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Escucho a los demás venir, mientras mi cabeza comienza a estabilizarse. Primero oigo a Steven llegar.

-¡Jane! ¿Estás bien?-me pregunta, mirándome desde arriba. ¿Arriba? Miro a más allá de Steven, y descubro que atravesé no solo el segundo piso, sino también el primero, terminando en una especie de túnel subterráneo. La figura que forma la parte del suelo que atravesé del primer piso es perfectamente cuadrada, por lo que este túnel subterráneo no está aquí por coincidencia. El túnel se extiende más adelante, en medio de plena oscuridad. Siempre me ha aterrado la oscuridad, por lo que me arrastro hasta chocar mi adolorida espalda en el muro de piedra. Miro a mi lado, y descubro una escalera de sogas y palos rota tirada en el suelo. Este túnel parece ser parte de la casa.- ¿Jane?-pregunta otra vez Steven, sonando más preocupado que antes.

-¡Estoy bien!-le respondo, mientras respiro poco a poco con más profundidad. Los choques contra ambos suelos (el podrido, y el de pavimento) me dejaron un corte en la sien derecha, donde hay sangre fresca, y un dolor atroz en mi hombro derecho, que parece dislocado. Por lo demás, estoy bien.- ¡Creo que…encontré un túnel secreto de la cabaña!

Steven y Hannah aterrizan a mi lado con más suavidad que yo, y miran alrededor con sus linternas. El túnel es más largo de lo que parece, por lo que las linternas solo iluminan parte de él, antes de que todo vuelva a ser oscuridad. Harry y Carrie llegan minutos después, mientras yo busco entre los escombros, mi linterna. Harry me ilumina con la suya, hasta encontrar la mía.

-Gracias Ha…-comienzo a agradecerle a Harry, pero me interrumpo con un grito de dolor cuando Steven, sin previo aviso, me recoloca el hombro de un tirón.-Mierda.

-De nada.-me responde Steven, mientras lo miro con furia. Pudo haberme avisado.-Veamos adonde lleva este túnel secreto.

Se adelanta por el túnel, con Harry y Carrie pisándole los talones, y Hannah y yo nos quedamos atrás. Noto como mira mi corte en la sien con tristeza y culpabilidad. Le paso un brazo por los hombros, calmándola.

-No pasa nada, Hannah.-le digo, con voz neutra.-Solo fue un rasguño. No sabías que el suelo estaba así de podrido.

Ella asiente, un poco más tranquila que antes, y nos soltamos, viendo hacia el frente. El túnel tiene en ambas paredes de concreto de los lados, varias lámparas de la época de los noventa, cubiertas de telarañas y polvorientas, sin funcionar desde hace mucho tiempo. Sin embargo, están intactas. Esto parece más nuevo que la cabaña en sí. ¿Desde hace cuánto tiempo esta este túnel? ¿Para qué está aquí? ¿Habrán venido los dueños de la cabaña recientemente? Es la única explicación lógica que le saco a la evidencia, pero sin respuestas, no sé qué creer.

De repente, el túnel se ensancha por ambos lados, hasta volverse una habitación entera, con el techo de concreto alto, y las lámparas extendiéndose por toda la habitación. Hay ruidos extraños provenientes de máquinas de los noventa en las esquinas, que funcionan como si no hubiera pasado un siglo desde que las encendieron. Esto cada vez se pone más extraño.

Harry suelta un silbido de asombro, y Carrie, en los brazos de su novio, exhala el aire con sorpresa. Hannah también se sorprende a mi lado, mirando alrededor con los ojos muy abiertos, mientras que yo me quedo inmóvil, viendo a Steven, quien está frente a una especie de interruptor. Me lanza una especie de mirada, diciéndome algo así como “¿Qué podemos perder?”, y presiona el interruptor.

De pronto, la sala cobra vida, y las lámparas se encienden. Comienza a sonar música clásica, y Carrie y Harry comienzan a bailar, haciendo reír a Hannah y a Steven. Las maquinas noventeras desprenden luz, mientras siguen funcionando, un poco más silenciosas que antes. Entonces, lo miro.

Más allá de mis amigos, al fondo de la sala subterránea, hay una luz celeste fosforescente iluminando, mientras libera un suave sonido de burbujeos, Me acerco a la luz, y descubro una especie de capsula de cristal, con las bases de acero, conectados con tubos a la capsula, que está lleno de algún líquido transparente, mientras unas luces de color celeste fosforescente iluminan la capsula. La capsula en sí, no es la que me pone tan nerviosa, es él.

Un muchacho de mi edad, con el cabello castaño con reflejos más claros, y largo hasta los hombros flotando en el líquido, desnudo hasta la cintura, que está cubierta por un calzoncillo blanco, con sus fuertes extremidades encogidas hacia el pecho, poniéndose en posición fetal. Su boca y nariz están bajo una especie de mascarilla de acero conectada con tubos hacia las bases de la capsula, que a la vez está conectada a varias máquinas a su alrededor.

Miro a los demás, esperando que alguien haya visto lo mismo que yo, pero nadie parece haberlo visto. Mis amigos siguen bailando y riendo al compás de la música clásica que suena por toda la sala. Se ven tan felices y despreocupados, que me lo pienso mejor, y decido no avisarles del muchacho. Puedo investigar sola.

Me acerco con cuidado a la capsula, y encuentro frente a la capsula, máquinas que califican la presión del oxígeno que llega al muchacho por medio de la mascarilla, y la cantidad de líquido que llena la capsula. El oxígeno parece estar en orden, al igual que la cantidad de líquido en la capsula. El líquido no parece agua, es mucho más espesa que el agua, por lo que lo llamo gelatina. En las máquinas, veo varios botones con diferentes funciones, y hay uno que dice en chino “vaciar”. Esperando que lo que vacíe el botón, sea la capsula, aprieto el botón, y los burbujeos cesan. De repente, con un ruido espantoso de succión, la capsula comienza a vaciarse de su líquido, y el muchacho comienza a descender con la gelatina hasta la base de la capsula. Retrocedo unos pasos cuando la gelatina comienza a salir por la base, apestando a atún podrido, e inundando toda la sala con el hedor. Los demás comienzan a sentir el hedor.