❄️Mason❄️
Me dolía la cabeza y mi cuerpo, no recordaba bien los días pasados y me sentía cansado pese a que acababa de despertar. El médico me había dicho que tuve un accidente en el hielo y que tenía un par de días sedado. Se encontraban Ivan, Katerina y sus padres, y por último y sobre todo más sorprendente, mi hermana mayor.
Esto no podía ser nada bueno. Si estaba aquí es porque fue grave. Pensaron que iba a morir.
Traté de enfocarme en la chica en el fondo, tenía su mano agarrada a la de su hermano y aunque no me sorprendí de verla aquí, debía decir que se me hacía extraño. Según ella, me odiaría por los siglos de los siglos. Siempre estaba patinando y no me creía tan importante para que dejara de lado su deporte.
—¿Puede quitarme el parche de mi ojo derecho? No veo nada de ahí —pregunté al médico, me estaba molestando demasiado y no sentía la fuerza para quitármelo.
Nadie se movió y supe que algo estaba pasando. —¿Cómo estás viendo, Mason?
No entendí esa pregunta y estaba seguro que era por el gran golpe que tenía en la cabeza. —De mi ojo izquierdo veo bien, pero del derecho, nada.
No sabía si tenía una lesión en el ojo por lo que lo tenía tapado. Cansado de la cháchara, decidí que necesitaba ver bien. Por lo que alcé mi mano y la llevé a mi cara. Antes de que todos pudieran decirme algo, intenté quitarme lo que me tapaba el mismo. El detalle es que ahí no había nada.
En serio, nada.
—¿Qué tengo ahí? Joder —mascullé sin comprender nada y con un miedo que atenazaba mis entrañas.
—Mason, creo que puedes tener una lesión en el quiasma óptico.
Sentí que no podía escuchar bien. —¿Y cuánto se tardará en repararse? Tengo que jugar al hockey.
Una cosa que había aprendido hace mucho tiempo, es que el silencio es la peor de las respuestas. Lo hice el día en el que mi madre murió. Él médico y sus residentes se quedaron en completa mudez cuando les pregunté qué había pasado. Tardaron un rato en decirme que ya no estaba aquí. Ahora estaba nuevamente en un ambiente que odiaba con todo lo que estaba esperando era que me explicaran porque no veía nada de mi ojo.
—Haremos pruebas para evaluarlo, por los momentos debes quedarte tranquilo —contestó el médico, pero yo no podía quedarme quieto. Yo era un estudiante quebrado, no tenía ahorros, no tenía nada. Vivía a base de mi beca para el Hockey, si la perdía, no tendría nada.
—Necesito una respuesta sin tantos exámenes. Por si no lo sabe, no tengo seguro —dije más malhumorado que de costumbre.
—Mason, no hables así —mi hermana me amonestó, pero yo no podía pensar en nada más.
—Los gastos tuyos corren por nuestra cuenta, hijo —el padre de los gemelos me miró con el mismo cariño de siempre, pero yo negué. Eso era demasiado dinero y no me gustaba que los demás gastaran en mí.
—No puedo, señor Volkov.
—Eres como un hijo para nosotros, Mason —añadió la señora Volkov, pero yo estaba aquí a punto de que me diera un colapso.
—Él quiere descansar —la voz suave de Katerina los interrumpió mientras me miraba, ella notó que estaba al borde de algo que no quería que nadie viera—. Acaba de despertar de un golpe muy fuerte. Está aturdido.
—Tiene razón, señorita Volkov —el médico asintió y así vi como todos fueron saliendo, menos mi hermana que se veía realmente triste.
Se sentó a mi lado. —Estuve tan asustada cuando me dijeron que tuviste un accidente.
—Estoy bien, solo un susto —y rogando que esto solo fuera algo temporal—. ¿Los chicos?
—Están aquí, los señores Volkov los alojaron en su casa —Dios mío, sentía que la vergüenza era aún más grande—. Intenté quedarme en tu departamento porque sabía que te costaría, pero fue imposible luchar contra ellos. Sabes como son.
Realmente eran así, siempre estaban ayudándome.
—Tienes que descansar, estoy segura que esto se resolverá pronto.
El problema fue que eso no sucedió.
*****
—¿Qué dicen los resultados? —inquirí mirando al especialista que me estaba atendiendo. Había pasado una semana desde que desperté y aún no recuperaba en lo absoluto mi visión de ese ojo.
—Mason, lamentamos informarte, pero tu daño en el quiasma óptico es irreversible. No podrás recuperar la visión de este.
Yo sentía que el mundo a mi alrededor se difuminaba. Veía al médico con mi único ojo bueno y estaba seguro que me imaginaba lo que acababa de decir. Mi hermana a mi lado me tomó de la mano, pero no podía reaccionar.
Estaba ella, mi entrenador y yo del lado contrario del médico.
—Es imposible. Solo fue un jodido golpe, no es algo anormal en este deporte —dije realmente alterado.
—No fue un simple golpe, Mason. Tu casco incluso se rompió, tuviste una hemorragia cerebral. —mi entrenador contestó y aunque había visto el video de mi accidente, para mí no era nada. Solo era parte de mi trabajo.
—¿Podré volver a jugar en estos días?—mis manos comenzaron a temblar y no por el frío mientras esperaba la respuesta.
#3 en Joven Adulto
#63 en Novela romántica
romance academiajuvenil, jugadordehockey, patinadora artística
Editado: 13.08.2025