Fuera de época

6

No paro de maldecir entre dientes mientras conduzco el Nissan negro de mi madre, y busco a los alrededores, a un muchacho de bóxer blanco, y una camisa vieja de manga corta color corinto, corriendo como un loco por la ciudad de Chicago. Me preocupa que termine lastimado o peor. Chicago ha cambiado mucho desde 1998.

No puedo dejar de culparme por haberlo dejado solo en la habitación, debimos haber discutido eso en la habitación, o dejar que ellos discutieran eso, y yo me quedaba con él en la habitación…

Freno de golpe, cuando un loco se atraviesa de golpe. Ese loco es Alex, quien me mira a los ojos unos instantes, que están llenos de terror y nerviosismo, antes de que se vaya corriendo.

-Maldita sea.-murmuro entre dientes, quitándome el cinturón con rapidez, y corriendo hacia Alex.- ¡Alex! ¡Espera!

Alex no se ha recuperado del todo, así que va tambaleándose y tropezándose todo el tiempo, por lo que consigo sujetarlo de los hombros, y voltearlo hacia mí. Pero lo hago con tal fuerza, que el cae sobre mí, y ambos nos caemos.

-¿Dónde estoy, Jane? Esto parece Chicago, pero no lo es a la vez.-me dice muy nervioso, y lleno de miedo.- ¿Quién eres? ¿Qué le hiciste a mi familia? ¡Dime!

-¡Alex! Te diré todo lo que quieras, lo juro, pero necesito que vengas conmigo.-El niega con la cabeza, así que la tomo entre mis manos.- ¡Escúchame! Sé que tienes miedo, pero si quieres saber todo lo que pasó tienes que venir conmigo, y confiar en mí. Te juro que tendrás tus respuestas, pero necesito explicártelo todo en otro sitio. Por favor.

 

 

 

Hace bastante rato que le colgué a Jane diciéndole que tenía que encontrar sola a Alex, antes que se hiciera daño. Steven está manejando con los puños apretados, pero no me sorprende, cuando está muy preocupado siempre lo hace. Yo me limito a mirar el camino con la mandíbula apretada.

Llegamos por fin al cementerio de la ciudad. Salgo del auto cuando casi se ha detenido, y entro subiéndome a la reja. La salto de una, y caigo dando una rueda. Adoro tener algo diferente con Steven, yo soy atleta, audaz, osada. El prefiere seguir la ley y correr a lo seguro.

Camino por las lápidas, y busco a los John. Llego a una fila llena de Johns. John Smith, John Stevenson, John Stuart, John Clayton, pero no hay ningún John Coleman. Steven tarda unos minutos en alcanzarme, pero no me dice nada, por lo que aún no encuentra nada.

-Tiene que estar por aquí.-me dice él, mientras revisa por sus lados, hasta que diviso una pequeña grada oculta, donde está parado Steven.

-Steven ¿Recuerdas el día que fuimos a Guatemala en un viaje de vacaciones con papá? -le digo, mientras me mira sin comprender. -¿Te recuerdas?

El solo asiente, lo que me basta como respuesta. Me acerco y lo empujo.

-¿Pero qué…?

Me dejo caer de rodillas junto a la grada de piedra, y uso mis nudillos para quitar el musgo que se pegó a la grada de piedra.

-En los cementerios, Las lápidas no estaban de pie, estaban pegadas al suelo…como esta. -le explico, mientras me quedo viendo la lápida que estaba enterrada en el musgo que creció por la humedad del suelo. La lápida no es de Jade, como en Guatemala, es de piedra pura, por lo que es más fácil que la humedad, cubra toda la lápida, llenándola de musgo o moho.

Unas letras talladas en la pierda de mal manera aparecen tras todo el follaje. No como las demás lapidas, que son escritas de forma fina y con delicadeza, formando increíbles letras de bella caligrafía. Pero esta lápida, tiene escrita el nombre del científico loco como si hubiese sido escrito por un niño de cuatro años. La fecha dicta que nació en 1960, y murió en 1999.

Miro a Steven.

-Allí está tu prueba, Steven.-le digo.-Gózala.

Me levanto y me voy del cementerio, dejando a Steven inclinado sobre la lápida.

 

 

 

Alex y yo regresamos a la casa, y nos sentamos en la sala de estar, mientras se come los sándwiches sobrantes que dejamos en la mesa. Me siento junto a él, y cuando termina de comer, me mira con fijeza.

-¿Qué ciudad es esta?-me pregunta con decisión. Respiro hondo.

-Chicago. -le respondo-Estás en tu ciudad natal, solo que…dieciocho años después.

Alex se pone pálido de nuevo, como la noche anterior, pero niega con la cabeza.

-¿Cómo sé que dices la verdad?-me pregunta, vacilante, mientras me mira de pies a cabeza.-Apenas hablé contigo anoche, y no sé si eres de fiar. ¿Cómo es que puedo confiar en tu palabra o en ti?

Tiene razón. Soy una muchacha que acaba de conocer, ¿Cómo espero que me crea a la primera? Está siendo precavido como nosotros con él, pero sin ser un detective como Steven. Saco mi celular, y se lo muestro.

-Esto es un teléfono.-le explico-Es una edición 2016, que es este año.-Volteo la pantalla hacia mí, y busco en Google imágenes de los teléfonos de 1998. Volteo la pantalla hacia él-Estos…eran los teléfonos de tu año. ¿Correcto?

Alex no puede responder ante el asombro y el horror al saber que todo lo que le digo es real, pero asiente con la cabeza. Ahora busco imágenes del Doctor John Coleman. Cuando volteo la pantalla hacia Alex, este parece muy sorprendido, y furioso, al ver el rostro de su padrastro.



#3735 en Ciencia ficción

En el texto hay: ficcion

Editado: 27.01.2020

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