Fugitivo Corazón

Capítulo 4

Mis manos me tiemblan y no quiero salir de la cocina, pero sé que debo enfrentarlo, esconderme no es una opción, por eso después de respirar dos veces más, salgo de la cocina junto con mi hermano y madre, que cuando llegan a la sala donde está Ulises, suspiran. 

—Sigue igual que hace años —dice mi madre en voz baja para que solo yo la escuche. 

—Sí, y eso me enoja mucho —ella niega porque sabe por qué lo digo —. Aquí estoy, ¿qué quieres Ulises. 

Se voltea para mirarme fijamente, sus ojos están oscurecidos y sus manos apretadas a los lados de su cuerpo, está enojado, de eso no tengo la menor duda. 

—¿Pensabas escapar?, igual que hace años, porque si es así, déjame decirte que no lo conseguirás, no pienso permitirlo. 

—No sé dé que hablas, no puedes impedir que me vaya de la ciudad, si así lo quiero, ¿quién te crees? —ríe de una manera que me produce escalofríos. 

—¿Pensaste que no me enteraría? —mi cuerpo se tensiona, él no puede estar hablando de lo que yo creé. 

—¿De qué hablas?, solo estás diciendo incoherencias. 

—¡Claro que no!, lo sé todo, Martina, sé que tienes un hijo. 

—Sí, no lo niego, tú mismo lo supiste de mi boca —digo intentando que no se dé cuenta de nada.

—Eres una cínica, no te das cuenta de que ese Niño tendría unos siete años, y eso solo es posible si te fuiste de aquí embarazada. 

Dios, ayúdame, él no puede saber que Arón es su hijo, me lo quitara, el odio que me tiene es tan grande que sé que no le importara nada. 

—¿Si es así?, ¿qué tiene que ver con esto?, no entiendo nada, Ulises, no sé a qué viene todo este show, te voy a pedir que te vayas de mi casa, porque lo es, es mi casa, no puedes sacarnos como lo hiciste hace años atrás.

—Era mi casa, la pagué para que ustedes no terminaran en la calle, pero fue un grave error, estabas teniendo una aventura en mis propias narices —río entiendo todo ahora. 

—¿Es eso?, ¿crees que te fui infiel?, siempre permitiste que tu hermana se interpusiera en nuestra relación, y mira, consiguió lo que siempre quiso. Jamás te engañé, Ulises, lo que sea que te dijeron es una gran mentira, una que nos separó por años y aún lo seguirá haciendo.

—Estás mintiendo, mi hermana no haría eso, yo mismo los vi, yo te vi con ese hombre —asiento cruzándome de brazos. 

—¿A Tomás?, viste a Tomás intentando besarme, pero me imagino que no viste cuando lo abofeteé y le pedí que se largara de mi casa —él se queda en silencio —. Claro, solo viste lo que querías ver y lo que quería tu hermana que viera. 

—No, las cosas no pudieron ser así, mi hermana jamás me haría algo como eso, sabía lo mucho que te amaba —ese te amaba, me dolió, no puedo negarlo. 

—Pues lo siento, pero sí lo hizo. Ahora mismo no me interesa lo que pienses, esa niña que dejaste atrás ya no existe, quiero que te vayas de mi casa, ahora mismo. 

—¿Mami? —volteo rápido encontrándome con Arón en el inicio de las escaleras, corro con rapidez para que él no pueda verlo. Cuando llego lo alzo y escondo su rostro en mi pecho. 

—Está todo bien, mi amor, ¿por qué bajaste? —intenta levantar el rostro, pero no se lo permito. 

—Tengo hambre. 

—De acuerdo, ve a tu habitación y ahora subiré con unas ricas galletas de chocolate y un vaso de leche, ¿está bien? —digo bajándolo y no permitiendo que nadie lo vea —. No mires atrás, hijo, por favor, no lo hagas —digo, sintiendo el miedo correr por mi cuerpo. 

—¿Por qué?, ese señor habla muy fuerte, no me deja dormir. 

—Solo hazlo, prometo que ese hombre sé irá y podrás estar tranquilo —asiente dejando un beso en mi mejilla y sube sin mirar atrás como se lo pedí. Suspiro de alivio.

—¿Es él?, ¿él es tu hijo? —aprieto las manos a mi lado y tomo valor para darme la vuelta para encontrarme con el rostro de Ulises que no deja de ver por donde se fue mi hijo.

—Lo es, por favor vete, estás incomodándonos a todos, mañana pasaré mi carta de renuncia y jamás me volverás a ver en tu vida, te lo juro —aleja la mirada de la escalera para ponerla de nuevo en mí.

—No, tú no iras a ningún lado, mañana te quiero en la oficina a primera hora, porque si no lo haces te voy a demandar por estafa. ¿Entiendes? —lo miro como si estuviera loco, ¿dijo estafa?

—¿Estás loco?, yo jamás te he estafado, no puedes hacer eso —él sonríe. 

—Claro que sí, vendiste una propiedad que no te pertenecía con engaños, y eso es un delito, tu hermano puede ser muy bueno, pero lo que sabe lo aprendió de mí, si no quieres que pierda su credibilidad por la falsificación que hizo, mañana estarás en la empresa a la misma hora de todos los días. 

—Vaya, no puedo creer que tú seas el hombre por él recibiría una bala años atrás, ¿qué sucedió contigo, hermano? —dice mi Marcos apareciendo por el umbral con mi madre. Ulises me observa una vez más y luego se voltea para mirarlo a él. 

—Que abrí los ojos, entendí que cometí un grave error al permitir que personas como ustedes hicieran parte de mi vida, un corazón herido puede cambiar a una persona mucho, Marcos —mi hermano niega con pesar. 




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