Fuera de época

Prólogo

 

Chicago, Illinois. 1998.

El muchacho de pelo castaño con reflejos rubios se detiene a media carretera, esperando tener algo de tranquilidad de la calle desolada, para pensar con calma lo que debería hacer a continuación. Había huido de casa en la camioneta de su padre desaparecido, al ver que su padrastro le gritaba a su madre mientras esta lloraba en un rincón, con las manos protegiéndole el rostro. El muchacho pensaba en huir y dejar a su madre con el maldito infeliz de su padrastro. Al fin y al cabo, ella tenía la culpa de que ese idiota estuviera viviendo en su casa, y que él este en la carretera de camino a Iowa. Pero, era su madre. El muchacho no cree que la mujer haya pensado de esa manera a propósito. Solo se sentía sola. Como él justo ahora.

Está tan solo. Sus ojos verdes divagan por la silenciosa calle, mientras recuerda como era su vida antes. Recuerda a su padre columpiarlo en una llanta, colgada de una rama de un árbol, cerca de la orilla del río Michigan. Recuerda su primer beso con el amor de su vida, Grace Connor. Fue en la sala de su casa, mientras “estudiaban” para un examen “muy importante”. Los ojos azules de ella se posaron sobre los ojos verdes de él. Y al instante, se encontraron en un dulce y suave beso, donde solo se tocan los labios.

Recuerda entonces el día de la desaparición de su padre. Tenía once años. Había salido a acampar con su padre en Iowa, y mientras asaban malvaviscos, un sonido se produjo entre las ramas. Recuerda como su padre se levantó de su tronco, y tranquilizándolo con una sonrisa, le dijo que volvería. Ya pasaron cinco años, y todavía no regresa. Recuerda entonces, el día que su madre se casó con su padrastro. El imbécil insistió en dar la celebración de su boda inaurando su nuevo laboratorio. El muchacho no sabía para que lo usaría, al fin y al cabo, todos los proyectos de su padrastro llegan a parar en ser pura porquería, sin embargo, tampoco le importaba, solo deseaba mantenerse alejado de él.

Luego, recuerda el trato con los contrabandistas. Un hombre de mediana edad le aseguro que podía deshacerse de su padrastro y traerle a su verdadero padre de forma limpia, si él le conseguía un frasco de cocaína. Tenía trece años. No sabía cuales riesgos no debían tomarse, y cuales sí. Recuerda cómo se reunió con unos contrabandistas principiantes de su edad, que le dieron el frasco, a cambio de que él les pagara diez mil dólares el mes próximo. Le entrego al hombre el frasco, y este le dijo que llegaría dentro de una semana con su verdadero padre. Jamás volvió, y el muchacho no pago su deuda con los contrabandistas. Sin embargo, luego de tres años, los contrabandistas lo contactaron, y le dijeron que si el no pagaba su deuda en tres días, Grace, y su madre morirían. Desde ese momento, había planeado escaparse, con Grace y su madre, pero luego de lo sucedido hace unos minutos, dejo a su madre, y condujo hasta el punto de reunión con Grace.

Pasa una hora, y no hay rastro de Grace, parece que no llegará. El muchacho suspira y enciende el motor, cuando escucha un grito salido del vacío. La voz de Grace. Sale del auto apresuradamente, con el rifle de su padrastro apuntando al frente. Tenerlo en la casa finalmente dio sus frutos. Camina por la calle, que sigue vacía, y llena de neblina. Se detiene al ver siluetas frente a él.

-¿Quién es?- pregunta a las siluetas, quienes se quedan en un completo silencio. El muchacho les apunta con el rifle.- ¿Quién está ahí?

No le responden. El muchacho se arriesga a avanzar hacia las siluetas, y entonces, cuando está justo frente a ellas, se da cuenta de que no son personas. Son rocas apiladas una sobre la otra. Una trampa. Se voltea justo en el momento que el dardo tranquilizante aterriza sobre su hombro. El muchacho cae de rodillas, y se deja caer sobre el pavimento. Una persona se le acerca con un francotirador en las manos. Debió habérselo imaginado. Los contrabandistas debieron haber planeado una trampa por si intentaba escapar. Son más listos de lo que él pensaba. Sus ojos comienza a desenfocar su mirada, por lo que no ve el rostro de su atacante, solo ve algo verde, azul, y una luz amarilla apuntándole el rostro. Sus oídos también comienzan a fallar, así que cuando su atacante habla, escucha como si su voz fuera la de un robot.

-Vas a ser famoso, muchacho.-le dice la voz robótica, no logra averiguar quién es.-Serás el hombre más conocido en el mundo.

El muchacho, pensando que su atacante piensa hacer que su muerte sea recordada, pierde el conocimiento, con una oración en los labios.

-Te amo, Grace.



#3735 en Ciencia ficción

En el texto hay: ficcion

Editado: 27.01.2020

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