Fuerza Génesis

Capítulo IX

Abro los ojos, me encuentro en una habitación silenciosa y muy limpia. La cama es cómoda. Una cortina baila una danza suave con el viento que entra por una puerta corrediza, un viento que trae murmullos consigo.

–¡Kyliam!– digo.

Me incorporo de un salto, no me siento diferente ni tengo nuevas memorias en mi mente.

–¿Qué pasa?– me asusto –¿Hemos fracasado?

Me asomo a la ventana al balcón y el sol de la mañana me recibe. Han pasado muchas horas. Estoy en una torre de poca altura. Muchos aldeanos se han apostado en los alrededores con ofrendas, son flores y velas encendidas, todas aparentemente para mí. Están rezando.

–¿Cómo se siente?

Me doy vuelta, Khalatea está bajo el marco de la puerta, mirándome con timidez.

–Confundida ¿Qué hacen allí todas esas personas?

–Se corrió la voz. Todos están felices por su aparición.

–Creo que no es ni será cómo ellos esperan. ¿En dónde está el sacerdote?, ¿Mijkel?, ¿Gerva?, necesito hablarles, creo que algo salió mal– me desespero.

Ella asiente.

–Será como se nos ha revelado– dice–Todos aquí conocemos lo que está en juego, lo que sucederá.

–¿A qué te refieres?

–El fin del mundo como lo conocemos.

–No– frunzo el ceño –Ésta vez no reiniciaré la vida– noto que hablo como Agatha de nuevo.

–Tal vez no… Pero eso no quiere decir que no vayan a cambiar las cosas. El monstruo al que se enfrentará es la fusión de muchos demonios, es un ente maligno muy poderoso, por supuesto que se va a defender y utilizará a la humanidad para eso.

Repasé en mi mente lo que sabía acerca del apocalipsis oscuro que me llevó al reinicio.

–¿Ustedes creen que él atente contra la tierra?

Por el modo en que me mira, sé que piensa en mí como una niña inocente.

–Por supuesto– me sonríe, con tristeza –Pero está bien, porque esto va a salvarnos. La humanidad está perdida. Tal vez cuando esta prueba pase, y si quedasen sobrevivientes, esto sea visto por ellos como un despertar, un llamado para construir un futuro diferente. Aquellos quiénes mueran o muramos en el proceso, tendremos reencuentro con los nuestros. Sé que volveré a ver a mi familia.

–No morirás– le juro.

Ella me vuelve a sonreír.

–Estamos preparados– el sacerdote aparece en la habitación.

–No lo entiendo– digo.

Observando a Khalatea, Sebastián le dedica una seña y ella asiente, dejándonos a solas.

–¿Qué pasa?– pregunto –No me siento diferente y no creo haber recuperado recuerdo alguno.

Él se sienta sobre la cama y me invita a hacer lo mismo.              

–Kyliam no quería que hablara de esto con usted, no al menos hasta después de hecha la transfusión.

Niego con la cabeza, aterrada de lo que esté por decir.

–¿Qué…?, ¿Qué está pasando?

–Agatha... Escúcheme….

–¿Por qué no recuerdo?

–Tengo que explicarle…

–¡¿POR QUÉ NO RECUERDO?!

–Agath…

–¡¡¡¿POR QUÉ?!!!

–¡No lo hará!

Frente a su palabra, me quedo helada. Al no verme reaccionar, el sacerdote continua.

–Escúcheme con atención. Es muy importante. Sabemos que atrapada en un cuerpo humano, sus decisiones son dependientes de sus emociones, y que por eso llevará a cabo sólo aquellas que dicte su corazón, no su razón. Prometió que purificaría el génesis al purificar a Kyliam, y eso sabemos que sucederá. Eso significa que el mundo no será salvado.

Siento la humedad mojar mis mejillas.

–¿Qué hizo Kyliam?– pregunto, con el mayor de mis miedos.

–Tal como dijo, confirió a usted la energía espiritual pura que el conservaba todavía. Invertirla en una recuperación de recuerdos habría sido un malgasto. Él se hubiera perdido de todos modos y usted no podría avanzar mucho más allá. En su lugar, el poder transmitido, lo lleva dentro ahora. En él era medio poder, en usted…  Puede y debe desterrar al demonio. Para eso vino aquí.

–¿Desterrarlo?

–Usted es humana– repite –No tiene el poder de desendemoniarle. Tal vez sí con un maligno pequeño pero no con uno como él. Con la energía del ángel, cedida a usted, tiene la potestad de hacerlo ahora.

–Si el propósito era tan trivial, ¿Por qué engañarme con el asunto de los recuerdos?

Guardando silencio, da paso a un momento incómodo.

–Por favor– me arrodillo frente a él.

–¡Oh, no!, ¡No, por favor! Soy yo quién debe postrarse– dice imitándome –Lo lamento. Al momento mismo en que lleve a cabo su tarea,  no sólo expulsará a Gousbed… Si no a todos los que estén con él. Eso incluye a Kyliam.




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