Fuerza Génesis

Capítulo VI

–¡Kyliam!– intento ir tras él, pero mi madre me detiene, sujetándome suavemente.

–Déjalo– me pide.

–¿Quién sabe qué tiene en la mente? No sé lo que esté pensando hacer.

Ella niega con la cabeza.

–Sea lo que sea, él sabe lo que hace. Pese a lo que siente por ti, está consciente de lo correcto.

Su juicio me frustra.

–Si lo supiera, no me habría buscado, no se habría contaminado más y más con el uso del poder oscuro.

La mirada que me dedica tiene una mezcla de dulzura y convicción de obviedad.

–¿No lo habría hecho, Samantha?– me cuestiona, apacible –¿Estás segura de que es él quien actúa o piensa, sin permitir que sus sentimientos influyan?

Entiendo lo que quiere decir, pero me niego a reconocerlo.

–Esto pasa de nosotros– continúa –Y me parece que Kyliam está dispuesto a darlo todo por el propósito correcto.

De repente, sus palabras me afectan. Siento ganas de llorar.

–Tengo miedo…– le confieso.

–Quisiera quitártelo como una vez tú a mí– besa mi frente.

–Gerva– sonrío, llamándola por su verdadero nombre –Te hiciste mi madre… Una parte de ti vive ahora en mí para siempre– Ella me acaricia la cara –Gracias.

Ambas nos abrazamos y disfrutamos la una de la otra por un rato.  

–¿Se puede?

Es Mijkel.

–Siempre– contesto yo, mirándole ahora con otros ojos.

–¿Qué sucede aquí?– pregunta, casi avergonzado.

–Tengo… Una visión más clara de mi tarea ahora– asiento.

Mis padres intercambian miradas.

–Empieza a recordar– le aclara Gerva, Mijkel se emociona.

–Yo no lo llamaría así– explico a los dos –No puedo hacerlo porque los recuerdos que ustedes creen que debería tener, no me pertenecen. Digamos que tengo la consciencia de una gran parte de las cosas sucedidas, y una percepción o instinto del compromiso que tengo por ello– hago una pausa, pensativa –Como una vocación.

–¿Quién crees que eres?– preguntó papá.

–Samantha. Un ser humano– me encojo de hombros –Pero con un alto poder espiritual, aunque no sepa cómo usarlo. No soy Agatha y nunca lo seré. Pero es gracias a ella que tengo el poder que tengo. Pienso que si no se hubiera reiniciado la vida en primer lugar, de la misma forma yo hubiera existido. No sé si en la misma época en que ocurrió todo, tal vez no, tal vez nacería mucho después, y quizás por eso no estuve allí cuando la fuerza génesis necesitó en ésta era su portador. Pienso que Agatha murió, y su alma y su espíritu, quedaron carentes de un cuerpo biológico. Un alma y un espíritu que de alguna forma, y no podría deducir por qué, me heredó a mí.

–¿Tuviste una revelación de esto?– inquiere mi madre.

–De esto no. Pero lo concluyo. Por eso me duele y me enfurece amar a Kyliam, estoy segura de que ese amor, al igual que los recuerdos, no me pertenecen…– bajo la mirada –Y estoy segura de que él no me amaría si no encontrara en mí la sombra de Agatha, si es que se le puede llamar así.

–En la vieja era, Agatha era una mujer adulta e independiente– interviene papá –Una diosa, tanto más. Pero eres mi hija ahora, y no sólo eso, sino una adolescente. Me parece que aún con nuestras revelaciones, continúo con responsabilidad sobre ti. En el pasado, el amor de Kyliam fue algo peligroso, y

–Creo que estás algo tarde para protegerla de él– apunta mi madre –Once mil años tarde.

–No tienes de qué preocuparte al respecto– le digo yo –Conozco las consecuencias y no estoy dispuesta a que él pague por ellas. Sin embargo no puedo pedirle que se vaya– suspiro –Necesitamos sus conocimientos para lo que tengamos que hacer. ¿En dónde está?– intento ocultar mi preocupación de hace un rato –Vamos con él.

Antes de que nadie diga nada más, salgo de mi habitación hacia las escaleras, en un primer vistazo no veo a mi ángel por ninguna parte.

–Samantha– me llama Mijkel, yo vuelvo mi atención a él –¿Eres la portadora auténtica del génesis en esta era?

Lo que le he explicado a mi padre, ha tambaleado la fe que mantenía al recuperar sus recuerdos.

–Kyliam así lo cree. Y hasta ahora no ha sido elegido nadie más. De cualquier manera y aún cuando no lo sea…

Hago silencio y los dos me miran, expectantes. Desde mi revelación tras el beso, de un instante a otro gané madurez, y pienso de una manera en la que no hubiera podido hacerlo ayer.

 

–Ustedes tuvieron razón. Tengo la responsabilidad de liberarla. Aunque siga siendo tarea de un Dios– reconozco, con un escalofrío –No sé si tendremos éxito y no sé qué pasará con el génesis después, supongo que deberá ser entregado a su auténtico portador si apareciere en algún momento.

Gerva y Mijkel se miran uno al otro nuevamente y yo les doy la espalda para bajar al jardín. No hay rastros de mi ángel por ninguna parte así que sigo hasta el altar, siguiendo mi rutina de siempre. Mojo dos de mis dedos en la pila y deslizo la humedad sobre mi frente y nariz, le doy un tirón a la campana y me tiro de rodillas sobre el cojín.




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