Yo, algo intrigado, indagué a mamá sobre Dem:
_ ¿ Cómo que Demettrio ?
_ ¿Pasó acaso por aquí... ?
_ MURIEL : _ ¡Sí, así es! Pasó por aquí hace poco más de una hora.
_ Me dijo que el de la idea de destrozar el panal... ¡fuiste tú!
_ CACHITO : _¡Cretino!_ pronuncié en voz alta, con un tono socarrón.
_ ¡Vamos, entra de una vez!
_ ¡Ahora te vas a dar un flor de baño! Ingresé, como midiendo el ancho de la puerta, “ de costeleta “... ¡vamos, de costadito!, porque de otra forma no podía.
_ MURIEL : _ ¡Pón el agua a calentarse!
_ ¡Ya te alcanzo la ropa!_ exclamó mamá.
_ MURIEL : _ ¡Aquí tienes! Acto seguido recogí la ropa , y me dispuse a ducharme . Cogí mi esponjita del Hombre Araña, y me di un exquisito baño. Me cambié en un santiamén. La camiseta de los New Kids y un bonito dije esmaltado, el último regalo de mi abuelito Kömm, hacían una combinación perfecta. Luego, acicalé mi cabeza de albondiguita, y perfumé mi cuello con el perfume de papá.
En tanto, mamá Muriel , ordenaba cuidadosamente en la nevera, los comestibles que había comprado en el supermercado. Mientras tanto, un bigotudo y regordete colchón de pelos, estiraba sus patas sobre el mueble, orquestando de inigualable centro de mesa.
_ ¿Mamá, puedo ir a jugar un ratito al fútbol con el hijo del vecino... ? _ inquirí, mientras me calzaba mis lustrosos botines nuevos y la infatigable camiseta de Lionel Messi. Me quedaba bastante corta, por no decir bastante arriba del ombligo. Pero en verdad, no me importó. Lucía con orgullo mi casaca, (talle recién nacido). Luego, abrí la nevera de un portazo, con tanta mala suerte, que al canalla de Panquecito, tras saltar sobre la comida, se atoró con un soberbio trozo de chorizo. Tenía los ojos como huevos fritos, y movía alocadamente la carretilla, (su mandíbula): como esos títeres artesanales, (que no paran de abrir y cerrar la boca), tratando de vomitar el soberano pedazo de carne.