del gran castillo.
Anna: Mattias...que es lo que sucede?.
Preguntó la reina momentánea de Arendelle con una notable duda reflejada en sus palabras al estar observando fijamente al antiguo guardia de color, el cuál en ese preciso instante continuaba respirando de una forma sumamente agitada a causa del gran cansancio físico que se distinguía en su todo cuerpo.
Mattias: Ellos...ellos están...de vuelta.
Respondió aquél hombre de ligera edad avanzada con una gran seguridad en su tono de voz una vez que había logrado recuperar completamente el aliento, tratándose de un hecho que había logrado dejar sumamente impactados a los cuatro jóvenes que se ubicaban en esa respectiva zona del bellísimo jardín del castillo, pero aún más a una valiente y flamante fémina de cabello rojizo e inigualables ojos color azul turquesa qué al parecer quedó sumergida en un total estado de shock.
Misma mujer de largo cabello rojizo que sin decir ni una sola palabra más decidió salir corriendo en dirección al interior del gigantesco castillo de Arendelle, siendo seguida a los pocos segundos transcurridos por los cuatro hombres y el simpático muñeco formado de una inmensa cantidad de magia elemental, individuos que junto con la valiente princesa de ojos color azul turquesa procederían a dirigirse hacia el hermoso muelle de la región llena de montañas.