Jungkook.
¿Y si iba a hablar con él? No, él era demasiado terco, la lluvia chocaba demasiado fuerte contra el suelo, dedujo según lo que veía a través de su ventana, su madre entrando en su habitación, lo interrumpió sacándolo de sus pensamientos. —Te busca un amigo, dijo que se llamaba Jimin— ¿Por qué su corazón tenía que latir tan velozmente solo con escuchar su nombre o era porque estaba ahí en el salón esperándole? —¿No piensas ir a ver?— oh, sí, sí, por supuesto.
—Oh, claro— su madre estaba sujetando su cabello con una liga, ella debía ir a la oficina.
Y ahí estaba parado frente a su puerta, sin retrasarse un poco más, la abrió de golpe y salió, caminó por el estrecho pasillo ¿Dónde estaba? —¿Madre, Acaso lo has dejado afuera con esta lluvia?— su madre negó tragando rápidamente su café caliente quejándose por la brusquedad.
—Le invité y no quiso— como siempre siendo tan terco.
—Jungkook...— ahí estaba él con su nariz roja y completamente empapado.
—Jimin...— debía secarse o atraparía un resfriado. —Estás completamente empapado, ven, te prestaré algo— él asintió y el castaño concluyó que Jimin le seguía.
Finalmente, habían entrado en su habitación, decidió cerrar la puerta, igualmente casi todo el tiempo lo hacía, saco unos shorts y una playera de su armario, finalmente se las extendió. —Puedes vestirte en mi baño— inconscientemente le abrió la puerta del mencionado, él asintió y decidió entrar.
Se había sentado en la silla giratoria de su escritorio, estaba intentando mantener los malos pensamientos fuera de su cabeza.
Cuando su nariz se ponía roja se veía jodidamente sexy, su sus shorts se habían pegado a su trasero, lo que hacía que este resaltara más... no, concéntrate si no lo hacía se volvería loco. —Necesito hablar contigo... sobre algo— comentó el rubio con su cabello aun goteando.
—Espera un momento— tomo una toalla de su armario y se aproximó a él. —Solo mírate estás hecho un desastre—