Fuego Cruzado

CAPÍTULO 18: ALIANZAS ROTAS

El eco de sus pasos en la calle vacía resonaba como una sentencia de muerte. Hailey y Logan caminaban en silencio, con la mente acelerada y la adrenalina aún ardiendo en sus venas. La oferta de Mikhailov pendía sobre ellos como una soga al cuello.

—Necesitamos decidir —dijo Logan finalmente, rompiendo el pesado silencio.

Hailey detuvo su andar y lo miró fijamente.

—No podemos confiar en él, pero tampoco podemos volver con El Cuervo. No después de esto —respondió, sosteniendo el expediente que Mikhailov les había entregado.

Las pruebas de su inminente ejecución eran claras. El Cuervo los había marcado. Solo era cuestión de tiempo antes de que los eliminara.

—Entonces, ¿qué hacemos? —preguntó Logan, su voz baja y peligrosa.

Hailey respiró hondo.

—Nos adelantamos. Jugamos nuestro propio juego.

Logan la estudió con atención. Sus ojos grises reflejaban una tormenta de pensamientos, pero finalmente asintió.

—Si vamos a traicionar a los dos, más nos vale hacerlo bien.

Hailey miró el expediente una vez más. Sabía que si cruzaban esta línea, no habría vuelta atrás. Pero quedarse quietos era una sentencia de muerte.

—Mikhailov nos quiere vivos porque somos útiles. El Cuervo nos quiere muertos porque somos un riesgo —dijo ella, analizando cada posibilidad—. Lo que significa que la única manera de ganar es convertirnos en una amenaza para ambos.

Logan dejó escapar una risa seca.

—¿Y cómo demonios hacemos eso?

Hailey apretó el expediente entre sus dedos.

—Descubrimos quién está realmente detrás de todo esto. Y nos aseguramos de que nos necesiten más de lo que quieren matarnos.

De regreso en su escondite temporal, extendieron todos los documentos sobre la mesa. Fotografías, registros de operaciones, nombres clave. Todo señalaba una red mucho más grande de lo que habían imaginado.

—Aquí hay algo que no encaja —murmuró Hailey, pasando los dedos sobre un nombre repetido en varios archivos.

Logan se inclinó sobre la mesa.

—¿Marcus Adler? —leyó en voz alta—. ¿Quién demonios es ese?

Hailey frunció el ceño.

—Eso es lo raro. No es un líder conocido. No tiene registros en la agencia ni en los archivos militares. Pero su nombre aparece en las transacciones de Mikhailov y en los informes internos de El Cuervo.

Logan golpeó la mesa con los nudillos.

—Entonces, él es la clave.

Hailey asintió y sacó su teléfono. Tenía que moverse rápido antes de que cualquiera de sus enemigos descubriera que sabían demasiado.

—Voy a contactar a Ryan. Tal vez él pueda decirnos algo.

Logan gruñó, evidentemente disgustado con la idea.

—No confío en él.

—Yo tampoco —admitió Hailey—. Pero ahora mismo, es la única persona que podría darnos ventaja.

Marcó el número y esperó. Tres tonos. Cuatro.

Finalmente, la voz de Ryan se filtró por la línea.

—Dime que no es porque extrañas mi encantadora compañía —respondió con su tono arrogante habitual.

Hailey no perdió el tiempo.

—¿Qué sabes sobre Marcus Adler?

Hubo un silencio del otro lado.

—¿Dónde escuchaste ese nombre? —preguntó Ryan, pero su tono había cambiado. Ya no había burla. Solo alarma.

Hailey sintió que la tensión en su pecho se intensificaba.

—Está en los documentos de Mikhailov y El Cuervo. ¿Quién es?

Ryan maldijo en voz baja.

—Escúchame bien, Hailey. Si encontraste ese nombre, significa que estás cavando en un hoyo del que no vas a poder salir.

Logan se cruzó de brazos, observándola con atención mientras la conversación continuaba.

—Necesito respuestas, Ryan. No advertencias —exigió Hailey.

Ryan suspiró.

—Marcus Adler no es un criminal común. Es el eslabón que conecta a los verdaderos jugadores de esta guerra. Si lo sigues, no solo te enfrentarás a El Cuervo o a Mikhailov. Te enfrentarás a algo mucho más grande.

Hailey sintió que su estómago se contraía. Si Ryan tenía razón, estaban lidiando con una conspiración mucho más profunda de lo que pensaban.

—Dime dónde encontrarlo —ordenó.

Ryan soltó una risa amarga.

—Si yo supiera, estaría muerto. Pero hay alguien que podría ayudarte.

Hailey esperó. Ryan tardó unos segundos antes de soltar el nombre.

—Victoria Kane.

Logan tensó la mandíbula.

—¿La ex agente de inteligencia? Pensé que estaba fuera del radar desde hace años.

—Lo está —confirmó Ryan—. Pero si alguien sabe dónde encontrar a Adler, es ella.

Hailey apretó los labios. Buscar a Victoria significaba exponerse aún más. Pero no tenían opción.

—¿Dónde la encontramos? —preguntó.

Ryan dudó antes de responder.

—Última vez que escuché de ella, estaba en Estambul. Pero tengan cuidado. Si ella no los mata, alguien más lo hará.

La llamada se cortó.

Hailey dejó caer el teléfono sobre la mesa y exhaló con frustración.

—Esto se está complicando más de lo que imaginé.

Logan se acercó a ella, su voz más baja, más seria.

—¿Sigues pensando que podemos salir con vida de esto?

Hailey lo miró directamente a los ojos.

—No lo sé. Pero si alguien nos quiere muertos, prefiero morir sabiendo la verdad.

Logan asintió lentamente.

—Entonces vayamos a Estambul.




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