Fuego Cruzado

CAPÍTULO 17: UN FANTASMA DEL PASADO

La presión del cañón contra su espalda era un recordatorio cruel de que habían caído en una trampa. Hailey y Logan se miraron por un segundo, un intercambio silencioso que decía todo: estaban rodeados, sin armas y sin un plan de escape inmediato.

—Entren —ordenó uno de los guardias, su voz firme y sin emoción.

Hailey levantó las manos lentamente y dio un paso al frente. Logan hizo lo mismo, aunque su postura rígida dejaba claro que estaba listo para atacar en cualquier momento si veía una oportunidad. La puerta de metal se cerró tras ellos con un estruendo, y el sonido del cerrojo asegurándose envió un escalofrío por su espalda.

Delante de ellos, en el centro de la habitación, estaba Mikhailov. Vestía un traje impecable y tenía una copa de vodka en la mano. Sonrió, como si la escena le divirtiera.

—Sabía que vendrían —dijo con un marcado acento ruso—. Pero me decepciona que hayan sido tan predecibles.

Hailey mantuvo su expresión neutral, ocultando la rabia que hervía dentro de ella.

—¿Para qué todo esto? Si sabías que vendríamos, ¿por qué no matarnos al entrar?

Mikhailov soltó una risa baja y tomó un sorbo de su vodka.

—Porque me intrigan. Pocos tienen el descaro de intentar robarme. Y aún menos sobreviven para contarlo.

Logan dio un paso adelante, sus ojos oscuros como el acero.

—Córtate con los juegos, Mikhailov. Si nos querías aquí, significa que tienes una propuesta.

El ruso lo estudió por un momento antes de asentir lentamente.

—Inteligente. Sí, tengo una oferta. Trabajen para mí.

Hailey sintió que su estómago se apretaba. No podía estar hablando en serio.

—¿Quieres que traicionemos a El Cuervo? —preguntó con incredulidad.

Mikhailov sonrió, como si la idea le divirtiera.

—Quiero que sobrevivan. Y créanme, seguir a El Cuervo no los llevará a nada bueno. Él no confía en ustedes. Solo los está usando hasta que dejen de ser útiles.

Hailey intercambió una mirada con Logan. Sabían que no podían confiar en Mikhailov, pero tampoco podían descartar su advertencia. Lo que decía tenía sentido. El Cuervo los consideraba herramientas, nada más.

—Danos una razón para creerte —dijo Logan con frialdad.

Mikhailov chasqueó los dedos y uno de sus hombres dejó un expediente sobre la mesa.

—Dentro de este archivo hay pruebas de que El Cuervo ya ordenó su ejecución. Para él, ya son prescindibles.

Hailey sintió cómo un escalofrío le recorría la columna. Se acercó a la mesa y abrió el expediente. Fotografías. Informes. Órdenes firmadas con el sello de El Cuervo. Había instrucciones claras para eliminarlos después de que cumplieran su misión.

Su pulso se aceleró. Sabía que estaban jugando con fuego, pero no esperaba que los traicionaran tan rápido.

Logan la miró, su mandíbula tensa. Sabía lo que esto significaba.

—¿Qué quieres de nosotros exactamente? —preguntó Hailey, sin apartar la vista del archivo.

Mikhailov sonrió.

—Información. Quiero lo que ustedes le iban a entregar a El Cuervo. Y a cambio, les ofrezco protección.

Hailey cerró el archivo y lo dejó sobre la mesa.

—¿Y cómo sabemos que no nos matarás en cuanto te demos lo que quieres?

Mikhailov se inclinó ligeramente hacia adelante, su mirada penetrante.

—Porque a diferencia de El Cuervo, yo veo valor en ustedes a largo plazo.

El silencio se alargó mientras Hailey analizaba la situación. Sabía que tenían que salir de allí con vida, pero aliarse con Mikhailov significaba traicionar todo por lo que habían luchado hasta ahora.

Logan cruzó los brazos y habló con tono seco.

—Necesitamos tiempo para pensarlo.

Mikhailov se encogió de hombros.

—Tienen 24 horas. Después de eso, si no aceptan, asumiré que son mis enemigos.

Los escoltaron fuera del edificio y los dejaron en una calle desierta. La brisa fría golpeó el rostro de Hailey, pero no la ayudó a calmarse.

—¿Y ahora qué? —preguntó Logan, su voz baja pero cargada de tensión.

Hailey respiró hondo. Miró a su alrededor, asegurándose de que estaban solos.

—No podemos confiar en ninguno de los dos —dijo—. Pero si El Cuervo nos quiere muertos, necesitamos un plan para adelantarnos.

Logan asintió lentamente.

—Eso significa que estamos solos en esto.

Hailey lo miró, sus ojos reflejando la misma determinación que ardía en su interior.

—Entonces será suficiente.




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