Me levanto de mi silla y salgo detrás de él alcanzándolo en el pasillo, lo volteo con fuerza, no voy a permitir que él me quite a mi hijo, ¿cómo se atreve?, él nunca estuvo en la vida de nuestro hijo solo porque creyó en lo que su hermana le dijo.
—¿Cómo te atreves?, es mi hijo, yo he cuidado de él todo este tiempo sola, no puedes venir a decir que me lo vas a quitar. —se suelta con fuerza de mi agarre.
—Tú me privaste de verlo crecer, ¿crees que te voy a perdonar? —gruño con fuerza.
—No tienes que perdonarme nada, ¡Jamás hice nada!, no puedo creer que creyeras que yo podría estar con ese hombre, ¿acaso te olvidas de lo que me hizo? —sus ojos me analizan, pero no dice nada —. Solo entiendo con eso que jamás me quisiste
—Una cosa no tiene que ver con la otra, me impediste ver crecer a mi hijo, estar cerca de él —rio sin poder creerlo.
—¿Me hubieras creído si ese día te digo que estoy embarazada de ti? —él solo se queda en silencio —. Exacto, no me hubieras creído y me trataste tan mal que preferí irme lejos, no quería la toxicidad que tú y tu familia atraen, mi hijo no necesita eso.
—Pues lo siento, él tiene derecho de saber que soy su padre, yo tengo el derecho de hacer parte de su vida.
—Arón está pasando por un mal momento, lo que menos necesita ahora es que su padre aparezca para hacer parte de su vida. Mi hijo ha pasado malos momentos, no voy a permitir que tú vengas a lastimarlo.
—¡Pues no me importa, voy a ser parte de su vida, te guste o no!
—Bien, ¿quieres pelea? —digo con los dientes apretados —. Pues eso te daré, recuerda que también soy abogada y una muy buena, no seguiré huyendo, ya me quitaste muchos años de vida.
Me doy la vuelta dejándolo solo en el pasillo para entrar a mi oficina, sintiendo como el mundo se mueve bajo mis pies, ¿lo hice?, ¿me enfrente a él?, sí, eso fue lo qué pasó y me sentí muy bien, cuando se trata de defender lo que más amo que es mi hijo, no me importa nada.
El resto del día intenté trabajar, ahora que Arón no estaba podía trabajar hasta las seis, lo agradecía porque el trabajo me ayudaba a tener la mente ocupada en algo más que no fuera Ulises. Desde que apareció en mi vida todo se puso patas arriba.
Salgo de la empresa encontrándome con Ulises hablando con una mujer que conozco muy bien, en realidad están discutiendo, los ojos de ella se posan en mí y ruedo los míos, esa mujer me desespera. Con paso apresurado se acerca a mí para cruzarse de brazos y mirarme con mucho odio.
—No vas a venir a dañar lo que hemos construido en años, él está conmigo —rio negando una y otra vez.
—No me interesa él, Dayna, puedes seguir con tu vida de casita de muñecas porque Ulises ya no me importa en lo más mínimo.
—¿Así sí?, ¿y entonces porque estás trabajando en su empresa?, no te casaste con él antes, no lo harás ahora.
—Primero, no sabía que esta empresa también era de él, de haberlo sabido no hubiera venido, y segundo, no me case con el porqué tú y tu mejor amiga inventaron algo que jamás sería real —ella se mueve incómoda en su lugar.
—No sé de qué hablas, estás loca, solo dices disparates.
—No,digo la verdad, le hicieron creer a Ulises que estaba con Tomás cuando eso jamás fue verdad. Aunque no las culpo del todo, si él me amaba como decía, jamás hubiera creído tan absurda idea —digo mirándolo sobre el hombro de Dayna.
—Él solo se dio cuenta el tipo de mujer que eras —me cruzo de brazos sin dejar de mirarla.
—¿Cómo?, ¿una mujer que lo ayudo cuando más lo necesitaba?, que estuvo las veces que enfermo, o la vez que casi pierde la movilidad de sus piernas en ese fatídico accidente donde murieron sus padres. Yo fui la que estuve con él cuando nadie quiso, lo cuide día y noche, cure sus heridas y hasta lo bañe —digo sintiendo el dolor de mis palabras.
—Eras su novia.
—Sí, lo era y no lo hice por ese título, lo hice porque lo amaba —siento la mirada de Ulises, pero no lo miro —. Te voy a pedir que te mantengas alejada de mí, personas como tú no las quiero cerca de mí o mi familia.
Paso por su lado caminando hasta mi auto, no los miro, eso es lo que menos quiero, al final la mujer consiguió lo que siempre quiso, ser la mujer de Ulises. Conduje con la conversación que tuve con esos dos en mi cabeza, no podía creer que él nunca me quiso, no me cabe en la cabeza que una persona pueda olvidar todo lo que pasamos por un chisme mal dicho de las personas que deberían ayudarlo y cuidarlo.
Entro en mi casa encontrándome con mi madre y ¿Lorena?, ¿qué hace ella aquí?, cuando me fui jamás supe de ella, era mi mejor amiga.
—¿Lorena?, ¿qué haces aquí? —ella sonríe acercándose para besar mi mejilla, cuando se acerca puedo ver como su rostro está golpeado y tiene una pequeña pancita —. Por Dios, ¿qué te paso?
La escucho sollozar con fuerza, ella está pasando por un mal momento y si ahora me necesita no le daré la espalda, ella jamás lo hizo conmigo, en realidad fui yo la que me aleje de ella, no quería saber de nadie que me recordara a Grecia.
—Lo siento, eres lo único que me queda, no puedo seguir con él, va a matarme —levanto su rostro para mirarla mejor.
—¿De quién hablas? —suspira agachando la mirada.