Fuego Cruzado

CAPÍTULO 13: UN FANTASMA DEL PASADO

La brisa nocturna arrastraba el olor a tabaco y metal oxidado mientras Hailey y Logan se mezclaban entre la multitud del club clandestino. Mikhailov estaba allí, en algún lugar entre el humo y la música ensordecedora. La adrenalina recorría sus venas, pero su expresión era fría, calculadora.

—Mantente cerca —murmuró Logan, su aliento cálido contra su oído.

Hailey asintió, sin apartar la vista del objetivo. Sabía que tenían poco tiempo antes de que su presencia llamara la atención equivocada.

La información de Sergei había sido precisa: Mikhailov llegaba acompañado de su séquito de guardaespaldas y se dirigía a la zona VIP. Conseguir acceso no sería fácil, pero ya tenían un plan. Un plan que, si todo salía bien, los acercaría más a El Cuervo.

Hailey se ajustó el vestido, una prenda demasiado ajustada para su gusto, pero necesaria para la distracción que necesitaban. Se abrió paso entre los clientes del club, asegurándose de que la mirada de Mikhailov se posara en ella. Sabía cómo jugar este juego.

Logan observaba desde la barra, su postura relajada, pero sus ojos nunca la perdían de vista. Odiaba este método, pero sabía que era la mejor opción.

Cuando los ojos de Mikhailov finalmente se posaron en Hailey, ella sonrió, inclinando ligeramente la cabeza en un gesto de interés. Funcionó. Él levantó su copa en un saludo silencioso y ella avanzó lentamente hacia su mesa.

—No esperaba encontrar algo tan interesante esta noche —dijo Mikhailov, su acento pesado mientras escaneaba cada centímetro de Hailey.

Ella sonrió con coquetería, pero su mente estaba en otra parte. Tenía que encontrar la manera de acercarse lo suficiente para conseguir lo que buscaban.

—¿Qué te trae a un lugar como este? —preguntó Mikhailov, ofreciéndole una copa.

Hailey tomó el vaso, pero no bebió.

—El mismo motivo que a todos —respondió con un tono sugerente—. Negocios y placer.

Mikhailov rió entre dientes, claramente intrigado. Hailey podía sentir la mirada de Logan clavada en ella desde el otro lado del salón, pero ignoró la incomodidad que eso le provocaba.

—Tal vez podamos hablar de negocios entonces —sugirió Mikhailov, inclinándose más cerca.

Era la oportunidad perfecta. Hailey deslizó una mano sobre la mesa, buscando su teléfono en el bolso. Un solo clic activaría el micrófono oculto y Logan podría escuchar todo.

Pero entonces, una voz interrumpió el momento.

—No esperaba verte aquí, Hailey.

El mundo pareció detenerse. La voz era baja, familiar, un eco de un pasado que había intentado olvidar. Lentamente, Hailey se giró y su respiración se atascó en su garganta.

Frente a ella, con una sonrisa burlona en los labios y los ojos llenos de sombras, estaba Ryan Carter.

Su hermano.

—¿Qué demonios haces aquí? —preguntó Hailey, su tono bajo, pero afilado.

Ryan ladeó la cabeza, evaluándola con la misma mirada astuta de siempre.

—Debería preguntarte lo mismo, hermana. No imaginé que te involucrarías con gente como esta.

Mikhailov observó la interacción con interés, pero Hailey supo en ese momento que su misión acababa de volverse mucho más complicada.

—¿Lo conoces? —preguntó Mikhailov, alzando una ceja.

Hailey tragó saliva y obligó a su mente a trabajar rápido.

—Un viejo amigo de la familia —respondió con una sonrisa tensa.

Ryan rió entre dientes, pero no la desmintió.

—Digamos que tenemos una historia juntos —dijo con un tono casual, pero sus ojos transmitían otra cosa.

Logan, al otro lado del club, ya se había percatado de la situación. Se movió discretamente hacia su posición, pero Hailey sabía que esto requería sutileza.

—Quizás deberíamos ponernos al día después —sugirió Hailey, intentando retomar el control de la conversación.

Pero Ryan no era de los que dejaban pasar oportunidades fácilmente.

—¿Después? —repitió, fingiendo sorpresa—. Creo que ahora es un buen momento.

El ambiente se volvió denso. Hailey sintió la tensión en cada fibra de su cuerpo. Ryan no era un hombre que hablara en vano. Y si estaba aquí, significaba que sabía más de lo que decía.

—No quiero interrumpir tu… negocio —continuó Ryan, su mirada fija en Mikhailov—. Pero hace mucho que no veo a mi hermana, y me gustaría asegurarme de que está en buenas manos.

Mikhailov se relajó en su asiento y bebió de su copa, entretenido con la escena.

—Siéntate, amigo. Podemos compartir una copa y ver qué tan confiable es tu hermana.

Hailey sintió un nudo formarse en su estómago. Esto se estaba saliendo de control.

Logan apareció detrás de ella en ese momento, su presencia firme como una advertencia silenciosa.

—Creo que ya tuvimos suficiente hospitalidad por esta noche —dijo Logan con voz baja, pero letal.

Ryan sonrió, pero su mirada se endureció.

—Ah, así que tú eres el famoso Logan Reed. He oído muchas cosas sobre ti.

La tensión en la mesa era casi insoportable. Hailey necesitaba alejarse de allí antes de que las cosas explotaran.

—Ryan, tenemos que hablar en privado —dijo con firmeza.

Ryan la miró por un largo segundo antes de asentir lentamente.

—Bien. Pero asegúrate de que no me hagas perder el tiempo.

Mikhailov se rio entre dientes y levantó su copa en un gesto burlón.

—Esto ha sido más entretenido de lo que esperaba. Nos veremos pronto, Hailey.

Sin otra opción, ella se levantó y siguió a su hermano fuera del club, con Logan pisándoles los talones. Sabía que lo que estaba por venir podía cambiarlo todo.

Y no estaba segura de estar preparada para ello.




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