CAPÍTULO 8: “ LA VISITA DEL MÉDICO“

Las casas se apreciaban graciosas y amigables, las gentes bondadosas y sonrientes, pincelaron con su sonrisa la dulzura del paisaje.Un hechizo de magnolias y cerezos, aterrizó sobre mis narices, para fundirse con el cielo en una mística primaveral, en una inolvidable tarde de ensueño.

Inesperadamente, un coche me empujó, y, desviando mi trayecto, acabé en una zanja, deteniendo mi marcha. Acto seguido, las abejitas, aprovechando la confusión y me propinaron mi merecido.

Pocos minutos más tarde, arribé a mi casa. Me encontraba tan hinchado, que apenas podía ingresar por la puerta principal . Parecía un auténtico bizcochuelo con ojos, producto de las picaduras, pero eso sí, de chocolate, en alusión al oloroso y negro lodo que me cubría de los pies a la cabeza. Llamé a la puerta.

_ ¿Qué pepinos te ha ocurrido? _ preguntó mi madre, con voz firme, mirándome de arriba abajo con los nervios como dos garrafas a punto de estallar. 

_ Puedo explicarlo …  

_ Verás, Demettrio me vino a visitar …

Paseamos en bicicleta, y en el paseo, nos topamos con un extraño globo dorado.

_ ¡Resultó ser un panal de abejas!

¡Le dimos duro, y una miríada de abejas  guardianas,  hicieron el resto...!

_ Sabes bien que soy alérgico a las picaduras _ deslizó Michelín, considerando que si mentía, su castigo sería menor.

_ ¡Lo sé todo!_ exclamó Muriel, algo más calma.

_  ¡Demettrio me lo contó!_ añadió ella.