El estruendo de los disparos resonó en la mansión como un trueno, haciendo temblar las paredes. Hailey reaccionó por instinto, lanzándose al suelo mientras la confusión se apoderaba de la sala.
Logan irrumpió con una precisión letal, su arma disparando en ráfagas controladas. El cuerpo de seguridad de Mirov apenas tuvo tiempo de responder antes de que él los aniquilara con frialdad quirúrgica.
Mirov se puso de pie de un salto, derribando su copa de whisky, y sus ojos se estrecharon cuando comprendió lo que estaba ocurriendo.
—¡Mátenlos! —rugió.
El caos estalló por completo.
Hailey se incorporó con rapidez, sintiendo el peso de la pistola aún en su mano. Giró la mirada hacia su padre, Edward Carter, quien seguía arrodillado con las manos atadas y el rostro cubierto de sangre seca.
—¡Corre! —gritó Logan.
Pero Hailey no podía moverse.
Mirov sacó su propia arma y apuntó directamente a Edward.
—Si te acercas un paso más, lo mato.
El tiempo pareció ralentizarse.
Hailey sintió un nudo en la garganta.
—¡No lo hagas!
Mirov sonrió con malicia.
—Tienes razón. No lo haré.
Y entonces, giró el arma y disparó a Logan.
El disparo sonó como un trueno.
Hailey gritó cuando vio a Logan tambalearse, una mancha roja expandiéndose en su costado.
—¡NO!
La rabia explotó dentro de ella con una intensidad devastadora. Antes de que Mirov pudiera reaccionar, levantó su arma y disparó.
La bala impactó directamente en su frente.
Mirov cayó como un muñeco de trapo, su expresión congelada en una mezcla de sorpresa y furia.
El silencio que siguió fue ensordecedor.
Hailey corrió hacia Logan, quien estaba apoyado contra la pared, presionando la herida en su costado.
—Estoy bien… —murmuró con una sonrisa débil.
—¡No, no lo estás! —su voz temblaba, pero sus manos se mantuvieron firmes mientras intentaba detener el sangrado.
Edward se arrastró hasta ellos, todavía aturdido por la conmoción.
—Tenemos que salir de aquí.
Logan respiraba con dificultad, pero su mirada seguía alerta.
—Más hombres vendrán en cualquier momento.
Hailey asintió y pasó un brazo alrededor de Logan, ayudándolo a ponerse de pie. Cada paso que daban era una agonía para él, pero no se quejó.
Los tres avanzaron por los pasillos llenos de cuerpos caídos, sus sombras proyectadas por las luces parpadeantes.
Cuando finalmente salieron al jardín trasero, el frío de la noche los golpeó como una bofetada.
El sonido de sirenas a lo lejos les dijo que el tiempo se estaba acabando.
Un vehículo negro los esperaba en el callejón trasero. Sophia estaba al volante, con una expresión indescifrable en el rostro.
—Suban —dijo sin rodeos.
Edward ayudó a Logan a entrar en la parte trasera, mientras Hailey se acomodaba a su lado, presionando su herida.
—No pensé que saldrían vivos —murmuró Sophia mientras arrancaba el auto.
—Nosotros tampoco —respondió Hailey, sin apartar la vista de Logan.
Él la miró con una media sonrisa.
—Sabía que vendrías por mí.
Hailey sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero se obligó a sonreír.
—Siempre.
La ciudad pasó en un borrón de luces mientras Sophia conducía a toda velocidad hacia un punto seguro.
Edward los observaba desde el asiento delantero, su expresión tensa.
—Esto no ha terminado —dijo.
Hailey asintió.
—Lo sé.
Graves seguía ahí afuera. Su guerra no había terminado.
Pero en ese momento, con Logan a su lado y el calor de su mano en la suya, nada más importaba.
Después de lo que pareció una eternidad, llegaron a un refugio seguro en las afueras de la ciudad.
Sophia se bajó del auto y se giró hacia ellos.
—Tienen una semana antes de que todo el infierno se desate. Úsenla sabiamente.
Hailey la miró con cautela.
—¿Por qué nos ayudas?
Sophia sonrió de lado.
—Porque a veces, incluso los villanos queremos ver arder el imperio de otro.
Sin decir más, desapareció en la oscuridad.
Hailey ayudó a Logan a recostarse en una cama dentro del refugio.
—Descansa —susurró.
Logan la tomó de la muñeca antes de que pudiera alejarse.
—Ven aquí.
Ella se inclinó y él la besó con una intensidad que la dejó sin aliento.
Cuando se separaron, Logan la miró con seriedad.
—Pase lo que pase, esto no se ha acabado.
Hailey asintió.
—Lo sé.
Pero en ese instante, en la oscuridad, juntos…
Era suficiente.
Fin, por ahora...