Fuego Cruzado

CAPÍTULO 6: BAJO FUEGO

La noche envolvía la ciudad en una penumbra espesa, solo interrumpida por la luz temblorosa de las farolas maltrechas. Hailey y Logan avanzaban por un callejón angosto, sus pasos resonando en el pavimento húmedo. Cada sombra podía esconder una amenaza, cada esquina un posible enemigo.

—¿Estás segura de esto? —preguntó Logan en un susurro, con la mano firmemente apoyada sobre la culata de su arma.

Hailey asintió, manteniendo la vista al frente. Su corazón latía con fuerza, pero su determinación era inquebrantable.

—No tenemos opción. Si queremos acercarnos a El Cuervo, tenemos que ganarnos su confianza.

Un ruido metálico resonó a lo lejos. Ambos se detuvieron en seco, instintivamente pegándose a la pared. La tensión en el aire era casi tangible.

Hailey sintió un leve escalofrío recorrerle la espalda. Logan sacó su arma con la rapidez de alguien que había estado en situaciones similares demasiadas veces.

—Dos hombres, a cincuenta metros —murmuró, entrecerrando los ojos para distinguir sus siluetas en la oscuridad.

Hailey llevó la mano a su propia pistola, respirando hondo. Había entrenado para esto, pero la realidad era siempre diferente a los simulacros.

—Tenemos que movernos antes de que nos vean —dijo ella.

Logan asintió, pero antes de que pudieran actuar, una ráfaga de disparos rompió el silencio de la noche. Hailey se agachó instintivamente mientras Logan disparaba en dirección a sus atacantes.

—¡Corre! —gritó él.

Hailey se lanzó hacia adelante, zigzagueando entre los escombros mientras las balas impactaban cerca de ella. Su respiración se volvió errática, pero su mente seguía enfocada en el objetivo: llegar a una cobertura segura.

Logan disparó dos veces más y uno de los hombres cayó al suelo con un grito ahogado. El segundo atacante, sin embargo, no se detuvo.

—Tenemos que separarnos —gruñó Logan—. Si nos mantienen en este punto, estamos muertos.

Hailey no quería dejarlo, pero sabía que tenía razón. Con un último vistazo, asintió y corrió en dirección opuesta.

La adrenalina recorría su cuerpo mientras se deslizaba entre callejones oscuros. Los gritos y disparos se hicieron eco en la distancia. Sus sentidos estaban en alerta máxima, cada músculo de su cuerpo preparado para reaccionar ante cualquier amenaza.

Se detuvo en la esquina de un edificio derruido y sacó su teléfono. Un mensaje corto a Logan: "¿Estás bien?".

Unos segundos después, la respuesta llegó: "Sigue adelante. Nos vemos en el punto de encuentro".

Hailey respiró hondo. Sabía que esto era solo el principio. Miró a su alrededor, evaluando su entorno. Necesitaba encontrar un lugar seguro antes de que más enemigos aparecieran.

Un crujido a su izquierda la hizo girar rápidamente con el arma lista. Un hombre alto y delgado salió de las sombras con una sonrisa cínica.

—Sabía que vendrías —dijo con voz áspera.

Hailey mantuvo su postura firme, su dedo sobre el gatillo.

—¿Quién eres? —preguntó sin bajar el arma.

El hombre levantó las manos en un gesto pacífico.

—Tranquila, solo soy un mensajero. Mi jefe quiere hablar contigo.

Hailey entrecerró los ojos.

—¿El Cuervo?

El hombre sonrió.

—Tal vez. Depende de cuánto valgas.

La tensión era insoportable. Hailey sabía que no podía confiar en nadie, pero también entendía que esta era su única oportunidad de acercarse a su objetivo.

—Llévame con él —dijo finalmente.

El hombre asintió y le hizo un gesto para que lo siguiera.

Hailey miró su teléfono una última vez. No había respuesta de Logan. Algo dentro de ella se tensó, pero no tenía tiempo para dudar.

Tomó aire y dio un paso adelante, sumergiéndose en la oscuridad del destino que la esperaba.




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