El cuerpo de Mikhailov cayó pesadamente al suelo, un charco de sangre expandiéndose bajo él. Hailey apenas tuvo tiempo de procesarlo. La voz de Ryan rompió el breve silencio.
—Tenemos que movernos. Ahora.
Logan intentó ponerse de pie, pero su cuerpo aún estaba debilitado por la tortura. Hailey pasó un brazo bajo sus hombros y lo ayudó a mantenerse en pie.
—Puedo caminar —gruñó Logan, pero su peso seguía recayendo sobre ella.
—No estamos discutiendo eso ahora —replicó Hailey, echando un vistazo a la puerta.
El sonido de botas apresuradas y órdenes gritadas en ruso confirmaron sus sospechas. Los hombres de Mikhailov sabían que algo estaba mal.
—Nos descubrieron —susurró Ryan, recargando su pistola.
Hailey tomó su arma y se preparó.
—Entonces salgamos de aquí antes de que se den cuenta de que su jefe está muerto.
Ryan fue el primero en salir al pasillo, moviéndose con precisión calculada. Hailey y Logan lo siguieron, manteniéndose pegados a la pared.
—¿Salida trasera? —preguntó Hailey.
—No. Demasiado obvio —respondió Ryan—. Hay una escalera de servicio que lleva al muelle de carga. Podemos tomar un vehículo y salir antes de que nos cierren el paso.
Logan soltó una risa seca.
—Siempre tienes un plan, ¿verdad?
—Siempre —respondió Ryan sin emoción.
Doblaron una esquina justo cuando un guardia emergía de una de las habitaciones. Hailey disparó primero. La bala impactó en su pecho, y el hombre cayó sin un sonido más allá del golpe de su cuerpo contra el suelo.
Ryan la miró de reojo.
—Sigues siendo rápida.
—Cállate y sigue moviéndote —respondió Hailey.
A medida que avanzaban, el sonido de disparos a lo lejos indicaba que el caos estaba comenzando a extenderse. Los hombres de Mikhailov no tardarían en descubrir el cuerpo de su líder y, cuando lo hicieran, París ardería.
—Tenemos cinco minutos antes de que esto se convierta en una guerra total —anunció Ryan.
Llegaron a una puerta metálica con una palanca de seguridad. Ryan la forzó y la empujó con el hombro. Más allá de ella, el muelle de carga se extendía en penumbra, con varios vehículos alineados junto a los contenedores.
—¿Cuál tomamos? —preguntó Hailey.
—El que tenga las llaves puestas —respondió Logan, con un amago de sonrisa.
Ryan se acercó a una SUV negra y probó la manija. Estaba cerrada.
—¿Tienes alguna forma de abrirla? —preguntó Hailey.
Ryan sacó una pistola y disparó a la ventana del conductor.
—Sí —respondió, sin inmutarse.
—Eso no fue sutil —murmuró Hailey, ayudando a Logan a subir al asiento trasero.
—No estamos en un maldito robo sigiloso. Nos están persiguiendo asesinos armados —respondió Ryan mientras trabajaba con los cables bajo el volante.
El motor rugió a la vida justo cuando la puerta del almacén se abría de golpe detrás de ellos.
—¡Disparen! —gritó una voz en ruso.
El sonido de balas impactando contra la carrocería los hizo agacharse.
—¡Muévete, Ryan! —gritó Hailey, disparando por la ventanilla abierta.
Ryan pisó el acelerador, y la SUV derrapó mientras salían del muelle de carga a toda velocidad.
El ruido de los disparos se desvaneció cuando tomaron la carretera. Hailey giró en su asiento para asegurarse de que no los seguían.
—¿Estamos limpios? —preguntó Logan, con la voz entrecortada.
Hailey observó las luces a la distancia.
—Por ahora, sí. Pero no tardarán en reorganizarse.
Ryan conducía con el rostro impasible.
—Tienen un problema más grande del que preocuparse ahora mismo. La muerte de Mikhailov va a dividir a sus hombres. Van a pelear entre ellos antes de ir tras nosotros.
Hailey frunció el ceño.
—Entonces tenemos que aprovechar la ventaja.
Ryan asintió.
—Tenemos que desaparecer.
Hailey cerró los ojos por un instante, sintiendo la adrenalina abandonar su sistema. La noche había sido una locura, y aún no terminaba.
—Conozco un lugar —dijo finalmente—. Un apartamento seguro en el distrito 11. Nadie sabe que existe.
Ryan la miró de reojo.
—¿Cómo lo conseguiste?
Hailey sonrió levemente.
—No preguntes cosas que no quieres saber.
Logan soltó una risa baja, aunque luego se quejó de dolor.
—Vamos allí —ordenó Ryan, girando el volante.
El apartamento era pequeño, pero seguro. Hailey ayudó a Logan a sentarse en el sofá y se apresuró a buscar un botiquín.
—Déjame ver —murmuró, apartando su camisa ensangrentada.
Logan la miró fijamente, sus ojos cansados pero alerta.
—Estaré bien.
Hailey negó con la cabeza.
—No estoy de humor para mentiras.
Ryan se apoyó en la pared, observándolos en silencio.
—Tienen unas horas para descansar. Luego hablaremos sobre nuestro próximo movimiento.
Hailey terminó de vendar a Logan y se giró hacia Ryan.
—Nuestro próximo movimiento es acabar con quien esté detrás de todo esto.
Ryan sonrió levemente.
—Entonces será mejor que descanses, porque lo que viene será peor que todo lo que hemos enfrentado hasta ahora.
El silencio llenó la habitación. Hailey observó a Logan, asegurándose de que respiraba con normalidad. Luego miró a Ryan.
—Dame el USB —dijo.
Ryan arqueó una ceja.
—¿Por qué?
Hailey se acercó, su mirada helada.
—Porque necesito saber exactamente a quién voy a destruir.
Ryan dudó un momento antes de sacar el USB de su chaqueta y entregárselo.
—No te gustará lo que encuentres.
Hailey tomó el dispositivo y lo sostuvo con fuerza.
—No necesito que me guste. Solo necesito saber a quién apuntar cuando apriete el gatillo.