Fuego Cruzado

CAPÍTULO 11: EL PRECIO DE LA PASIÓN

El silencio pesaba como una losa sobre la habitación. Hailey podía sentir la mirada de todos sobre ella, esperando su decisión. Jason, el hombre en quien una vez confió, ahora estaba entre la vida y la muerte, dependiendo de su palabra.

—Hazlo —insistió El Cuervo, con su copa de whisky en la mano, sus ojos fríos como el acero.

Logan estaba a su lado, cada músculo de su cuerpo tenso, listo para actuar. Pero incluso él sabía que este era el momento de Hailey. Su decisión. Su carga.

Hailey respiró hondo, su mente trabajando a mil por hora. Si aceptaba, demostraba su lealtad a El Cuervo, pero se convertiría en alguien que siempre juró no ser. Si se negaba, su vida y la de Logan estarían en peligro inmediato.

—No haré esto —dijo finalmente, su voz firme.

El Cuervo inclinó la cabeza, como si estuviera estudiándola con renovado interés.

—¿No? —dijo con calma, aunque su tono tenía un filo peligroso—. ¿Crees que puedes venir a mi mundo y establecer tus propias reglas?

Jason dejó escapar un suspiro tembloroso. Logan, a su lado, tensó la mandíbula.

—No soy una asesina —continuó Hailey—. Pero tampoco soy una ingenua. Si Jason te traicionó, lo harás pagar con o sin mi ayuda. No necesitas que yo lo ejecute.

El Cuervo se quedó en silencio por un momento, evaluándola. Luego, esbozó una sonrisa.

—Astuta. Pero eso no significa que estés libre de esto.

Hizo una seña y dos de sus hombres arrastraron a Jason fuera de la habitación. Jason forcejeó, pero no tenía ninguna posibilidad.

—Hailey… —dijo en un último intento, pero ella apartó la mirada.

Cuando la puerta se cerró tras él, la habitación volvió a quedar en un tenso mutismo. Hailey sintió su corazón latir violentamente en su pecho. Había pasado la prueba, pero aún no estaba a salvo.

—Tienes agallas, Carter —murmuró El Cuervo—. Pocos tienen la audacia de desafiarme.

Se inclinó hacia adelante, con los dedos entrelazados sobre la mesa.

—Pero ahora tengo dudas. Si no estás dispuesta a hacer lo que se requiere, ¿para qué te quiero en mi equipo?

Logan se adelantó un paso, su postura firme.

—Porque la necesitas más de lo que crees. Si ella no estuviera aquí, el gobierno ya habría estado sobre tu maldita cabeza. Ella es tu mejor conexión con la única persona que puede sacarte de este problema vivo.

El Cuervo lo miró fijamente por un instante, luego soltó una carcajada.

—Interesante teoría, Reed. Pero aún no me has convencido.

Se levantó de su asiento y caminó lentamente hacia Hailey. Ella no se movió, no se encogió, aunque su piel hormigueaba con la intensidad de su mirada.

—Demuéstrame que eres útil —susurró, inclinándose sobre ella.

El aire en la habitación se volvió denso. Logan estaba a punto de intervenir cuando Hailey habló primero.

—Dame una misión —dijo ella—. Algo que pruebe que puedo ser valiosa para ti sin cruzar las líneas que no estoy dispuesta a cruzar.

El Cuervo la observó por un momento, luego asintió lentamente.

—Está bien. Tengo algo en mente.

Se volvió y tomó un cigarro de su escritorio, encendiéndolo con calma. Cuando exhaló el humo, su sonrisa se ensanchó.

—Quiero que robes información de un comandante enemigo. Se llama Viktor Mikhailov. Tiene un archivo que necesito. Y quiero que me lo traigas en 48 horas.

Hailey sintió un escalofrío recorrer su columna. Sabía quién era Mikhailov. No era un hombre fácil de engañar. Era peligroso, implacable.

—Hecho —respondió sin dudar.

Logan la miró con incredulidad, pero no dijo nada. Sabía que una vez que Hailey tomaba una decisión, no había vuelta atrás.

—Bien —dijo El Cuervo, con una sonrisa de satisfacción—. Entonces, vayan a prepararse. Porque si fallan… —hizo una pausa, su mirada oscureciéndose—, no habrá una segunda oportunidad.

De regreso en su escondite, Logan cerró la puerta detrás de ellos y la miró con una mezcla de enojo y admiración.

—¿Sabes en lo que te acabas de meter? —preguntó, su voz baja pero tensa.

Hailey dejó caer su chaqueta sobre la mesa y exhaló.

—Sí. Pero era la única opción.

Logan se acercó, su presencia intensa. Sus ojos estaban oscuros, llenos de preocupación.

—Esto no es un simple trabajo de espionaje, Hailey. Nos estamos metiendo en un territorio donde un solo error significa la muerte.

Ella lo miró, sintiendo cómo la tensión entre ellos cambiaba, volviéndose algo más profundo, más cargado de emociones reprimidas.

—Siempre supe que esta misión iba a ser así —susurró.

Logan pasó una mano por su cabello, frustrado.

—Maldita sea, Hailey… —murmuró, y antes de que pudiera detenerse, la atrajo hacia él.

El choque de sus cuerpos fue eléctrico. El mundo exterior desapareció mientras sus labios se encontraban en un beso cargado de furia y deseo contenido. Logan la sujetó con fuerza, como si necesitara asegurarse de que aún estaba allí, de que aún era suya.

Hailey respondió con igual intensidad, aferrándose a su chaqueta, permitiendo que la adrenalina y la necesidad los consumiera.

Cuando finalmente se separaron, sus respiraciones estaban entrecortadas. Logan apoyó su frente contra la de ella.

—Esto no cambia nada —susurró.

Hailey sonrió levemente.

—Lo sé. Pero por ahora… tampoco lo detendré.

Logan la besó de nuevo, más suave esta vez. Porque aunque sabían que estaban caminando sobre fuego, ninguno de los dos quería apagar la llama.




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