《fuego vs Hielo》

Capítulo 11.

Dos semanas han transcurrido desde la última vez que establecí una conversación con mi hermano y mis padres. Al parecer se dieron cuenta que escuche su conversación en la cocina. Cada vez que los veo, me da dolor, porque sé que no tienen fe en mí y es triste porque siendo mi familia se supone que la tengan.

Extrañamente Evans no ha asistido tampoco a clases. La última vez que lo vi, fue cuando mi hermano lo amenazó de cortarle la mano.

Las cosas con mi abuela han estado tensas, a veces me da la intuición que me mira con pena, con culpa, y eso me hace sentir mal. Mi abuela es una de las personas mas importante en mi vida. Y verla así, con muecas de tristeza porque no la miro por más de cinco segundo me parte el corazón: supongo que eso pasa cuando la gente que te importa no para de ocultarte la verdad.

Dejó los libros en mi casillero y busco los otros para mi clase de literatura, los meto en mi bolso, procedo a cerrar mi casillero con llave. Alzo mi vista y me topo con la mirada de un chico. Me mira con una sonrisa tímida, le sonrió de vuelta y veo como sus cachetes se van sonrojando. El chico se encamina a mi dirección, pero se queda quieto en el medio del camino, frunzo el ceño.

Me sobresalto al escuchar un estrepitoso sonido de varios casilleros cerrándose con una fuerza brutal. Todos acercamos al lugar de donde proviene tal ruido.

Abro los ojos como platos, y mi boca se convierte en una grande "O".

El pelinegro se encuentra acorralando a un chico castaño de su misma altura contra los casilleros, lo tiene agarrado de su camisa hecha un puño, le susurra cosas entre dientes. El castaño lo que haces es sonreír con burla. Evans, levanta su brazo y le lanza otro puñetazo, haciendo que el castaño desconocido, caía al piso con sangre en la boca. Evans sigue en su trabajo de golpear al chico desconocido sin parar.

Alzó la mano a la altura de mi cintura completamente abierta. La apuntó hacia el pelinegro, haciendo así que se detenga y empiece a mover la cabeza incómodamente. Se levanta, ya que estaba en el piso arriba del chico golpeándolo, trata de mover las manos, mas no puede. lo intenta dos veces hasta que lo lograr recuperar el control de su brazo.

Abro los ojos sorprendida, esto no puede estar pasando. Le estaba congelando el brazo, se lo detuve para que dejara la violencia ¿Como es posible?

Me observó la mano, sin embargo, siguen lanzando escarcha a la dirección de Evans, una escarcha que solo yo puedo ver.

Evans por último le da una patada, en la costilla. Ahogó un grito de horror. Todos parecen emocionados, como si nunca hubieran visto una pelea, mientras yo, miraba atónita la escena.

 Evans, no parecía ese tipo de chico, tenía un aire de chico malo, no lo negaba, sin embargo, estar en el piso tirando puñetazos a diestro y siniestro no me lo imaginaba de él. El pelinegro procede a limpiar el poquito de sangre que salía del labio. Mientras que el castaño está en el piso riendo como psicópata.

**********

Salgo de mi última clase, estoy totalmente agotada. Quisiera ir a mi casa y dormir hasta que el mundo se acabara, pero lamentablemente no puedo, el deber me llama ¿Quien dijo que ser una heredera es fácil?

Me pongo cómoda en la grama del jardín del instituto, tengo que esperar que mi hermano salga para irnos al reino, hoy no darán una noticia que, según Liz, es de suma importancia. Siento una intensa mirada, alzó la vista a buscar dicho chico o chica que me esté observando, recorriendo todo el jardín con mi vista y lo encuentro.

Evans.

El mencionado me observa fijamente, como si me estuviera analizando. Con pasos lentos y seguros se aparta del árbol donde estaba y camina hacia mi ubicación. No quiero verlo, ni hablar con él. No después de que mostrara esa violencia tan atroz. Me pongo de pies, limpio mis jeans que se han llenado un poquito de tierra, me giro y camino hacia la biblioteca.

Solamente di tres pasos antes de que el pelinegro me agarrara del brazo. Me volteo lentamente, con los labios apretados en una fina línea.

— Suéltame, Evans. — Le digo, con tono molesto.

Me mira confundido. — ¿Qué te pasa?

— ¿En serio me estas preguntando qué pasa? ¡Eres un idiota!

— Okay, Leila, dime qué te pasa, porque en serio que yo no leo mentes.

— ¡Te desapareces por dos semanas, y cuando regresas estas golpeando a un chico que ni te devolvió ni un golpe! — Le contesto mordazmente.

— ¿Te molesta que no diera señales de vida o que peleara con el idiota?

Pongo los ojos en blanco. — No te reconocí, sé que no llevo mucho tiempo conociéndote, pero joder, ya sea porque hay rumores de ti y todas esa mierda.

— Lucas es un idiota, él no debería estar aquí, le dije que si se atrevía a estar en el mismo sitio que yo habría consecuencias. Y con respecto a las dos semanas desaparecidas he tenido que salir de viaje con mi tío. Ya sabes, cosas de familia

— No me tienes que dar explicaciones, no soy nada tuyo, solo me molesto que fueras a golpear a una persona y esa no se defienda, es de cobardes.

— ¿Me dijiste cobarde?— Arquea una ceja incrédulo.

— No eres sordo ¿Cierto?



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En el texto hay: traicion, guerra, hielo

Editado: 03.09.2018

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