Fruto del destino

Capítulo 32: Numero desconocido

Los Ángeles.

Lunes 30 de abril.

16:37 pm.

Olivia

—No quiero que os vayáis, no será lo mismo sin ustedes—sollocé mientras las abrazaba.

—Volveremos, no debes preocuparte por eso—dijo Becca.

—Venga, vamos a perder el avión y no quiero que acabemos todas llorando—dijo Lily metiendo prisa.

Yo estaba al lado de Nick mientras me consolaba y decía adiós a mis mejores amigas, yo estaba sujeta de su brazo y apoyaba mi cabeza en él—Las echaré mucho de menos—sollocé de nuevo mientras limpiaba las lágrimas que caían de mis ojos.

Él me acarició el brazo—Hoy comenzará la mejor etapa de tu vida—aseguró.

Volvimos hasta el coche y me quedé mirando por la ventana—Una cosa Nick—llamé su atención —¿Dónde viviré durante todo este año?

—Se supone que iba a ser una sorpresa, pero...—me miró —Te vendrás a mi casa.

—No jodas, ¿a esa casa enorme?

Él asintió —Tendrás tu propia habitación con baño incluido, he mandado a Lina para que decore la habitación y la prepare para esta tarde.

—¿Lina?

—La asistenta, es una vieja amiga de mi madre que necesitaba el dinero y me ayuda con la casa, seguro que os llevaréis muy bien.

—Esto va a ser grandioso, ¿quién diría que Olivia Shields estaría viviendo una vida de ensueño?

Me quedé perpleja ante todo lo que estaba llegando a mi vida, puede que fuese un simple golpe de suerte, pero lo que sabía era que debía aprovecharlo al máximo.

Llegamos hasta una calle lujosa, coches de alta gama asomaban por el vecindario y una enorme casa de color blanco apareció delante de mis ojos, era preciosa y moderna. Me quedé boquiabierta nada más salir del coche. Esto literalmente era lo que siempre había soñado y por fin se estaba haciendo realidad.

—Tu cuarto aún no está listo—dijo mientras alguien abría la casa—Deja las maletas en el cuarto de invitado si quieres—apareció una mujer ante mis ojos.

—Tú debes de ser la señorita Shields—me saludó—Mucho gusto en conocerla.

—Lina, ¿verdad? —le sonreí—Encantada.

—Acompáñeme, le enseñaré la casa—dijo ella adentrándose en ella para que la siguiéramos.

Nick hizo un gesto para que me adelantase a él—Las damas primero—sonrió.

—Qué caballero—solté mientras me quedaba alucinada con el interior de aquella mansión—Wow, nunca antes había estado en una casa de esta magnitud, sigo sin creerlo aún—miré a Nick—¿estoy en un sueño? Pellízcame...

—Pues debes creértelo, vivirás aquí durante mucho tiempo.

—Esta es la cocina, si deseas algo de comer solamente debes decírmelo—dijo Lina con una sonrisa.

—Claro—asentí mientras pasaba mi mano por la enorme encimera blanca de la cocina, estaba fría y era amplia, sus vistas eran impresionantes y el color nítido de aquella tenue luz era tranquilizante.

Me enseñaron toda la casa y yo simplemente me quedaba boquiabierta con cada nueva parte que veía de ella, esa casa era la descripción perfecta de un laberinto enorme, lleno de puertas con habitaciones, salas, pasillos. Incluso había una pequeña sala de cine. Era todo como vivir en la casa en la que todos alguna vez hemos soñado de niños.

—Ven, te enseñaré tu nuevo cuarto—dijo Nick enseñándome el camino.

Pasamos por un pasillo desnudo que tenía algunos cuadros que decoraban la simpleza de este. Nos paramos justo en frente de una puerta blanca y Nick se detuvo a abrirla. Mis ojos no creían lo que estaban viendo. Una habitación de color blanca llenó por completo mi vista, tonos beige y blanco predominaban en aquella habitación. Un enorme ventanal que daba hasta el bosque era lo que más llamaba la atención.

—Me encanta—se me llenaron los ojos de felicidad.

—Va a ser al final que sí está lista tu habitación, muchas gracias Lina por todo, no sé cuántas veces tengo que agradecer todo lo que haces, eres la mejor.

—Muchas gracias Lina—la miré mientras sonreía.

—Te dejo que prepares todo—dijo Nick—Esta noche habrá cena para celebrar tu llegada a este mundillo.

Yo asentí y miré de nuevo hasta la habitación mientras agarraba las maletas para llevarlas hasta adentro. Cerré la puerta detrás de mí y tomé aire. — Toca guardar todo—suspiré mientras abría la maleta y comenzaba a sacar todas mis pertenencias.

Después de estar una media hora colocando todo podía decir que este sería mi nuevo cuarto. Estaba exhausta, nerviosa y sobre todo feliz...

Se podría decir que aquella Olivia, la que estaba completamente rota por dentro estaba resurgiendo de sus cenizas como una nueva Olivia mejorada.

Me vestí con un vestido totalmente negro y me maquillé un poco para estar decente, antes de poder salir por la puerta, antes de poder tocar el pomo para abrirla mi móvil sonó. Era mi madre—Mierda— maldije. Se me había olvidado por completo llamar a mi madre, seguramente estaba atacada de los nervios por no contarle nada. Así que con un poco de miedo agarré el móvil y acepté la llamada.

—¡Olivia! —exclamó mientras yo daba un salto del susto.

—¿Sí? —intenté quitarle importancia.

—¿Cómo es que te han dado el papel y no me has dicho nada? —dijo ella bajando el tono.

—Se me olvidó, lo siento mamá—dije arrepentida—he estado muy liada y estoy un poco con la cabeza ida.

—Y qué tal con Nick, me he enterado de que te quedarás durante el año en su casa.

—¿Cómo lo sabes? —dejó un silencio.

—Contactos...—soltó.

—Bueno, si él es muy majo. Se está portando realmente bien conmigo. Ha montado una cena de celebración.

—Entonces dejo que te prepares, te quiero mucho pequeña renacuaja, cuídate.

—Te quiero mucho mamá.

Colgué el teléfono y lo dejé en la mesita de noche que había colocada al lado de la cama enorme posicionada en el centro de la habitación. Agarré el pomo y suavemente abrí la puerta para salir al pasillo largo. Escuché murmullos que parecían provenir del comedor. Salí hasta donde estaban todos y me quedé de pie mientras los observaba hablar. Me di cuenta que todavía había en mí restos de la antigua Olivia porque me daba pánico hablar por primera vez con gente simplemente por el qué dirán.




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