Capítulo II

Regreso a mi casa con el corazón desecho, dolida por las palabras de Galilea pero aún más arrepentida por las mías. Sin dejar de atormentarme, el viaje en tren se me hace mucho más largo ahora que no escucho más que mi propia conciencia, pero es a solas en mi habitación cuando por fin rompo a llorar. Lo que pudo ser una tarde divertida se convirtió en una dolorosa grieta entre nosotras. No puedo creer que ocurriera justamente hoy, ella significa mucho para mí y ahora no sólo está en riesgo el compartir juntas mi cumpleaños, sino que desconozco el alcance de las consecuencias de nuestra discusión. Reviso mi teléfono para curiosear si estará en línea, pero no es así. Me pregunto qué estará haciendo ahora y me planteo el escribirle, no estoy segura de si sea una buena idea. Tal vez lo mejor sea darle tiempo. Las voces de mis padres convertidas en murmullos crecientes me revelan que han vuelto a casa, me apresuro a limpiar mis ojos pues sé que me buscarán para saludarme. Ya conmigo, mi madre no tarda en darse cuenta de que algo sucede, y papá sólo lo nota frente al trato ahora consentidor que ella me da. Él nos concede privacidad así que le cuento todo. Tras darme aliento y consejo, me pregunta si quiero cenar pero yo he perdido el apetito, así que me desea buenas noches y me deja a solas.

La charla con mamá me ha ayudado. A diferencia de antes, me permito animarme escuchando las canciones de mi banda preferida, de mi chico favorito. Me dejo llevar por varias horas pese a que no lo había hecho desde la discusión para autocastigarme, porque cuando escucho su música, si estoy feliz, puedo pasar a la depresión en un instante. Pero si me siento mal, perdida, o si las cosas no funcionan bien… Cuando estoy por el suelo... Y escucho uno sólo de sus temas... Simplemente todos los problemas…

–¿Desaparecen?

Casi puedo escuchar a Galilea aquí y ahora al recordar su pregunta en tono burlista cuando le conté.

–No– le expliqué –Pero se hacen menos difíciles. De repente siento que no importa que tan cuesta arriba parezca todo, no hay nada que sea lo suficientemente malo como para no tener una solución. Que la vida es hermosa y que siempre tendré esperanza. Fe. ¿Sabes que es raro? – le cuestioné –El poder sentir ambas cosas con una misma canción. ¿Por qué crees que sea?

–Es porque lo repites todo el día. Triste, feliz, con el período o sin él, a todas horas y sea como sea que te sientas. Es simple. Te gusta y por eso te alegra escucharlo, y si ya estás feliz o te sientes bien, inconscientemente recuerdas los malos momentos o lo que te hacía sufrir mientras lo escuchabas llorando. No tiene mayor razón.

Suspiro y me tiro de espaldas sobre mi cama meditando en el recuerdo y en sus palabras, pero sin creer en ellas. Pienso que lo que siento va más allá de las manías o la autosugestión. Para entretenerme, busco un vídeo guardado entre las descargas de mi celular. Se trata de un programa en el que hablaban de la influencia de la banda, y lo que comentaron allí, me identificó completamente. Reproduciéndolo, escucho con atención como si fuera la primera vez, aunque en realidad ya haya perdido la cuenta.

–La precisión y objetividad que se le pueda dar a su música, no es mucha– analizaba el invitado, respondiendo al moderador –Pienso que la apreciación depende de la interpretación que le dé el oyente, así que pueden haber tantas interpretaciones como oyentes existan para cada una de sus canciones. Sabemos que es Nathaniel el creador de los temas, en mi opinión él intenta proyectar experiencias sensoriales, que intenta llegar al lado muy interpersonal de las personas, o de él mismo, quién sabe, y quiere hacerlo mediante melodías, claro. Es un genio moderno. Él no usa esquemas musicales tradicionales o comunes, usa esquemas personales, estribillos largos, coros sutiles que se pierden en la canción. Proyecta paz, elegancia, es agradable al oído, me encantan sus notas largas e individuales que intentan hacerse clásicas en el hoy y lo consiguen bien. Su música no es fácil de digerir y es para un público especial, determinado, no es como otros géneros que pueden ser oídos por toda la gente, por todas las personalidades, más bien se dirige a un auditorio selecto que es a quiénes quiere llegar. Como dije antes, trabaja bastante la parte interpersonal de las personas, por eso la interpretación depende de cada uno.

–¿Y tú como lo interpretas?– preguntó el moderador –A lo personal.

Tras breves segundos de reflexión, el invitado contesta al fin:

–Como la revelación de la infinidad de todo cuánto nos rodea, y la concesión de todas las emociones al unísono. Nuestro paso por el mundo es corto, y aún con fe, algunas veces no tenemos esperanza más allá de esta vida. Pero aquí estamos, con un corazón y un espíritu vivo que arde impetuosamente, y he aquí, en estos discos, el detonante de todo lo que quieras sentir: Si quieres llorar, escucha esto. Si quieres reír, escucha esto. Si quieres soñar, si quieres volar, si quieres recordar u olvidar, si te quieres emocionar, si quieres vivir, ésto es lo que debes escuchar.

Suspiro y cruzo mi habitación para mirar por la ventana, perdida en los pensamientos que aquellas palabras me provocan. Como susurros de fondo y aún cuando no le presto mucha atención, el vídeo continúa reproduciéndose en mi teléfono sobre la cama.

–Excelente. Como siempre, gracias por compartir con nosotros tus percepciones. Ya para finalizar, danos tu opinión acerca de aquellas controversias de hace unos meses atrás, cuando acusaban a la banda de trabajar con mensajes ocultos en sus canciones. Subliminales. Sabemos que hoy en día estos rumores se han disipado y que no han afectado la receptividad o popularidad entre sus fanáticos, pero aún me gustaría que nos hablaras un poco de ello.

–No quiero sonar partidista, ¿Pero que talento musical no ha sido acusado durante los últimos treinta años? Claro que hemos conocido personalidades verdaderamente involucradas en actos que han derivado en la perversión del espíritu entre sus oyentes, sin embargo no se han encontrado señales comprobables de que esta banda trabaje con sugestiones o influencias que puedan corromper el alma.