El bar en la Rue des Trois Frères era pequeño, con el aire cargado de humo y conversaciones susurradas. Hailey y Logan cruzaron la puerta sin llamar la atención, sus sentidos alerta. Gastón, el informante de Malik, estaba en una mesa del fondo, bebiendo de una copa de vino barato.
—¿Eres Gastón? —preguntó Hailey, deteniéndose frente a él.
El anciano levantó la vista con ojos cansados, pero afilados.
—Depende de quién pregunte.
Logan tomó asiento sin esperar invitación.
—Nos envía Malik. Necesitamos información sobre Marcus Adler.
Gastón suspiró, girando su copa entre los dedos.
—Hablar de Adler es peligroso. Demasiadas personas lo buscan, pero pocos regresan para contarlo.
Hailey se inclinó hacia él, sacando un billete y dejándolo sobre la mesa.
—No queremos cuentos. Solo dime dónde está.
Gastón observó el dinero, luego a Hailey. Finalmente, tomó un sorbo de su vino y habló en voz baja.
—Adler no es un hombre que se deje encontrar. Se mueve cada noche, nunca duerme en el mismo sitio. Pero si realmente quieren verlo, hay una reunión en un almacén cerca del Canal Saint-Martin. Medianoche. Solo gente con invitación.
Logan frunció el ceño.
—¿Quiénes estarán allí?
Gastón exhaló lentamente.
—Los que mueven los hilos en las sombras. Gente que haría que El Cuervo y Mikhailov parecieran niños jugando a la guerra.
Hailey sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Esto era más grande de lo que había imaginado.
—¿Cómo conseguimos una invitación? —preguntó.
Gastón sonrió sin humor.
—No la consigues. La robas.
Logan miró a Hailey y asintió levemente. Sabían lo que tenían que hacer.
—¿Alguien en particular a quien debamos apuntar? —preguntó Logan.
Gastón dejó su copa sobre la mesa.
—Jean-Luc Moreau. Un traficante de información. Siempre asiste, siempre borracho. Debería ser un blanco fácil… si no lo matan antes de que lleguen a él.
La lluvia caía con fuerza cuando Hailey y Logan llegaron al club donde Moreau pasaba las noches. La música retumbaba, el lugar estaba abarrotado de gente con demasiado dinero y demasiados secretos.
—Ahí está —susurró Hailey, señalando a un hombre canoso en la barra, rodeado de dos mujeres y con una copa en la mano.
Logan analizó la situación.
—Podemos esperar a que salga o sacarlo antes.
Hailey negó con la cabeza.
—No hay tiempo para esperar. Vamos por él ahora.
Se separaron, cada uno acercándose desde un ángulo diferente. Hailey llegó primero, deslizando una sonrisa seductora mientras se apoyaba en la barra.
—Moreau, ¿verdad? Malik me dijo que podrías ayudarme con algo.
Moreau la miró con ojos vidriosos, pero la mención de Malik pareció despejar parte de su embriaguez.
—¿Malik? ¿Qué quiere ahora?
Hailey inclinó la cabeza, fingiendo curiosidad.
—Información. Y una invitación para la reunión de esta noche.
Moreau soltó una carcajada.
—Eres ambiciosa, cherie. Pero esas invitaciones no se regalan.
Antes de que pudiera seguir hablando, Logan se deslizó detrás de él y le susurró al oído.
—No estamos pidiendo permiso.
Moreau se tensó, pero intentó mantener la compostura.
—Si me matan por esto, será culpa suya.
Sacó un sobre arrugado de su chaqueta y lo deslizó hacia Hailey.
—Gracias, Moreau —dijo Hailey con una sonrisa fría.
Moreau la miró con resentimiento.
—No me agradezcas todavía. Esa invitación es una sentencia de muerte si no saben jugar bien sus cartas.
Logan lo ignoró y tomó a Hailey del brazo, guiándola fuera del club. Una vez en la calle, abrió el sobre y sacó dos tarjetas doradas con un sello en relieve.
—Lo logramos —murmuró Hailey.
Logan asintió, pero su expresión seguía tensa.
—Ahora viene la parte difícil. Entrar, encontrar a Adler y salir con vida.
Hailey guardó las tarjetas y exhaló profundamente.
—Entonces será mejor que nos preparemos para lo peor."