Fuego Cruzado

Capítulo 43: Hasta el Último Aliento

El frío de Moscú se sentía aún más intenso dentro del búnker, pero Hailey ya no lo notaba. Su piel estaba helada por razones que nada tenían que ver con la nieve que caía afuera.

Su padre estaba vivo.

Había pasado toda su vida creyendo que Edward Carter había muerto en una misión encubierta, un recuerdo distante y fragmentado que apenas podía tocar. Y ahora estaba allí, frente a ella, hablándole como si el tiempo no hubiera transcurrido.

Pero el tiempo había transcurrido.

Demasiado.

—Tienes que darnos más que eso —intervino Logan, su voz cortante, sin rastro de sorpresa ni de emoción.

Edward sostuvo su mirada por un segundo antes de asentir lentamente.

—Bien. Pero si cruzamos esta línea, no hay marcha atrás.

Hailey apretó los puños.

—Nunca la hubo.

Edward los llevó a una habitación al fondo del búnker, donde una mesa metálica y una lámpara colgante iluminaban apenas el espacio. Mapas y documentos estaban esparcidos por la superficie, junto con fotografías en blanco y negro de personas que Hailey no reconocía.

Edward tomó una de las fotos y la deslizó hacia ellos.

—Este hombre es Viktor Mirov —dijo—. Es el contacto más cercano de Graves en Moscú. Si lo encuentran, encontrarán a Graves.

Logan tomó la foto.

—¿Dónde lo encontramos?

Edward sonrió con un deje de amargura.

—Esa es la parte difícil. Mirov no confía en nadie. Para acercarse a él, tendrán que hacer algo más que rastrear su ubicación.

Hailey cruzó los brazos.

—¿Cómo qué?

Edward la miró con intensidad.

—Tienen que convertirte en alguien que él quiera encontrar.

Hailey sintió que un escalofrío le recorría la espalda.

—¿Qué significa eso?

Edward apoyó ambas manos sobre la mesa.

—Graves te quiere muerta, Hailey. Pero también quiere respuestas. Si cree que puedes serle útil, te buscará.

Logan negó con la cabeza de inmediato.

—No. No vamos a entregarla como carnada.

Edward lo miró fijamente.

—No se trata de entregarla. Se trata de manipular la narrativa.

Hailey exhaló con frustración.

—¿Y cómo se supone que hagamos eso?

Edward tomó un bolígrafo y escribió un nombre en la esquina de un mapa.

—Ustedes no pueden hacerlo. Pero ella sí.

Hailey se inclinó para leer el nombre.

Sus músculos se tensaron al instante.

—No…

Edward asintió.

—Es la única opción.

El nombre escrito en tinta negra sobre el papel era uno que Hailey había jurado enterrar en su memoria.

Sophia Laurent.

—No podemos confiar en ella —dijo Hailey con un tono más filoso de lo que pretendía.

Edward levantó una ceja.

—¿Tienes una mejor opción?

Logan entrecerró los ojos.

—¿Quién es ella?

Hailey cerró los ojos por un segundo.

—Una informante francesa con conexiones en el mercado negro. Fue mi contacto en una misión encubierta hace tres años… hasta que me vendió.

Logan soltó una maldición en voz baja.

Edward se encogió de hombros.

—Mirov confía en ella. Y si ella nos entrega a ti y a Logan como mercancía de alto valor… Graves tomará el anzuelo.

Hailey no podía creerlo.

—¿Quieres que le pida ayuda a la mujer que intentó matarme?

Edward se cruzó de brazos.

—Quiero que la uses. Hazle creer que tú también la necesitas.

Logan soltó una risa seca.

—Esto es una locura.

Edward inclinó la cabeza.

—Bienvenido al juego.

Hailey sintió la furia ardiendo en su pecho, pero también sabía que no había otra manera.

Si quería llegar hasta Graves, tenía que entrar en su red.

Y eso significaba jugar sucio.

—Dame su ubicación —dijo finalmente.

Edward sonrió.

—Sabía que lo entenderías.

La noche siguiente, Hailey y Logan abordaron un jet privado con rumbo a París.

El viaje fue silencioso. Logan apenas la miraba.

—Dilo —murmuró Hailey sin mirarlo.

Logan mantuvo la vista en la ventana.

—No tienes que hacer esto.

—Sí, lo tengo que hacer.

Él giró la cabeza, y sus ojos reflejaban algo oscuro.

—No quiero perderte.

Hailey sintió que su corazón latía más rápido.

—No me vas a perder.

Pero ambos sabían que eso no era cierto.

Cuando aterrizaron en París, la ciudad estaba envuelta en sombras.

Se dirigieron a un bar exclusivo en Montmartre, el lugar donde Sophia hacía sus tratos.

Hailey caminó primero, sintiendo el peso de los recuerdos en cada paso.

Cuando llegó a la mesa privada en la parte trasera, Sophia Laurent estaba esperándola, con su característica sonrisa pícara y su vestido negro de diseñador.

—Hailey Carter —susurró Sophia, llevándose una copa de vino a los labios—. Creí que estabas muerta.

Hailey se obligó a sonreír.

—Tú y yo tenemos asuntos pendientes.

Sophia entrecerró los ojos con diversión.

—Me encanta cuando hablas así.

Logan se mantuvo detrás de Hailey, rígido como una sombra letal.

Sophia recorrió la mirada entre ellos y sonrió con malicia.

—Oh, esto será divertido.

Hailey se sentó frente a ella, su corazón latiendo con furia en el pecho.

—Necesito que me vendas.

Sophia arqueó una ceja.

—¿Disculpa?

Hailey respiró hondo.

—Quiero que me entregues a Mirov. Dile que soy un activo valioso para Graves.

Sophia la estudió por un momento.

—¿Y qué obtengo a cambio?

Hailey sostuvo su mirada.

—Tu vida.

Sophia se quedó en silencio. Luego sonrió lentamente.

—Oh, querida… me encanta este trato.

Y así, el destino quedó sellado.

Hailey estaba caminando directamente a la boca del lobo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.