Jimin.
Le había ignorado todo el día, aun cuando fue a su casa el día anterior y no estuvo, su madre le contó inmensidades de cosas. —Hola, pollito— Jin llegaba en el peor momento. —¿Sabes? El miércoles me he encontrado con Jeon, le he contado lo que pasó entre tú y Misoo, le dije que te gustaba, pero ella le quería contactar— no detuvo a su brazo para darle tantos golpes en la cabeza como podía.
—Eres un imbécil, ahora comprende lo que sucede ¿Por qué le has dicho eso? No ha pasado nada de lo que piensas, ella le comparó con su libro y se burlaba de él... me enoje tanto porque Jungkook es más que eso, él es alguien especial que merece lo mismo que nosotros. Deberían comprenderle, siempre estáis juzgándole porque no puede escuchar cuando no es esa la realidad, si te pregunta otra vez solo repítelo tantas veces puedas, él intentará oírte bien porque él es así persistente y amable y muy agradable...— Jin le seguía interrumpiendo.
—Oye...— ¿Qué diablos quería porque no le dejaba hablar?
—¡Cállate y escúchame! Tú siempre estás juzgándole diciendo que se aprovecha de su sordera, eso no es verdad, él intenta acoplarse a nosotros cuando nosotros debemos acoplarnos a él—
—Él... está aquí— ¿Qué?
—¿Por qué no lo has dicho antes, imbécil?— girando sobre su tronco le observo un poco avergonzado, le gustaba verle nuevamente, aunque no tuviese esa sonrisa que poco a poco logro sacar de él.
—Te has dejado esto en mi casa— era verdad había olvidado su móvil en algún lugar.
—Gra... gracias— se fue, ni siquiera dejo que terminase su oración, no le iba a dejar escapar así simplemente.