Fugitivo Corazón

Capitulo 2

Salí de la empresa con mis manos temblando, el cuerpo me sudaba y no dejaba de preguntarme por qué después de tanto tiempo y ahora que podía perder lo que más quería, aparece él, no lograba entender qué estaba pasando. Mi ex prometido era mi jefe, pero en realidad eso no era lo que me preocupaba, lo que en realidad me tenía así era el que supiera de la existencia de mi hijo. 

Bajo del auto y entro en la casa con mis ojos llenos de lágrimas aún no derramadas, quería ponerme a llorar, me sentía frustrada y eso siempre me supero. Cuando cierro la puerta mi madre sale de la cocina limpiándose las manos con un trapo. 

—Hija, ¿Cómo te fue? —niego dejando salir las lágrimas que aún no derramaba —. Oh hija, ¿qué sucedió? 

—Tengo el empleo, me fue mejor de lo que creía. 

—¿Y por qué estás llorando como si alguien hubiera muerto? —resoplo limpiándome el rostro. 

—Porque no imagine que mi nuevo jefe sería Ulises —jadea llevando las manos a su boca. 

—Por Dios, ¿es posible? —asiento.

—Sí, lo es, sigue siendo el mismo, igual de guapo, pero el hombre del que me enamore no está por ningún lado, aún me sigue odiando y no sé por qué —mi madre se acerca para acariciar mi mejilla y luego sonreírme. 

—Tu hermano lo supo todo, intento hablar con él, pero estaba tan cerrado que por eso anulo su sociedad —me alejo para mirarla mejor. 

—¿Por qué nunca me lo dijiste? 

—Porque no era bueno para ti, estabas embarazada, llorabas todas las noches y no dejabas que se pronunciara su nombre, lo mejor era que te olvidaras de él. 

—Eso sería lo mejor, pero a pesar de los años creo que eso jamás paso —digo, caminado hasta la sala para tomar asiento en el gran sofá que la adorna. Mi madre hace lo mismo a mi lado. 

—¿Aún lo sigues amando? —me quedo en silencio y luego bufo. 

—No lo sé, mamá, cuando lo vi sentí lo mismo que cuando venía a la casa a verme, pero luego, cuando empezó a acusarme de algo que no tengo idea, sentí el mismo rechazo que llevo sintiendo hace años. Ahora mismo lo que me preocupa es Arón —Asiente suspirando. 

—No va a tomarlo muy bien, siempre le dijiste que su padre estaba muerto, ahora que está en sus vidas, ¿qué le dirás? —llevo mis manos a mi cabeza porque me duele terrible por todo esto. 

—No lo sé mamá, no tengo la menor idea, todo esto es un remolino de cosas que no sé cómo tomarlo, él no puede saber de mi hijo, me lo quitara. 

—¿Crees que sea capaz? —rio asintiendo. 

—Sí, lo creo, no viste su rostro cuando me vio luego de tantos años, me odia. Ahora creo que debo saber por qué. 

—¿Recuerdas el día que llegamos a casa después de tu prueba de vestido? —asiento. 

—Claro que sí, jamás podría olvidar el peor día de mi vida. 

—Al parecer el que ese hombre apareciera en la casa no fue casualidad, todo fue un plan de esas dos brujas que no te querían. 

—¿Natalia?, ¿ella tuvo que ver? —asiente. 

—Sí, tomo fotos de ti en el momento en que él te estaba besando, se las envío a Ulises, ya sabes qué sucedió después —niego sintiendo como la furia toma mi cuerpo. 

—Me juzgo solo por unas fotografías mal tomadas, él fue quien curo mis heridas, las que dejo ese hombre, aun así dudo de mí y no tuvo la decencia de darme el beneficio de la duda. Ahora, más que nunca, lo quiero lejos de nosotros, voy a renunciar —digo levantándome de mi lugar. 

—No, tú no vas a hacer eso, luchaste muchos años por esto, él te quitó mucho hija, no permitas que lo siga haciendo, buscaremos la manera de esconder a Arón hasta que podamos irnos de nuevo. 

—¿De nuevo?, ¿hasta cuando tendré que huir, mamá?, mi hijo no merece eso. 

—Lo sé cariño, pero no podemos permitir que él sepa que huiste cuando llevabas un hijo en tu vientre, eso lo enloquecerá más y no sabemos de lo que sea capaz —asiento aceptando que mi madre tiene razón. 

—Tienes razón, trabajaré por unos meses, y el dinero que ahorre lo tomaremos para huir—asiente. 

—Sabes que te seguiré hasta el final.

****


Después de mi conversación con mi madre, tome una ducha y fui a la habitación de mi hijo, estaba jugando con sus videojuegos, odiaba que hiciera eso, no sabía como quitarle ese aparato, mi hijo era un niño muy solitario, decía que no necesitaba a nadie más que a nosotros.

—Es hora de dormir, Arón —aleja la mirada del aparato para ponerla en mí. 

—Ya termino mami —niego apagando el televisor. 

—Tienes siete años, Aron y luego del colegio siempre estás en ese aparato, debes hacer amigos, hijo, no puedes estar aquí todo el día. 

—Es que los niños de mi colegio me odian —me acerco a él con una ceja en alto. 

—¿Por qué dice eso? 

—Todos me molestan porque no tengo papá, sé que dices que la violencia no es buena, pero no me gusta lo que me dicen —suspiro sentándolo en mis piernas. 

—Yo soy tu madre y tu padre, nunca te ha molestado. 

—No lo hace, es solo que jamás me cuentas nada de él, solo sé que murió —siento un nudo en la garganta, porque sé que si mi hijo sabe que está vivo me odiara. 




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