Mason
La vi a lo lejos, tenía en sus manos una hoja y estaba claro de lo que era. La chica que se había sentado en mis piernas no quería bajarse, pero yo me levanté haciendo que se quitara. No era nada delicado, pero estaba cansado y yo no quería nada en este momento. Mi atención estaba puesta en la pelinegra que podría fastidiar.
Fui corriendo tras de Katerina. —Kitten, espera.
Pero ella no me escuchó. O supongo que me ignoró como siempre.
La vi bajando las escaleras y apuré mi marcha. —Kitten.
La tomé del brazo y ella se tensó. —Oye.
—Creo que deberías volver con tus groupies —dijo en un tono molesto, ¿las razones? las desconocía, pero me divertía.
—¿No me digas que estás celosa, Kitten? —fastidié como siempre, su mirada en blanco me hizo reír—. No te preocupes, siempre tengo tiempo para mi gatito favorito.
—Por favor, ¿dime que no dijiste semejante estupidez? Es tonto incluso para ti.
Solté una carcajada. Como me gustaban estos debates con esta mujer. —Solo guardo lo mejor de mi idiotez para ti.
—Imbécil.
—Señor Imbécil para ti —noté que quería reír, pero se estaba haciendo la fuerte. A veces daría cualquier cosa porque sonriera, ella no lo hacía mucho—. Cuéntame, ¿es tu examen? ¿Cómo te fue?
—Horrible.
Sentí que palidecí, eso no era bueno, para nada. Si ella aplazó por mi culpa, no me lo perdonaría por nada del mundo. De eso dependía que ella fuera a su próxima competencia. Y todos sabíamos lo importante que era eso para personas como nosotros.
—Katerina yo…—tomé la hoja en sus manos y estaba decidido en volverme su profesor particular con tal de que no le fuera mal de nuevo—. Yo…
Iba a arrodillarme, hasta que leí la nota.
Había un gran nueve ahí.
—Mentirosa de…—me dio una sonrisa, una pequeña sonrisa que tiró de sus labios y podría jurar que todo en el maldito lugar se iluminó. Una cosa extraña, puesto que no estábamos solos y nos encontrábamos en medio de todo el edificio de humanidades. Y mi maldito corazón se detuvo. Era tan natural, no como la que usaba para las competencias, sino una privada y que pocos habían podido ver—. Pasaste. Y me mentiste.
—No podía dejar pasar la oportunidad de molestarte.
Realmente esto era algo normal entre nosotros, molestarnos el uno al otro. Solo que ahora no había esa molestia de por medio, al menos no de su parte. Ella siempre había caído bien, pero no me soportaba.
Debería decir algo más y recordé nuestra conversación de esa noche. —Eso significa que vas a ir a nuestro juego.
—Ya te dije que ese no era mi ambiente.
—Pero un trato es un trato y dijiste que irías. Así que espero verte en ese juego, te dedicaré el gol más hermoso.
—¿Esa es tu frase con tus groupies? ¿Se comen esa basura? Porque es patética.
Me reí. —Completita. Aman eso.
Su mirada blanqueada siempre sería una respuesta adecuada. —No sé cómo te soportan a ti y a tu ego.
—Es mi encanto, Kitten.
—O una pesadilla —ella revisó su teléfono—. Tengo que ir a mi entrenamiento.
—Recuerda ir a nuestro juego.
—Iré, pero si pierdes, me reiré.
—Trato.
Ella comenzó a bajar las escaleras y tuve una nueva determinación para mi juego. Ganar a toda costa. Había que enamorarla del juego si quería verla más a menudo. Para molestarla, al menos.
O eso era lo que me repetía para no analizar esto demás
****
Llegué del entrenamiento agotado y con ganas de dormir por largas horas, pero tenía que arreglarme para mi turno en la noche. Me acosté en la cama con ganas de olvidarme del mundo al menos por media hora, pero mi teléfono sonó con una llamada y cuando vi de quién trataba, me olvidé de mis planes.
—¿Cómo está la hermanita más dulce?
Escuché que sorbió su nariz y supe que las cosas no estaban bien. —¿Maddie?
—Discúlpame por llamarte, es que no sabía qué hacer.
—Maddie, eso no importa. Dime.
—Es Michael, está enfermo. Y yo…
Me preocupé de inmediato, mi sobrino tenía que estar bien a toda costa. —Dime cuánto necesitas.
—Solo quería desahogarme, ya encontraré el dinero. Su papá me dijo que enviaría…
Y todos sabíamos que eso no sería así, el papá de mi sobrino no servía para una mierda. —Maddie, ni se te ocurra pensar en que no me preocuparé por Mick, es mi chico favorito.
—Pero ya me has ayudado tanto, no quiero molestarte. Solo quería hablar con alguien. Sé que tienes muchas cosas en tu mente.
—Maddie, te envié lo que tengo. No es mucho, pero prometo conseguir más. Lleva a Mick al médico y mañana te mando para sus medicinas.
—Me odio por hacerte esto. Sé que tienes gastos y ya me ayudas demasiado.
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Editado: 13.08.2025