Fuego Azul

Capítulo 4

Otro día en Heims Arts, con un ambiente típico de Texas, soleado y con brisas fuertes. Hoy amanecí de muy buen humor, mi abuela no se había equivocado, la pintura me sacaría de esa cama que fue mi única compañía por 3 semanas, pero a pesar de que estaba mejor, una gran nostalgia me inundaba, todavía no asimilada la muerte de mi madre. 
En los pasillos de Heims Arts había un gran revuelo. ¿Qué habría pasado?.

Me acerqué a la misma chica pelirroja que ayer me había ayudado a dar con mi salón de clases. Algo había en ella que me resultaba agradable. Solía preguntar o pedir ayuda a personas que en su rostro puedo ver alguien agradable con el cual me sería fácil mantener una conversación.

—¿Qué pasó?

La pelirroja sonrió

—Hola, ¿eres tu la que me preguntó ayer donde quedaba su salón de clases?

—Sí, esa soy yo—. Sonreí.—¿Que pasó?

—Un chico anduvo molestando a Miller a la entrada y él ahora le está dando una buena golpiza, mira como le pega de duro—Señaló la pelirroja a dos chicos que solo se alcanzaba a ver sus cabezas por la cantidad de gente alrededor de ellos.

Él chico que golpeaba Miller, era de cabello negro y de ojos cafés, tenía la cara llena de sangre y un ojo morado en cambio Miller solo tenía un pequeño moretón en la cara, parecía estar lleno de ira, sus ojos azules parecían botar chispas como la última vez que lo vi en Lightgood.

Miller no paraba de golpear al chico y yo me empezaba a asustar, pareciera que lo iba a matar, los alumnos lo miraban encantados por tan buena pelea de parte de Miller pero yo no podía dejar que se siguieran peleando, por eso decidí interponerme entre ellos dos, sabiendo que podría ser yo la golpeada pero no me iba quedar ahí mirando como todos, sabiendo que no iban a parar.

Rodando al montón de gente, pasé hacía donde ellos estaban  peleando, mientras lo hacía mucha gente me gritaba, pero no los escuché y me interpuse entre Miller y el chico de cabello negro. Miller me miró con sorpresa.

—¡Quítate Rachel!—Exclamó

No le hice caso y seguí en medio de los dos, sabía que Miller no sería capaz de golpearme por ser una chica.

—¡Rachel quítate!—Gritó.

—No, debes calmarte, vas a matar a ese chico.

—Eso a ti no te importa—su cara estaba tensa.

—Si me importa y mucho, piensa Miller si lo matas te pueden mandar a prisión.

Soltó una carcajada.

—Eres tan ingenua Rachel, eso no va a pasar.

Su expresión me asustó, se estaba riendo de una manera tan maniática. Y eso me hizo preguntarme, ¿Quien en verdad es él?.

—¿No te piensas quitar?—dijo de nuevo.

—No.

Me miró con rabia.

—Si no te quitas yo lo haré por ti.

No lo escuché y seguí de pie en medio de los dos, él se enfureció y me empujó fuera de ellos. Todos lo miraron asombrados, había golpeado a una chica que sólo intentó hacer un bien para él.

—Lo siento Rachel, pero estabas en medio de nosotros.

Algo en mi pareció sacudirse, mi corazón empezó a latir más fuerte y mi piel empezó a calentarse, sentí una adrenalina inigualable que corría por mis venas, todo mi alrededor se veía borroso y lo único que lograba ver bien era el rostro de Miller, me levante del suelo y me acerque hacia él, de manera rápida. Él me miró sorprendido.

—Rachel ¿Qué haces?

Sentí un calor inmenso en mi cuerpo y una gran ira hacia Miller, lo cogí por el cuello y lo lancé hacia el montón, Miller era pesado pero en este instante se sentía como pluma en mis manos.

Todo el mundo me miró sorprendido y aplaudió.

—Así se hace chica, para que aprenda a respetar a las mujeres. Todos gritaron al unísono.

Miller se levantó del suelo, mirándome sorprendido y se fue. 
La multitud me aplaudió de nuevo y se acercó a mí para alzarme, pasé por las manos de cada chico y chica hasta que me dejaron de vuelta a donde estaba.

Un grupo salió en medio de la multitud. Seis chicos me abrazaron, eran 2 chicas, una cabello negro y la otra era la pelirroja que me había ayudado a dar con mi salón de clases y los 4 chicos eran altos y musculosos, dos eran rubios ojos verdes y los otros eran cabello castaño y ojos cafés, eran muy guapos dije  para mí misma.

—Estuviste grandiosa dijeron los rubios. ¿Como te llamas?

—¿Rachel y ustedes?

—Yo me llamo Cameron—dijo el rubio más alto.

—Michael es el rubio con barba, Dallas es el otro rubio con cara de bebé, David es el chico de cabellos castaño y por último Simón es el chico con gafas, todos los llamados Sid.

—Y yo soy Abby—habló la pelirroja.

—Estuviste genial Rachel, mira como Miller salió avergonzado.

Soltó una carcajada y todos rieron excepto yo. Miller cada vez estaba peor, ahora también le pegaba a las chicas esta vez se había pasado.

—Pero él no me golpeó—  dije pensando en que no quería que tratarán mal a Miller por mi culpa.

—Quizás no te golpeó pero todos si vimos como te empujó, así no se trata a una mujer.

Era cierto así un chico no debería tratar a una chica pero yo estaba segura de que a Miller le pasaba algo, estoy segura de que el es un chico pacífico, debe pasarle algo lo he visto en sus ojos cuando está furioso, algo no anda bien en el.

—El no lo hizo con intención, a él le pasa algo, estoy segura, ¿Acaso no vieron sus ojos?, brotaban chispas azules.

Me miraron raro.

—Rachel, creo que el golpe te afectó, mejor te llevamos a la enfermería.

—No, estoy bien, estoy segura de lo que vi fue real.

Cameron me tocó la frente y la retiró como si algo le quemará.

—Estás ardiendo.

Me encargué de cerciorarme de que lo que dijeran no se tratase de una broma. Coloqué mi mano sobre mi frente y me di cuenta de que si era verdad que estaba ardiendo.

— Ahora te das cuenta  que necesitas ir a la enfermería.

Asentí y me llevaron a la enfermería, ahí me revisaron la presión y la temperatura, ambas las tenía alta. Me colocaron una bolsa con hielo para que se me bajara la temperatura y me dejara de doler la cabeza.




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