"Frutyland:#1 (basada En Hechos Reales)

CAPÍTULO 12: "UNA PERSONA MUY ESPECIAL"

Luego, corrí presuroso hacia la fuente de aguas danzantes. Y, tras pedir tres deseos, arrojé las monedas. Regresé en un abrir y cerrar de ojos. En tanto, el marmota de Dem, continuaba aturdiéndose con su música. Pero ese barullo, ya no me molestaba sólo a mí, sino a toda la plaza. La gente del lugar, lo miraba con los ojos como platos y la mandíbula desencajada, como si fueran a comérselo crudo.

_ ¡Baja el volumen, sordo! _ le chillé en el oído.

Dem se dio vuelta, y tras desconectar sus auriculares, me miró y murmuró: _ ¿Yo, gordo...?

_ DEM: _ ¡Mírate tú... que ya pareces pelota de playa!_ espetó enfadado.

_ ¡Te dije sordo, no, gordo! _ retruqué agitando las manos.

_ Lo siento , pero no bajabas tu radio ni a palos _ le dije …

_ De veras , lo siento _ expresó Dem, avergonzado, con las mejillas rojas como dos paletas de fresa.

_ ¡Muero de hambre! _ murmuré.

_ ¡Igual, yo! _ manifestó Dem.

_ ¿Tienes algún plan...? _ interpeló.

_ ¡La pastelería de Pepe Luiggi, desde luego! _ ¡Está a dos cuadras de aquí! "Todo derecho “.

_ ¡Crucemos! . _ sugerí, aprovechando que no circulaba ningún auto cerca. Estábamos por cruzar la calle, cuando una viejecita, de rústicos atavíos, gafas oscuras y el cabello blanco y esponjoso como copos de nieve, nos detuvo. 

_ ¡Hola, muchachitos!, ¿ serían tan amables de acercarme a la vereda de enfrente para coger el autobús...?  ¡Es que tengo mucha prisa!_ añadió. _ Y no puedo caminar demasiado.

_ ¡Sí, desde luego! _ musitamos al unísono.

_ Aguarden un segundo, que me aferro de ustedes _ espetó la adorable ancianita de carita de rompecabezas y  colorete en las mejillas. 

Todos aguardamos.

_ ¡Crucemos, ahora! _ chillé, mientras el camión de los helados, se alejaba a toda prisa.

_ ¿Aquí está bien, señora ? _ preguntó Dem.

_  ¡Sí, muchachitos, gracias por vuestra ayuda!  

_ Niños... ¿ ustedes creen en el amor... ? A veces el verdadero amor, se halla más cerca de lo que creen _ espetó la viejita con una pícara sonrisita de arcoiris, pincelada entre sus labios.

_ ¡Ahí viene el autobús! ¡Adiós, niños! 

_  ¡Adiós!_ respondimos, mientras su simpática figura, se desvanecía a la distancia. 




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