Fuego Cruzado

CAPÍTULO 24: UNA VERDAD QUE QUEMA

El nombre de Ryan seguía flotando en el aire como una maldición. Hailey sintió su cuerpo tensarse, pero su rostro no traicionó la tormenta que se desataba en su interior. Sabía que no debía confiar en Adler, pero las piezas empezaban a encajar de una forma que le helaba la sangre.

—Necesito pruebas —murmuró, sin apartar la mirada de Adler.

El hombre sonrió con la calma de quien ya lo ha planeado todo.

—Las tendrás. Pero primero, dime… ¿Estás preparada para aceptar que has estado luchando por el bando equivocado todo este tiempo?

Hailey tragó saliva, sintiendo la presión en su pecho aumentar.

—Dame las pruebas. Y luego veremos de qué lado estoy.

Adler la observó por un largo momento, como si estuviera decidiendo cuánta verdad debía compartir.

—Muy bien —susurró—. Pero no aquí.

Antes de que pudiera responder, un murmullo inquietante se extendió por la sala. Hailey notó que algunos asistentes se movían con nerviosismo, susurrando entre ellos. Algo estaba pasando.

Logan apareció a su lado, su cuerpo en tensión.

—Tenemos compañía —murmuró.

Hailey siguió su mirada hacia la entrada del almacén. Tres hombres de traje oscuro y actitud letal entraron sin prisa, pero con un propósito claro. Sabía reconocer mercenarios cuando los veía.

—¿Son tuyos? —preguntó Hailey a Adler.

Adler negó con la cabeza, su expresión más tensa de lo habitual.

—Son de Ryan.

El corazón de Hailey se aceleró.

—Entonces tenemos un problema.

Los hombres avanzaban lentamente, sus miradas recorriendo el lugar hasta que finalmente se detuvieron en Adler. Uno de ellos sacó un teléfono y habló en voz baja antes de colgar. Luego, miró directamente a Hailey y sonrió.

—Señorita Carter. Su hermano la espera.

Hailey sintió su garganta secarse. No había forma de que Ryan supiera que ella estaba aquí… a menos que la estuviera siguiendo desde antes.

—No voy a ir a ninguna parte —respondió, su voz firme a pesar del torbellino en su interior.

El hombre ladeó la cabeza.

—No es una invitación.

Logan ya tenía su mano sobre el arma oculta en su chaqueta. Hailey sabía que si esto estallaba en violencia, no saldrían de allí sin hacer ruido. Y demasiadas miradas estaban sobre ellos.

—Tenemos que salir —susurró Hailey.

Adler asintió levemente.

—Sigan mi juego.

Antes de que pudiera procesar su significado, Adler sonrió ampliamente y levantó su copa.

—Caballeros, creo que hay un malentendido. Si su jefe quería hablar conmigo, solo tenía que pedirlo.

Los mercenarios intercambiaron miradas. Luego, uno de ellos se acercó a Adler con una expresión que intentaba ocultar su impaciencia.

—Entonces venga con nosotros. Ahora.

Adler bebió un sorbo de su copa, sin apresurarse. Luego, de manera casi imperceptible, deslizó una llave en la mano de Hailey bajo la mesa.

—Encuéntrame después —susurró.

Antes de que ella pudiera reaccionar, Adler se levantó y extendió las manos en señal de rendición.

—No veo la necesidad de violencia. Vamos.

Los mercenarios lo escoltaron fuera del almacén mientras Hailey permanecía inmóvil, con la llave oculta en su palma.

Logan se inclinó hacia ella.

—¿Qué demonios te dio?

Hailey abrió su mano lentamente. Era una llave pequeña, sin ningún indicio de qué abría.

—No lo sé. Pero creo que es nuestra única pista.

Salieron del almacén en cuanto el ambiente se distendió. Nadie se atrevía a intervenir en los juegos de poder que se desarrollaban en aquel lugar. En la calle, la noche seguía siendo un manto de secretos.

—Tenemos que averiguar a dónde lleva esto —dijo Hailey, sosteniendo la llave.

Logan asintió, sacando su teléfono para buscar respuestas.

—Podemos empezar con las cajas de seguridad de los bancos cercanos —dijo—. Si es una llave de depósito, eso reduciría nuestra búsqueda.

Hailey miró la calle vacía, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.

—Y si Ryan sabe que tenemos esto, no tardará en venir por nosotros.

La madrugada los encontró frente a una sucursal bancaria cerrada. Logan revisó los detalles en su teléfono y asintió.

—Aquí hay registros de depósitos alquilados a nombre de Marcus Adler. Si esta llave pertenece a uno de ellos, tendremos que esperar a que abran.

Hailey apretó los dientes.

—No tenemos tiempo para esperar.

Logan la miró con incredulidad.

—¿Estás diciendo que quieres entrar ahora?

Hailey deslizó la llave en su bolsillo y miró la cerradura de la puerta lateral del banco.

—Digo que no nos queda otra opción.

Logan soltó una risa seca.

—Me encanta cuando haces que robar un banco suene como la única alternativa.

Hailey sonrió levemente y sacó un juego de ganzúas de su chaqueta.

—Solo asegúrate de que no nos maten antes de que descubramos la verdad.

Logan suspiró y sacó su arma, mirando alrededor para asegurarse de que nadie los viera.

—Entonces, mejor que lo hagamos rápido.

Mientras Hailey trabajaba en la cerradura, su mente solo repetía una cosa.

Si Ryan realmente era parte de esto, entonces toda su vida había sido una mentira.

Y estaba lista para quemar el mundo con tal de descubrir la verdad.




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