Después de haber abierto el sobre me había quedado mirando la carta pensativa.
¿Que trataba de decirme mi madre en esta carta? ¿Lo que leería cambiaría todo?, no lo sabia pero querían averiguarlo así que abrí la carta y en ella decía:
Febrero 16 del 2015
Querida hija
Cuando empecé a escribir esta carta no sabía que decirte y no encontraba las palabras apropiadas,esperó que me haya salido bien.
Durante toda tu vida te he apartado de las cosas que me parecían peligrosas sólo para protegerte y porque quiero lo mejor para ti pero me he dado cuenta en estos últimos días que no te he dejado elegir,me he dedicado a que hagas las cosas que yo digo y eso no es justo Rachel, yo sólo quiero que seas feliz y con lo que estoy haciendo no te estoy haciendo feliz, por eso te pido que después de leer esto vayas para la universidad y elijas lo que de verdad te guste, con aquello que te apasione y te haga irremediablemente alegre.
Te amo hija, buena suerte y lucha por tus sueños.
Las lágrimas me empezaron a correr por mis mejillas,eran las últimas palabras de mi madre y me decía que luchara por mis sueños y que ella me apoyaría aunque no incluyeran a Stanford, debería este ser el momento en que me levantaré y empezaré a luchar por mis sueños, pero yo no tenía ganas de nada, sólo quería de vuelta a mi madre y seguir con nuestra vida, mi madre había sido mi todo por mucho tiempo, era mi padre y mi madre al mismo tiempo, siempre había estado cuando la necesitaba y nunca dejó que me faltará algo, nos mantuvo a mi abuela y a mí en una vida estable, siempre he admirado a mi madre, he querido ser como ella cuando tuviera mis hijos. Mi mamá más que mi madre era la persona que más admiraba cuando mi padre murió antes de que yo naciera, ella hizo todo por poder tenerme y brindarme una buena vida, trabajó mucho pero jamás me faltó amor de su parte siempre se las ingeniaba para conseguir tiempo para estar a mi lado, por eso me sentía tan horriblemente destrozada.
Caí de nuevo en la cama intentado conciliar el sueño, tenía la esperanza de que cuando despertara estaría con mi madre de nuevo.
—Hablaré con ella—dijo mi abuela al parecer con un hombre desde el pasillo del cuarto, pensé que era mi tío, el hermano menor de mi madre y el único hermano que tenía.
Mi abuela tocó la puerta.
—¡Rachel! ¡Mi amor!
No contesté, no quería hablar con nadie.
—Rachel, es el el abogado de tu madre quiere hablar sobre el testamento de tu madre.
—Me importa una mierda, me vale un puta mierda el dinero—pegué un grito ahogado, no solía decir palabras obscenas, pero cuando estaba muy triste solía decirlas.
—A mi tampoco me importa el dinero Rachel pero sino arreglamos lo del testamento, no podrás continuar con tu universidad y sabes que Stanford es de alto costo y yo ya no puedo conseguir trabajo.
—Eso ya no es problema, no voy a continuar.
Mi abuela abrió la puerta y tenía una expresión de sorpresa.
—Es decir que ahora vas a estudiar lo que te gusta de verdad como te lo dijo tu madre en la carta— Me dio un abrazo fuerte
—Estoy tan feliz, por fin decidiste cambiar de opinión.
Me aparte de ella, no estaba dispuesta a seguir a mi abuela en su charla de terapeuta. Tendría mi duelo a mi manera, por lo tanto yo misma designaria el tiempo para sanar.
—No abuela, yo no pienso seguir en la universidad ni en otra cosa parecida
—No digas eso, no puedes renunciar a todo sólo porque tu madre murió tu vida no ha acabado, Rachel. Y no voy a permitir que mi nieta se quede tirada por siempre en esa cama, ahora te vas a levantar y vas a a comer, además en dos días te inscribirias en las mejor clase de pintura de la ciudad, y ¡es una orden señorita!
Me tumbe en la cama de nuevo.
—¡Rachel!, hazme caso y levantate.
De mala gana me paré de la cama. Sabía que nunca pararía de armar un alboroto por nada.
—Estoy levantada ¿ahora estas feliz?
Solía ser grosera cuando estaba triste.
—¡No!
Timbro mi celular sobre la mesa de noche, ahorrandome el tener que seguir peleando con mi abuela por el momento.
—¡Hola!—dije con pocas ganas de hablar, cuando tuve el celular en la mano.
—Soy tu tío Rachel.
—Hola tío
—¿Como estas?
—¿Como quieres que esté?
—Lo sé Raechel es estúpido de mi parte preguntarte como estás, pero sólo quería asegurarme de que estás bien, tu abuela me ha dicho que estas en una depresión.
Mi abuela era una exagerada sólo habían pasado unas horas de la muerte de mi madre y ya estaba en una depresión, según lo que conocía una persona se puede decir que está deprimida al pasar más de una semana en una tristeza profunda y sin ganas de nada.
—Eso es exageración de mi abuela
Mi abuela me miró con rabia, solo han pasado siete horas de la muerte, se supone que debo estar llorando en una cama sin querer levantarme. Era mi madre no una desconocida, su muerte fue tan de repente que apenas he podido procesarla.
Hubiera deseado que su tiempo en la tierra fuera sido más largo, no tan breve como lo quizo Dios. No estaba enojada con él, pero me preguntaba que razones tendría él para arrebatarme mi madre cuando más la necesitaba. Estaba a punto de dar un gran paso a la universidad, quería que ella estuviera ahí para verme triunfar, ella quería esto más que nadie.
—Si lo sé, yo se fue exageración de mamá ella siempre es muy melodramática— Soltó una risita.
Sonreí, como no lo había hecho en las últimas 7 horas.
—Rachel no quiero contarte esto pero es necesario, mañana será el funeral de tu madre si quieres no vas, sé lo difícil que es para ti despedirte de tu madre, para mi lo es—su voz se entrecorto.
No me gustaba el hecho de despedirme de mi madre pero quería verla por última vez.
—Si iré.
—¿Segura que estarás bien?