Fruto del destino

Capítulo 2: El chico misterioso

Olivia

Desde aquel día no paraba de pensar en él, ¿qué me pasaba? Era como si hubiese caído en una especie de hechizo, sentía mariposas en el estómago solo de recordarlo. ¿Así se sentía el estar enamorado?

Mi cabeza cada vez estaba más confusa y el pequeño recuerdo de su rostro aquel día se repetía una y otra vez como un disco interminable.

<< ¿Quién era ese chico misterioso?>>

La mañana siguiente me desperté para ir a clases como de costumbre, era un día hermoso y decidí ir andando hacia el instituto. Quería despejarme. Pensar. Sobre todo, necesitaba tomar un poco de aire.

Cogí todas mis cosas y me dispuse a ir andando, ¿qué podía pasar? Caerme en medio de la calle era lo peor que podría ocurrirme. Era y soy una persona demasiado torpe.

El camino se me hizo muy ameno, amaba la nueva ciudad y disfrutaba cada rincón de ella. Todo era tan precioso que incluso me pregunté por qué no sabía la existencia de este hermoso lugar.

Cuando llegué solamente deseaba volver a verle. Al chico que conocí el primer día de clases. El chico realmente atractivo de ojos verdes. Necesitaba tener algún tipo de dato acerca de él. Averiguar su identidad era mi objetivo.

Volví a sentarme en el mismo banco a esperar que el timbre sonara con la esperanza de volver a encontrarlo en el mismo lugar. En aquella esquina. Donde mi mirada quedó puesta en él aquella mañana.

Cuando me fijé, el mismo grupo de chicos llegó como en el primer día y me detuve a observar detenidamente a todos los chicos intentando encontrar al de ojos verdes. Pero la decepción llegó a mi rostro cuando terminé de examinarlos y él no estaba.

¿Dónde estabas chico misterioso?

Estaba realmente confusa en aquel momento.

—Buh—Becca y Lily, las nuevas chicas que conocí aparecieron de la nada, dándome un susto de muerte.

—¡Ahh! —grité—me asustasteis, no es justo que os presentéis de esta manera, me mataréis de un infarto—dije atacada mientras Becca y Lily no podían evitar reírse.

Se sentaron a mi lado dejándome a mí en medio—¿Qué mirabas? Estabas tan concentrada que ha sido muy fácil asustarte—dijo Lily.

—Yo solo estaba observando aquel grupo de chicos, nada interesante.

—¿Te gusta alguno? —preguntó Becca, dándome un leve codazo con un tono burlesco.

—No—mi respuesta era obvia, el chico que había robado toda mi atención no estaba en ese momento.

—¿Segura? Estabas muy concentrada observándoles—Becca volvió a preguntar.

—Sí. Segura, se ven unos chicos muy atractivos, pero no son mi tipo.

—Algún día te los podríamos presentar—dijo Lily.

—Espera, ¿ustedes los conocen?

Estaba segura de que, si ellas conocían a los chicos del grupo, debían conocer al chico misterioso.

—Sí, son un año mayor que nosotras, yo estuve saliendo con aquel de allí —dijo Becca señalando a un chico que llevaba una camiseta blanca, tenía el pelo rizado y negro que resaltaba con su piel morena y sus ojos de color miel.

—¿Cómo se llama?

—Trent Cowell, estuvimos saliendo este verano, pero nos distanciamos un poco, básicamente le dejé porque estaba un poco confusa en aquel momento y no tenía las cosas claras.

—Trent sigue pensando en Becca aún, dice que no la supera, pero Becca ya no siente lo mismo que antes, es algo extraño—dijo Lily interrumpiendo.

Sonó el timbre y tuvimos que ir a clases.

El día fue como uno cualquiera. Las clases acabaron y cuando miré por la ventana antes de salir pude observar que estaba lloviendo, ¿esto era en serio? ¿cómo iría a casa? Había venido andando y ni siquiera había traído paraguas porque esta mañana estaba soleado.

En esta ciudad el tiempo cambiaba bruscamente de un momento a otro, era más cambiante que mis emociones y eso ya era complicado.

Mis padres no podrían recogerme, hoy comía sola porque estaban trabajando los dos y mi madre me dejó la comida preparada ya en casa.

Así que decidí volver andando, todo se me mojaría así que tenía que aligerar el paso para intentar mojarme lo menos posible.

Salí del instituto. Me quedé en el porche mirando hacia la nada, esperando un milagro para que dejara de llover. Estuve unos cinco minutos esperando, pero parecía que no dejaría de llover.

El camino hasta donde vivía no era muy largo, para llegar tardaba unos quince minutos. Sería un paseo bastante largo, aunque con suerte y si aligero el paso podría tardar menos de diez minutos.

Antes de salir del porche giré la mirada hacia el lado derecho del instituto y pude verlo.

El chico misterioso de ojos verdes. Aquel que robó toda mi atención el primer día.

Presuntamente también iba a salir a pie, la lluvia caía sobre su pelo castaño claro y solo me limité a observar cómo se iba lentamente. Viendo como su pelo se mojaba y caía perfectamente por su rostro. Entré en una especie de burbuja en la que me quedé durante unos segundos embobada observándole.

Reuní fuerzas antes de salir del porche y cuando me di cuenta la lluvia caía sobre mi pelo negro liso. Sin darme cuenta estaba detrás de él a una distancia considerable siguiéndole. ¿Por qué lo estaba haciendo? Mis pies caminaban solos hacia la dirección en la que él iba. Con suerte él iba en la dirección a la que estaba mi casa.

Notaba el frío. La lluvia calaba en mi ropa. Llevaba una camiseta de tirantes negra ya que por la mañana el día estaba soleado y el ambiente era cálido, así que solo podía ir más rápido para llegar lo antes posible. Pero no quería hacerlo para que no pensara que lo perseguía ¿Acaso estaba siendo una acosadora? Me estaba volviendo una completa loca.

¿Hacia dónde iba? Mi curiosidad aumentaba cada paso que daba tras él.

El paseo se me hizo corto pero intenso, sin darme cuenta había llegado ya a mi casa.

¿Qué debería hacer? Mi curiosidad me decía que lo siguiera, pero tenía la puerta de mi casa justo en frente de mí y la lluvia no ayudaba en absoluto.




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